— Has hecho un gran trabajo con éste álbum, Joonie... — aseguró JiMin, su voz cálida y comprensiva mientras presionaba con sus dedos lugares en su cuello y en sus hombros que hasta el momento no se había dado cuenta de lo adoloridos que estaban — Tu solo es precioso y va a emocionar a mucha gente... Yo lloré escuchándola...


NamJoon abrió los ojos, fijándolos en la pantalla de su ordenador con la mirada perdida, donde el programa mostraba las pistas de «Reflection» amontonándose unas con otras. Un nudo se formó en su garganta al pensar que JiMin ya había escuchado su canción.


— Los productores ya la han aprobado, NamJoon... Ya hemos terminado con lo más difícil... Ya sólo nos quedan las promociones, ¿por qué sigues dándole vueltas?


NamJoon no contestó, quedándose inmóvil con la mirada fija en todos aquellos meses de trabajo que había tirado por la borda. No quería decirle a JiMin que no la consideraba lo bastante buena, que quizá se había equivocado con el tema, que tal vez hubiera debido hacer algo como HoSeok, una canción para agradecer, no para lamentar...

Pero NamJoon no necesitaba decir nada para que JiMin entendiera.


— Se acabó — gruñó JiMin. Cuando NamJoon se giró a mirarlo, su expresión decía que estaba enfadado, y NamJoon entendió que la había cagado.


— JiMin...


— Levántate — ordenó JiMin, agarrándole de la muñeca y tirando de él, obligándolo a ponerse de pie.


NamJoon obedeció sin objetar nada, temiendo cabrear más a JiMin de lo que ya estaba. Se quedó de pie, parado y rígido como una tabla viendo cómo JiMin se sentaba en su silla de trabajo y se giraba hacia el ordenador, mirando la pantalla y descifrando lo que NamJoon estaba haciendo hasta que él llego. Desconectó los auriculares del ordenador y por los altavoces comenzó a sonar «Reflection», o al menos la versión retocada, claramente diferente a la supuesta versión final que pronto estaría en todos los reproductores del país y de muchas otras partes del mundo.

La mandíbula de JiMin estaba tensa, las comisuras de sus labios caídas y su ceño levemente fruncido. NamJoon no podía dejar de mirarlo, porque, pese a todo, seguía siendo infinitamente hermoso, con su cabello cayendo sobre su frente en suaves ondas, recientemente teñido y clareado, cercano a un tono que pronto sería plateado.

Al contrario que el negro, que le daba un toque inocente y natural, aquel color le hacía parecer irreal, atractivo y maravilloso.


Sin embargo, estaba muy enfadado, NamJoon no tenía más que ver la forma en que JiMin lo miró al darse cuenta que debía llevar horas trabajando en una canción que supuestamente estaba terminada, estresándose y volviéndose loco sin motivo.

NamJoon bajó la cabeza, mordiéndose los labios, culpable y arrepentido. Odiaba que JiMin se enfadara con él, y al contrario de lo que había pensado antes de que comenzara su relación, NamJoon siempre era el primero que daba el paso para intentar arreglar las cosas cuando se presentaba algún problema.


Sin piedad alguna, JiMin cerró el programa, negándose a guardar los cambios que NamJoon había estado haciendo durante las últimas horas. NamJoon gimió con dolor al ver cómo se perdían tantas horas de trabajo, pero no dijo nada, aceptando con sumisión la decisión de JiMin.

Burning slow | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora