♛ V E I N T I S É I S ♛

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            Había llegado el gran momento, la vida se me cruzaba por los ojos demostrando una vez más su superioridad, estaba sentado esperando a mi madre que terminara de arreglar aquellas cosas, la conferencia estaba a punto de comenzar y por ni...

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            Había llegado el gran momento, la vida se me cruzaba por los ojos demostrando una vez más su superioridad, estaba sentado esperando a mi madre que terminara de arreglar aquellas cosas, la conferencia estaba a punto de comenzar y por ningún lado podía ver a Jacob, ¿Dónde se habría metido? ¿Estaría a cerca de aquí? La incógnita se hacía cada vez más y más grande, estaba a punto de explotar.

          ––Hijo ¿Podrías venir? –Dios, mi madre, ahora que estaría esperando de mí, ya me bastaba con estar solo y pensando sin rumbo alguno.

          ––¿Madre, pasa algo? –pregunté mirándola.

          ––Abel, ella es Merry la presidenta de la asociación de las naciones unidas –aclaró sonriendo.

           ––Mucho gusto, príncipe Abel –dijo haciendo reverencia.

           ––Por favor deje de hacer reverencia, después de todo soy una persona normal y corriente –hablé mirando hacia la puerta.

           ––Pero si usted es el próximo rey, como piensa que no le voy a tener respeto –sugirió observándome una vez más, de pies a cabeza, seguro preguntándose porque habría dicho tal sandez.

          ––¿Yo lo digo? Mi sangre lo dice –respondí sintiendo como la sonrisa de mi madre se convertía en una mueca indescriptible.

          ––Bueno, creo que ya es hora que Merry me acompañe, necesito hablar de unas cosas con ella –mi mamá me había salvado, pero luego se vería si en realidad ella no me condena.

          Justo cuando mi madre estaba alejándose de mí, la puerta de la sala se abrió estrepitosamente y apareciendo del exterior, un niñito rubio, corriendo sin parar hasta llegar a mi brazos.

           ––¡Papá Abel! –gritó sin pensar, sin necesitar más mi corazón se partió, toda la frialdad se fue, todavía no me entraba en la cabeza ¿Cómo era posible que este niñito me volviera frágil e indefenso? Sin duda alguna él era extraordinariamente especial, para mí.

           Sin decir mucho más lo abracé como nunca antes lo había hecho, aunque no pareciera, aquel niño intrépido e inquieto, era agradable fuera de todo lo que vieras a primera vista, y yo esencialmente había encontrado un nuevo respaldo, un respaldo más puro y sin pecado alguno, algo más lúcido. Al girar en dirección del atrio, pude darme cuenta de la mirada desconcertada de mi madre, su cara se había puesto roja, estaba seguro que estaba sintiendo vergüenza, me sentía desesperado, pero aquel niño me curaba me reconfortaba, me hacía una persona diferente a lo que antes fui.

           De la puerta se asomó otra persona, era Jacob, quién corrió, para poder separar al niño de mi lado, estaba a punto de darme un colapso, aquella escena había despertado todas las preguntas en la mente de mi madre, no faltaría nada para que ella, saltase encima de mí, pidiendo una explicación irrazonable, la cual de seguro mentiría.

           ––¿Hijo? De quién es ese niño –dijo mi madre con aparente curiosidad que estaba seguro que luego se convertiría en algo más que una propia indagación o interrogatorio, como solo ella sabe hacerlo, estaba entre la espada y la pared.

            ––Madre, él es Franco, es una niño que cuido en la guardería donde trabajo de voluntario –aclaré zafándome de la explicación que iba a darle, me estaba costado hablar, pero de pronto la mano de Franco, se juntó con la mía dándome fuerza para seguir hablando, con el finalmente pude decir, todo lo que estaba acumulándose en mi garganta.

           ––Buenas tardes reina –escuché hablar a Jacob, quien aparentemente estaba en las misma situación que yo.

           ––Te explicó madre, porque veo que todavía no entiendes. Cuando no estoy en casa, me dedico a cuidar a estos niños, es como un pasatiempo para mí, además que hago el bien a otros, dejando de lado mi condición –dije mirándola fijamente intentando descifrar la próxima daga que habría de salir de su boca.

           ––Bueno al parecer te gusta, no diré nada más, creo que estás haciendo bien, aprovechando el tiempo, sólo te pido que trates de apaciguar esas manifestaciones de amor, no quiero que la prensa piense otra cosa –aclaró volteando y siguiendo su camino.

           Mi alma se había paralizado estaba fría como nadie, todavía no podía creer de lo que me había salvado, todo gracias a Franco quién me ayudó a liberarme del yugo puesto por las miradas de los demás.

            Rápidamente me encontré con Jacob, sus ojos estaban cristalinos a punto de llorar, no entendía el por qué, pero su sola demostración de cariño y comprensión de él, hacía que todavía lo quiera más, soportando todas la cosas que a veces no comprendo, pero sé que por él y por Franco, tengo y voy a salir más allá de mis conformidades.

            ––Cuando te extrañé –dije levantando al niño en brazos y acercándome a Jacob, para depositar un beso en su comisura de sus labios.

            ––Abel, ten cuidado nos pueden ver –regañó Jacob siendo muy carismático y apartándose de mí, sentó a Franco junto a él, en la primera fila.

            ––Yo no quiero estar con Jacob, quiero estar con Abel –dijo Franco levantándose de la silla y subiendo al estrado de la mano mía, se sentó al lado mío.

            ––Esto es increíble –susurró mi madre.

            ––Sí, ¿No lo crees? Para mí esto es hermoso, al fin encuentro a alguien para respaldarme y no pienso dejarlo ir –dije mirando directamente a mi madre, quién al verme no hizo nada más que ignorarme.

            ––A-Abel ¿Qué es eso? –preguntó Franco cogiendo el lapicero.

            ––Esto es un boli, se utiliza para escribir, mira te daré una hoja para que tú lo inténtalo tú ¿Vale? –pregunté identificando su manera de escribir, y de agarrar el boli.

            ––¡Hasta cuando te tengo que esperar! –exclamó uno de los periodistas.

            ––Buenas tardes –dije esperando alguna pregunta.

            ––Hola, tenía una pregunta para usted ¿Es verdad que ese niño que está sentado junto a ti, es tu hijo? –preguntó egocéntrico.

            ––No, pero estoy seguro que me encantaría –respondí frente a la mirada frenética de mi madre, quien al escuchar mis palabras no le quedó otra que callar y atender.

            ––A mí también me encantaría tener una padre como él, para mí él es mi superhéroe –agregó Franco, dejando a todos los de la sala estupefactos.


MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum