♛ D I E C I N U E V E - (1º Parte) ♛

367 53 11
                                    

             ––¡¿Pero tú estás loca?! –regañaba por haberme cortado la llamada, seriamente pensaba que había sido Coralay pero la sorpresa fue otra

Hoppsan! Denna bild följer inte våra riktliner för innehåll. Försök att ta bort den eller ladda upp en annan bild för att fortsätta.

             ––¡¿Pero tú estás loca?! –regañaba por haberme cortado la llamada, seriamente pensaba que había sido Coralay pero la sorpresa fue otra. Delante de mí un cuerpo con una presencia de asesina, se alzaba, poniendo nervioso hasta el más recóndito lugar de mi cuerpo. Las voces en mi cabeza estallaron y los ojos se abrieron cada vez más contemplando a aquella persona, la cual no presentaba reacción alguna.

             ––Jacob, haré como si esto nunca pasó, necesito que me lleves esto a las tiendas de más alta gama, cuida que ningún vestido, ni catálogo, se arruguen, no puedo pasar por alto eso –era la señora Agnes, últimamente ha estado distante y prefería tenerla a distancia, pero ahora estaba condenado a mirar esos ojos, que de seguro me incineraría en un segundo. Me había pasado de gilipollas.

             ––Si, claro, como no, deme la dirección y encantado iré para allá, no se preocupe yo doy un excelente servicio –ya no sabía que hablar para cambiar el tema y que se fuera. Pero como si estuviera pegada al suelo se mantuvo en frente mío, inspeccionándome hasta más mínimo imperfecto.

             Salí asustado más de lo normal, estuve a un pelito de que perdiera mi trabajo, pero al parecer la señora Agnes había sido benevolente, eso pensaba, pues para que me deje ir sin más, habría que tener una razón para no echarme de la revista. Es que seguro que yo soy el mejor, eso creo... Pues esa vez que me cambió y utilizó a otra fotógrafa, ustedes no saben lo que hice, después al día siguiente me la agarré contra el suelo. O eso creí, pues terminé siendo yo quién tragara polvo ¡Qué humillación! No tardé mucho en llegar a las tiendas y en la última, una llamada recibí. Saqué el teléfono de mi bolsillo trasero y contestado dije:

         ––¿Halo?

         ––¿Jacob eres tú?

        ––¿Quién habla?

        ––Abel ¿Eres tú?

        ––¡Abel! L-Lo siento no debí de llamarte, seguro estabas ocupado y yo ahí molestando, lo lamento.

        ––Hey tranquilo, al contrario, yo también quería hablarte, es más necesito verte ¿Aceptas?

       ¿Acaso había escuchado bien? ¿Me estaba invitando a salir? ¡Esta será mi primera cita! ¡Qué me pondría! ¡Cómo me encontraría! ¿Le iba a gustar? ¿Nos íbamos a casar? Esperen... ¿Qué acabo de decir? N siquiera me conoce y lo estoy amarrando a mí de por vida. Es que yo no tengo remedio.

       ––¡Claro que acepto! Solo dime en dónde nos vemos...

       ––No te preocupes, te iré a recoger a tu casa, después de todo ahí te conocí –rió suavemente. Su picardía se extendía hasta mi corazón, el cual daba saltos de alegría.

       ––E-Esta bien ¿A qué hora? –decía tímido por la respuesta de Abel.

       ––Será una sorpresa –colgó.

       ¡Una sorpresa! Esto sería muy complicado, primero tendría que intuir en su venida, me estaría martirizando toda esta salida, segundo, debería pedir permiso todo el día, lo cual creo que Agnes no me dejaría ni en sueños, algo tendría que hacer ¿Pero qué? Pasé toda la mañana entregando todos esos tediosos y molestos diseños, que para mi gusto, estaban más exagerados que mi pijama de panda, corrí y corrí, recorriendo las grandes calles de esta ciudad. De un lado al otro, preocupándome por no arruinar las telas. Terminando los contratos de Agnes, parecía su secretario, si apenas soy un fotógrafo. Mi celular volvió a sonar esta vez era Patrick, hacía mucho que no me llamaba, me gustarías escuchar las novedades que me trae.

        ––¿Halo, Patrick? ¿Qué pasa?

       ––¡¿Jacob!? Tengo buenas y malas noticias ¿Por cuál empiezo?

       ––¿Te parece la mala?

      ––Bueno la mala es que una amiga de la señora Agnes ha ido al hospital, por intoxicación.

      ––¡¿Por qué?! –interrumpí.

      ––Probó del helado de su novio, un poco de mora y las consecuencias fueron fatales, lo único que me avisó, es que si ya acabaste de entregar los pedidos a las revistas, puedes tomarte el día libre –aclaró.

      ––¡Esta bien! ¿Y tú? –pregunté curioseando.

      ––Nada, no te preocupes, estoy acompañando a Agnes al hospital, no vemos.

      ––Adiós...

      Vaya que había sido un día muy bueno para mí, claro, no quisiera estar en el lugar de esa pobre chica, mucho menos burlarme de ella, pero es que me ayudó de todas maneras. Tendré que agradecerle cuando se recupere.

       Decidido a estar preocupado por qué ponerme, me dirigí a la tienda más cercana de dónde me encontraba, compré de todo, sin olvidarme de los "Condones". Al venirme seguía viéndolos...¡Pero que se me había pasado por la cabeza! ¡Esto loco o qué! ¡¿Cómo era capaz de comprar eso?! Por eso la señorita de la caja me quedó mirando, seguro que habrá visto mi cara de enfermo, cuando los estaba sosteniendo... ¡Qué asco! Aunque pensándolo mejor, la vez que los utilice será muy divertida. Llegué a mi casa, me duché, miraba el reloj, las horas pasan y la puerta no sonaba. Y de repente en la infinidad de mi comodidad, me tocaron la puerta, di un salto enorme para pararme del mueble y acercándome a la puerta, vi ese rostro, aquel que me había cautivado, ese que me atormentaba cada noche. No pude evitar quedar paralizado con su presencia y ese perfume me hacía explorar cada parte de su cuerpo, hasta esas que no se ven a simple vista.

        ––¿Qué tal estás? ¿Guapo? –no pude evitar sonrojarme, algo me decía que lo había notado pues me mostró su angelical y demoníaca sonrisa.

         ––Calla y vayámonos de aquí, ya me hiciste esperar demasiado ¿No crees? –dije muy valiente, al parecer no quería dejarme intimidar.

         De pronto su mano rozó mi cintura acercándome a sus labios, otra vez probé el néctar de la vida eterna, sus carnosos labios, me hacían experimentar sensaciones selladas por el dolor, algo corría dentro de mí ¿Sería amor?

         ––¿Sabías que me gustas? –dijo muy fresco.

         ––Pues parece que sí –sonreí besándolo otra vez, después me acerqué a su oído y dije–. Me gustas a más no poder.

         Estaba muy emocionado por lo que podía pasar incluso me estaban temblando las piernas algo que nunca antes había pasado, mi fortaleza estaba siendo corrompida. 

MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Där berättelser lever. Upptäck nu