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La verdad que París es muy distinto a Nueva York. Pues si, los franceses no son tan malos, aunque siempre hay algunas excepciones.

Último año tomado por la mitad en una preparatoria Parisina. Todo mundo me miro extrañado el primer día. Tal vez sería por mi nuevo look....o no, más bien por ser el "nuevo" El que aún ni siquiera ha visto Jo.

Todo gracias a Kalissa. La esposa de papá.

La cosa va a así.

Cuando llegué al aeropuerto, papá no pudo presentarse por distintas razones en relación con su trabajo.

Me hizo saber que su esposa me recogería y me llevaría a lo que ahora seria mi hogar... por un tiempo.

La verdad me esperaba una madrastra odiosa como la de Troy. Me decepcione ya que quería usar aquello como excusa y volver a América

No. Kalissa resultó ser una rubia de ojos medio rasgados y sonrisa cálida, amable y al la vez cariñosa. Desde el inicio me hizo saber que estaba encantada con mi presencia. Hasta eso se me hizo completamente raro.

*******

— Eres muy parecido a tu padre, Norman — dijo Kalissa mientras se abrochó el cinturon.

Por mi parte, intenté abrir la puerta del asiento trasero.

— Oh no — volvió a decir ella — Aquí a mi lado. No me gusta sentirme como un chofer.

Asentí extrañado y obedecí.

Una vez estoy dentro, comenzó a conducir de forma suave por la autopista.

— La casa tal vez te guste. Hay ya una habitación toda para ti... veo que no eres de muchas palabras ¿Verdad? Oh no ¡Ya se! No hablas mucho francés ¿Verdad? — asentí— ¡Disculpa! — eso último lo dice en ingles. La verdad aun es poco lo que captó del nuevo idioma. Papá me explico algunas cosas pero no es suficiente... tendré que practicarlo mas seguido — Discúlpame si te resulto un poco parlanchina. Es solo que hace mucho no tenía compañía — enarqué una ceja — Si, tu padre mantiene casi más viviendo en la universidad y es poco lo que mantiene en casa.

— ¿No estará?

— Me temo que por ahora, no. Pero dijo que para la cena si estaría. Por cierto, soy Kalissa, creeme que de la emoción se me ha pasado el decirte aquello.

— Un placer, creo que ya usted sabe mi nombre.

— Si. Tu padre me ha hablado mucho de ti... ¿Sabes? Primero quiero dejar una cosa en claro. No soy tu madrastra ¿Estamos? Porque se bien que tu madre vive y eso lo respeto. No soy una mujer que te va a tratar mal por ser un foráneo. No soy así. Para ti quiero ser una persona de confianza, una amiga, alguien a quien puedas pedirle ayuda cada vez que necesites...se que eso no se gana de la noche a la mañana pero vale la pena intentarlo siempre.

Le miré completamente atónito. Para ser sincero, son unas palabras que la verdad no me esperaba por parte de ella, su mirada se veía completamente sincera.

Lo curioso fue lo que vino después. Apenas y abría los ojos en la mañana, un delicioso aroma se colaba por mis fosas nasales y a los pocos segundos, Kalissa aparecía con una bandeja. En las tardes siempre tenía planes para mi, desde salidas para conocer y charlar hasta ir a su taller de confección y diseño de modas donde conocí muchos de sus colegas.

Creo que si se estaba tomando en serio el trabajo de ganar mi confianza.

Y la verdad, eso lo aprecio.

****
Con lo de mi cambio de apariencia, no fue algo tan radical. Un poco de organización a mi cabello y usar lentillas, solamente eso. De resto sigo siendo el mismo aunque Kalissa se empeñe en decir que me veo diferente.

El salón de clases que me toco no es muy distinto. Es casi lo mismo, claramente exceptuando el hecho de que hay muchas caras nuevas y personalidades distintas. Desde la rubia con complejos de diva que no me agrado mucho, hasta el que llaman "novato"

— Llega tarde, señor Aragón — escuché decir a la señorita Renoir.

— Afuera esta como el infierno, no me culpe

Levanté la mirada de mi diccionario de inglés- Francés, Francés- inglés, justo al reconocer aquella frase que en algún otro lado he escuchado. Mi mirada capta a un chico rubio despeinado, un tanto bronceado y con un diente de cocodrilo colgando en el cuello.

— Tome asiento de una vez y guarde silencio — ordenó la maestra.

El rubio asiente.

Las mesas son en parejas, y como si el destino metiera la pata. Él se hace a mi lado.

Hasta yo admito que es un tremendo cliché.

— Hey chico nuevo — saludó el rubio.

Esa nariz, esos lunares, ese par de ojos oscuros....esperen un momento.

¿Jo no dijo que tenía a su mellizo en Francia?

¡Eso es! El es Johan Aragón.

— ¿Eres Johan Aragón? — pregunté, es mejor tener la información completamente clara.

— Eso dice mi partida de bautismo ¿Por?

— Conozco a tu hermana. Joselyn Aragón.

Proyecto: En busca de la chica ideal  #BrightAwards2017Where stories live. Discover now