-Borrador-

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Contemplas asombrado la decoración del interior de la casita. Es muy acogedora, con una mesa y un par de sillas por la derecha a modo de comedor, una chimenea frente a unos cojines del suelo, una hamaca por allá, estanterías, flores y más flores exóticas. Sin embargo, algo te llama la atención. Una de las habitaciones tiene el marco de la puerta totalmente chamuscado.

-Siéntese, señor. Enseguida le traigo líquido para beber.

Se dirige a un cubo lleno de agua y saca un vaso de él. Te lo tiende. Das grandes tragos con gusto y te lo bebes en seguida. Tu anfitrión te da más.

-¿Qué le pasó a esa habitación? -preguntas curioso señalando a la madera quemada.

-Oh... Eso... -parece algo incomodado-. Me quemaron la casa.

-¿Quiénes?

-Unos goljs. Me pidieron que les diera dinero por usar este bosque, pero este bosque no es suyo -exclama indignado-. Como me negué, incendiaron el cuarto donde guardo toda la leña.

Estás desconcertado por lo que acaba de decir. ¿Unos goljs? ¿Aquí? No te cuadra para nada que atraviesen estos bosques. El duendecillo parece notar tu cara de asombro.

-Señor, ¿no se ha enterado? Nos planean atacar. Tienen un ejército listo para luchar contra nosotros... -te dice apesadumbrado.

¡¿Qué?! Los goljs son criaturas poderosas y feroces que no dudarían en arrasar cualquier poblado con tal de conquistar territorios. Hace muchísimo tiempo que no hay indicios de sus ataques, tal vez décadas. Es muy alarmante; tienes que avisar al rey del peligro inminente. Espera, ¿y si esa fuera tu misión inicial? O alomejor era otra cosa. En cualquier caso, tienes que ir a la ciudadela y asegurarte de que lo sepan antes de que sea demasiado tarde.

-Perdone... He visto su saco de cuero marrón, si tiene fruta fresca, ¿me la cambiaría por un favor especial? No se arrepentirá, seguro.

Le miras con cara de duda,

Si llevas algo de fruta, se la das para cambiarla por el favor. Ve a parte 34

Si no tienes, Ve a parte 33