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NamJoon se sentía flotar.

No importaba que hiciera una semana que hubieran vuelto a Corea, él seguía en una nube, y lo cierto era que no quería bajar. Estaba más feliz de lo que recordaba haber estado en mucho tiempo, y era simplemente perfecto que nada lo hubiera arruinado todavía.


NamJoon estaba feliz, pero había una pequeña parte de él que le recordaba cuando menos se lo esperaba que era una felicidad pasajera e impura. Una felicidad que no era más que un tonto consuelo, un conformismo ante la vida que no le daba lo que quería, pero que aun así le permitía disfrutar de algo parecido, pero que no era lo mismo.

Era la resignación de un vegetariano que amaba la carne, que deseaba un buen bistec, grasiento y poco hecho, pero que debía resignarse a comer un filete de tofu, porque eso era lo que debía hacer, pero que siempre lo dejaría insatisfecho.


Aun así, NamJoon quería agarrarse a esa felicidad como un clavo ardiendo. Quería ser optimista y pensar que eso era lo mejor para todos, que tarde o temprano se acostumbraría y podría mirar atrás, a ese momento, y decir con alegría que había tomado la decisión correcta.

Cuando se descubría pensando en JiMin, automáticamente se obligaba a reemplazar la imagen del bello bailarín por la de la chica de las Converse del aeropuerto, y de inmediato, una sonrisa bobalicona se instalaba en su rostro.

Y eso estaba bien.

Estaba bien porque no debía sentirse culpable al imaginarse tomándose las manos con ella mientras paseaban por la calle. Sabía que si la besaba en los labios y las cámaras de los fans lo captaban, no habría más que un tumulto en las redes porque Rap Monster tenía pareja, pero no tendría una repercusión negativa en el grupo, ya que NamJoon estaba el séptimo en cuanto a popularidad entre los fans, y sólo sus más fieles seguidoras se apenarían por él.

No habría nada de malo si algún día tenía sexo con ella, porque no estaría cruzando una línea que definiría su sexualidad, y que sólo se habría atrevido a cruzar si fuese con JiMin. Nada podría estar mal si despertaba cada mañana y lo primero que veían sus ojos era su rostro, su espalda, o sus brazos a su alrededor, porque eso lo haría inmensamente feliz, más feliz que si se hubiera limitado a sólo mirar sabiendo que nunca podría tener a JiMin entre sus brazos.


Al lado de esa chica, ese placebo, NamJoon podría permitirse ser feliz.

Algún día podría abrazarla y sentir su cuerpo sin culpabilidad. Podría besar sus esponjosos y lindos labios. Podría verla sonreír y escuchar su risa musical y armoniosa que siempre había alegrado sus días. Podría tumbarse y reclinar la cabeza en su regazo como siempre había querido hacer, dejar que sus dedos recorrieran su pelo y se enredasen en él, sumirse en un agradable sueño sabiendo que con ella estará a salvo.


NamJoon siempre había querido eso en su futuro, en un futuro con JiMin, la diferencia era que, ahora, tenía permitido imaginárselo.


NamJoon pensaba que todo estaría bien, pero debía haberse dado cuenta que en realidad, no lo estaba.

Debía haberse dado cuenta que estaba siendo negligente. Que aunque creía que estaba haciendo lo mejor para el grupo, él solamente los estaba descuidando, distrayéndose constantemente con sus propias fantasías, alejando su desempeño y concentración en pos de una quimera que él mismo se había obligado a perseguir.

Debía haberse dado cuenta cuando tenían que parar la práctica constantemente por su causa, porque se tropezaba y se caía, porque se equivocaba en un paso y hacía que todos los demás se perdieran, porque se chocaba, se enredaba con sus propios pies, porque se olvidaba de sus propias letras, porque perdía el ritmo, porque su cabeza no estaba donde debía estar.


NamJoon debería estar preocupado porque eso estuviese sucediendo, pero estaba demasiado ocupado con la cabeza en las nubes como para que cualquier otra cosa le importase.

Todo era más fácil y sencillo así, pasándose horas embobado, soñando despierto y fingiendo que JiMin ya no le gustaba, sin darse cuenta para nada de las miradas estresadas y preocupadas que sus compañeros le lanzaban.


Sí, NamJoon estaba estúpidamente feliz, pero aquella felicidad pasajera y vulgar, lo único que estaba consiguiendo era alterar la sinergia de todo el grupo.

Todo lo que NamJoon se había esforzado en mantener por el bien de todos, estaba empezando a derrumbarse por su culpa.

Y él... él no era capaz de verlo.

Burning slow | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora