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Aquella noche recibieron a JiMin en casa como a un héroe.


El dormitorio parecía en calma, sólo había una luz encendida por lo que habían podido ver desde el exterior, la del comedor, y debido al silencio que se escuchaba tras la puerta, por un momento pensaron que los demás se habían ido a dormir.

Sin embargo, en cuanto NamJoon abrió la puerta y el clic de la cerradura automática alertó de su llegada, una estampida se les echó encima casi sin que la vieran venir.

De repente, los siete se amontonaron en la entrada del apartamento, unos brazos apartaron bruscamente a NamJoon para abalanzarse sobre JiMin, rodeándolo y hablando todos a la vez, abrazándolo y agobiándolo como si acabase de volver de la guerra y no lo hubieran visto en años en lugar de un par de horas.


Aunque habían excluido a NamJoon de aquel recibimiento, él no podía más que sonreír mientras los observaba.

TaeHyung se había abrazado a JiMin y no lo soltaba, lloriqueando en su pecho pidiendo disculpas. SeokJin y HoSeok lo tocaban, examinando su cuerpo para comprobar con sus propios ojos que no tenía ninguna herida. JungKook se había hecho un hueco de alguna forma, colándose a la espalda de JiMin para tener un espacio libre donde aferrarse a él. Y YoonGi revolvía sus cabellos oscuros, feliz de ver que había regresado a casa sano y salvo.


JiMin, por supuesto, sonreía a todos sus compañeros, encantado de ser el centro de atención de aquella cariñosa acogida, aliviado de que no lo estuvieran regañando en su lugar.

Todos habían estado demasiado preocupados por él como para sermonearlo en aquel momento, eso podía esperar a la mañana siguiente, cuando se hubieran calmado las cosas. Ahora, lo que JiMin necesitaba era sentirse arropado y querido para sanar sus heridas y restaurar el vínculo con sus compañeros.


Si alguno de ellos se percató de lo rojos e hinchados que JiMin traía los labios, a juego con los de NamJoon, ninguno dijo nada al respecto.


— Venga, chicos, dejemos respirar a JiMin... — pidió SeokJin, su voz apacible y calmada, incluso cariñosa, enternecido por la forma en la que todos querían abrazar al bailarín, consciente que no se quedarían tranquilos hasta que todos lo hubieran conseguido. HoSeok, JungKook y YoonGi habían dejado espacio y habían desaparecido en el interior de la casa, dispuestos a recoger el desastre de la cena que había permanecido intacto en el comedor desde el momento en que JiMin se levantó de la mesa. Sin embargo, parecía que TaeHyung no estaba dispuesto a dejarlo ir — Tae, estamos agobiando a JiMin, suéltalo.


Pese a que SeokJin se lo estaba pidiendo, no ordenando, TaeHyung negó con la cabeza, aferrándose con más fuerza a JiMin si cabía.


— Tae... — insistió SeokJin, menos amable, tirando del brazo de TaeHyung para que se soltara de JiMin.


— No quiero separarme de JiMinnie... — murmuró TaeHyung con voz llorosa, haciendo sonreír a NamJoon por lo manipulador que sonaba con esas lágrimas de cocodrilo — No voy a separarme de él hasta que me perdone.


— Ya te he perdonado, TaeTae — aseguró JiMin, acariciando suavemente el cabello del menor — No estoy nada enfadado contigo... Tú no has tenido la culpa.


— Sí la tengo — masculló, más infantil y cabezota que nunca — No voy a volver a tocar un videojuego nunca — NamJoon se mordió el labio para no reírse, sabiendo que esa promesa no duraría ni un mes, pero dejando que TaeHyung se expresase sin interrumpirle — Voy a prestarte más atención todos los días para que no vuelva a pasarme lo mismo...

Burning slow | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora