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La noche se cierne sobre la cabaña de madera, y la luz de la luna junto con algunas velas son lo único que alumbran la estancia. Las estrellas pueden verse como puntos difusos brillantes a través del cristal embarrado de las ventanas.

-Señor, será mejor que descansemos hasta el amanecer -te sugiere.

Ambos os vais a dormir. El duende humano, antes de irse a su dormitorio, te saca una manta decente cosida con hojas del tamaño de la mano de un ogro, y te recuestas en el sofá con ella, es bastante caliente. Enseguida caes dormido por el cansancio de hoy.

Al día siguiente, el sol ilumina el exterior, y un cálido rayo de luz te despierta. Te levantas de buen ánimo, después de todo, ayer recibiste un masaje reponedor. Te miras las heridas por debajo de las hojas curativas, ¡están todas cicatrizadas!

Te levantas y vas en busca del duende, tienes hambre y te gustaría desayunar algo. Miras en todas las reducidas habitaciones, pero no está dentro de la casa. Tal vez haya salido a talar árboles.
Decides dar una vuelta por los alrededores para encontrarlo. Solo te llevas el hacha, pues planeas volver después a por el saco.

Fuera, el amanecer ha creado un cielo con colores difuminados entre el azul y el naranja. Respiras aire limpio, y buscas al mestizo. Al salir reparas en la pared, donde estaban apoyadas las palas y hachas. Notas que una de ellas no está, por lo que te imaginas que, efectivamente, ha salido a talar árboles.
Te metes por un paso donde la vegetación está más abierta y caminas por ahí llamando al duende humano. Te das cuenta de que hay algunos tocones desnudos, ya ha estado aquí antes.

No obstante, tras unos minutos, no consigues encontrarlo, y te estás alejando cada vez más de la casita. <<Alomejor no se fue por este lugar>>.

Te das media vuelta y lo esperas en la cabaña. Ve a parte 36

Sigues el rastro de tocones, tal vez esté al final. Ve a parte 37

-Borrador-Where stories live. Discover now