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JiMin parecía incapaz de parar quieto, demasiado alterado como para mantener su trasero pegado al asiento.


Veinte minutos en autobús y cuarenta y cinco en tren había sido tiempo suficiente para poner de los nervios a JiMin. NamJoon no le había dicho a donde lo llevaba; lo había levantado a rastras en su primer día libre después de semanas, lo había convencido de que se vistiera con ropa cómoda y discreta y para que se disfrazara para salir a la calle, y se las había ingeniado para subirlo al primer autobús de la mañana sin que hiciera demasiadas preguntas.

Solamente mencionar la palabra «cita» fue suficiente para que a JiMin le brillaran los ojos como dos faroles y comenzara a dar saltitos en el asiento, emocionado.


Los dos llevaban gorras, gafas de sol y mascarillas, pero JiMin estaba tan hablador y enérgico que fue inevitable durante el trayecto atraer la atención de alguno del resto de pasajeros. JiMin se llevó gran parte del viaje haciendo fotos por la ventanilla y convenciendo a NamJoon de hacerse una tonelada de selcas mientras los dos compartían auriculares y escuchaban música, mostrándose las canciones que más les gustaban el uno al otro.

NamJoon nunca había hecho aquel trayecto sintiéndose tan feliz.


Era casi medio día cuando la megafonía del tren anunció su siguiente parada, su parada, y NamJoon no pudo ocultar por más tiempo a donde se dirigían.

«Parque Natural de Ilsan»


JiMin miró a NamJoon como si estuviera a punto de darle un paro cardíaco, y NamJoon simplemente rodó los ojos, agarrando la manga de la camiseta del menor, tirando de él para que se levantara de una vez antes de que se les pasara la parada.


— Todo el camino dando guerra y cuando por fin hemos llegado no te quieres mover... — se quejó NamJoon al abrirse las puertas automáticas del tren, permitiéndoles bajarse por fin.


El insoportable calor húmedo del verano coreano los golpeó al abandonar el vagón de tren equipado con aire acondicionado. Lo primero que hizo NamJoon fue equiparse con botellas de agua fría y un par de helados en el primer puesto de comida que encontró, para seguir tirando de JiMin hacia el lugar donde había querido llevarlo desde que todo aquello empezó.

JiMin parecía haberse quedado sin habla desde que llegó a la isla, siguiendo a NamJoon como un pollito, agarrado del bajo de su camiseta mientras se comía su polo helado en silencio y con la mirada gacha.

NamJoon se moría por agarrar su mano y caminar juntos, pero en un día tan maravilloso el Parque Natural de Ilsan estaba lleno de visitantes y turistas, demasiados ojos que pudieran captarlos. NamJoon tenía que aguantar un poco más, por el bien de su imagen. Cuando firmó aquel contrato supo que tendría que hacer muchos sacrificios en su vida personal, pero jamás se imaginó que llegaría a ser tan duro resistirse ante el deseo de caminar tomado de la mano de su persona amada.


Había tensión entre ellos mientras avanzaban. Podía sentir que JiMin estaba en la misma tesitura que él, divididos entre lo que debían hacer y lo que realmente querían. La fama tenía un precio y muy tarde se habían dado cuenta de lo caro que era.


NamJoon aceleró el paso, y JiMin no se quejó cuando los sacó a ambos del camino, internándose en una arboleda donde se extendía alto y espeso follaje a sus pies. La zona era fresca, con mucha sombra, cerca de un lago y con pocos transeúntes a su alrededor.

Burning slow | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora