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NamJoon no necesitó pensarlo si quiera, tan pronto como JiMin se sentó en su regazo, sus brazos actuaron por voluntad propia, rodeando la cintura del menor de forma posesiva.


No había ni un asiento libre en la sala de espera y aquello no tenía por qué significar nada, pero NamJoon no creía que JiMin lo hubiera elegido a él como butaca humana para reposar sus reales posaderas hubiera sido casualidad. JiMin prefería a JungKook o a Jin para ese tipo de contactos lejanos a la amistad y el compañerismo, pero no era como si a NamJoon le molestase, de hecho, estaba más que encantado.

Había estado muerto de aburrimiento los últimos veinte minutos, esperando a ser maquillado y peinado, hablando con HoSeok para matar el tiempo, pero con JiMin sentado en sus piernas, a NamJoon le era casi imposible seguir el hilo de la conversación con el mismo interés que antes.


JiMin parecía de lo más relajado y distraído y a NamJoon le estaba costando una barbaridad mantener sus manos para sí mismo.

Había tomado la determinación de cortar aquel problema de raíz desde que había tenido aquella desafortunada charla con SeokJin un par de noches atrás, pero algo en NamJoon seguía negándose a darse por vencido, probablemente su cabezonería y su orgullo, su testarudez a la hora de rendirse, o la certeza de que sus sentimientos por JiMin eran correspondidos.

Probablemente esa era la razón principal.

¿Cómo claudicar cuando, después de dos años de sufrir en silencio, JiMin empezaba a mostrar interés en él?


El futuro del grupo era su mayor preocupación, y mantenerse alejado de los problemas su meta principal, pero NamJoon era humano y tenía derecho a ser débil y flaquear cuando sus intereses personales se entrometían con su cometido como líder... ¿no?


NamJoon suspiró disimuladamente, intentando liberar algo de la frustración que se acumulaba en su pecho sin que HoSeok pensara que no le estaba prestando atención.

Sus manos picaban, cerradas en puños. Era una tortura tener a JiMin a esa distancia y no ser capaz de tocarlo. Aun recordaba cómo habían ardido sus dedos durante horas cuando habían rozado como por accidente la piel desnuda de JiMin, cómo había soñado cada noche por volver a sentirlo, ávido por algo más que una simple caricia con la yema de los dedos.


Intentando no descentrarse, contestó a HoSeok, apoyando su mejilla entre los omóplatos de JiMin, invadiéndose de inmediato de su calor y el intenso olor que desprendía su camiseta blanca, suave al tacto, como la seda al contacto con la piel de su rostro, aunque NamJoon habría preferido no tener nada que interfiriera en su camino para llegar a la piel de JiMin.

Era realmente difícil reprimir el deseo que sentía por dejar un camino de besos por la hendidura que marcaba la columna vertebral entre los músculos trabajados de su espalda, tan masculino y atractivo que a NamJoon se le hacía la boca agua.


Sintiéndose observado, NamJoon levantó la vista, encontrándose con la mirada reprobatoria de SeokJin clavada en él, vigilando sus movimientos, tratando de confiar en lo que NamJoon le había prometido la otra noche para calmar sus preocupaciones.

NamJoon no quería fallar a SeokJin, pero por nada del mundo iba a soltar a JiMin en esos momentos.


Sentía cómo SeokJin le acusaba con la mirada, «qué estás haciendo» preguntaban los ojos color caramelo del mayor.

Y NamJoon sólo podía contestarle con una mirada segura.

Burning slow | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora