No podía seguir viviendo en aquella casa, y menos después de lo que había pasado. Tendría que encontrar un sitio donde quedarme. Quizá alguna amiga me permitiera quedarme en su casa unos días hasta encontrar trabajo y conseguir una habitación hasta fin de curso.
¿A quién podía llamar? No es que tuviese muchas amigas. Estaba tan centrada en sacarme la carrera que apenas me relacionaba con nadie.
Mirando la agenda di con el nombre de Eve.
—¡Eve!
Hacía mucho que no hablaba con ella pero estaba segura de que podría ayudarme.
La llamé y no tardó en cogerme.
—¡Bee! ¿Qué es de ti chica? Hace años que no nos vemos.
Respiré hondo y le conté todo.
Desde que la conocía siempre se había mostrado muy comprensiva, sobre todo a lo que se refería económicamente ya que ella estaba forrada y yo vivía contando cada céntimo de mi cartera.
—No me lo puedo creer... claro que te acompaño—dijo pasados unos segundos en silencio—, y referente a un sitio donde quedarte puedes quedarte en mi casa sin problema...

Respiré aliviada.
Me alegraba que después de tanto siguiera siendo igual de amable. Por unos segundos me sentí fatal por haberme convertido en la amiga que todas odiamos: esa que cuando se echa novio desaparece.
Le dije en qué hospital estaba y no tardó en aparecer, estuvo una hora antes de irse a trabajar. Me dijo que cuando me dieran de alta vendría a buscarme e iríamos a por mis cosas. Lo que se lo agradecía un montón ya que me veía obligada a volver allí y afrontar todo el caos que Bianca había ocasionado.

Mis padres siempre quisieron que me dedicara al cien por cien a los estudios, de ahí que no me hubiese tenido que buscar un trabajo hasta ese momento, pero ya era hora de aprender a compaginarlo todo.

Debía cerrar un viejo capítulo de mi vida y saltar a la página siguiente.

Estuve un día más y tras una última revisión, me dieron el alta, por fin tenía luz verde para marcharme.
Quitando el brazo roto, las magulladuras, arañones y poco más, parecía estar en perfectas condiciones.

El doctor Gallagher era muy amable para ser amigo del cascarrabias que me atropelló. Me pasó un frasco con pastillas para el dolor y me acompañó hasta la salida del hospital.
Iba a llamar a Eve pero me quedé sin batería, lo que se me hizo imposible. Así que cuando el doctor me dijo que el susodicho que me atropelló (a quien llamaba Wesley) dejó el taxi pagado no me opuse a ello. Necesitaba más que nunca salir de aquel sitio. Mientras esperaba con él le hice saber mi preocupación sobre la factura del hospital pero me dejó claro que esa nunca llegaría a mi casa, que el tal Wesley se ocuparía de todos los gastos. Por una vez más me alegraba de que me hubiese atropellado él y no otra persona, porque desde luego no tenía dinero ni seguro médico que cubriera un accidente así.

Mientras iba en el asiento trasero del taxi me extrañó que no sentir alivio al irme a casa, en ese momento todo lo que sentía era... ¿Nada? Con la cabeza apoyada contra el cristal de la ventanilla observé como la lluvia caía sobre la ciudad.
Al final tuve que irme a casa de Mike. Cargaría el móvil y llamaría a Eve ya que no sabía exactamente donde vivía para irme directamente hacia allí.

Nada más bajarme del coche me quedé petrificada en la acera.
Bianca acababa de salir por la puerta de la entrada con una caja que conocía perfectamente. Era la caja en la que guardaba mis bocetos. Nos miramos un segundo antes de que tirara la caja al jardín delantero. Mike venía detrás de ella, pero al verme se paró en seco.

Sintiendo como mi corazón se rompía otra vez, en millones de trocitos, corrí hacía donde habían caído mis bocetos.

—Joder....todo mi trabajo...—susurré tirándome al suelo para salvarlos. Esos bocetos lo significaban todo para mí, había pasado muchas horas de mi tiempo libre perfeccionándolos y mejorando mis técnicas con todo lo que aprendía en la Universidad y tutoriales en YouTube , no podía creer que Bianca fuera tan desalmada.

—Oh. Mira como la muy furcia recoge sus garabatos, a qué es adorable Mike...— se burló ella, una vez más.

—Cállate, Bianca—ladró él agachándose para ayudarme a recoger los dibujos. Mike más que nadie sabía lo importante que era para mí mi arte, no lograba entender como podía haber sido capaz de dejar a Bianca hacerse con ellos. Intentaba salvarlos de la lluvia antes de que se mojaran todos o se mancharan de barro —. Lo siento.

No sabía si se disculpaba por haberse acostado con la bruja de mi hermana o por haberle permitido apoderarse de mi trabajo. Fuera lo que fuese no había perdón para ninguna de las dos.

—Ups...—Oí decir a Bianca mientras pisaba el único boceto que faltaba por recoger. Era el retrato que estaba terminando de una vieja fotografía de mis padres. Era el regalo que les iba hacer por navidad.

Pude notar como se me subía la sangre a la cara y la rabia me nubló el juicio. Me levanté todo lo rápido que me permitió el cuerpo magullado y corrí hacia ella ignorando el latente dolor de mis costillas. Me vio venir, pero no hizo más que dar un paso hacia atrás.

—¡Te voy a matar, pedazo de mierda!

Estuve a punto de cogerla y darle su merecido cuando unos fuertes brazos me rodearon llevándome lejos de ella.

Hola bombones. ¿Cómo estáis? ¿Os estáis cuidando del Covid-19? Espero que lo estéis haciendo quedándoos en casa y ayudando a no propagar aún más esta locura.
Intentaré subir capítulos los lunes y viernes. No siempre será posible pero por ahora quedamos en esos días. Un besote y pasad una tranquila cuarentena❤️

ACCIDENTALMENTE TUYA © 1º PARTEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin