Ahora, sin embargo, podía reír de esa forma tan hermosa sin dudar de si mismo, sin sentirse inseguro, como si por fin se viera a sí mismo con los ojos con los que lo miraba NamJoon, como si se hubiera dado cuenta que era hermoso y querido, sin importar si se equivocaba o se caía encima del escenario.

Él era perfecto tal y como era, y NamJoon pensaba enfrentarse a cualquiera que se atreviera a decir lo contrario.


— Te lo mereces, por utilizar zapatillas poco apropiadas para bailar — el comentario casi pasó desapercibido para NamJoon, quien no podía quitar los ojos de JiMin.


A su lado, YoonGi le dio un ligero codazo en las costillas, al que NamJoon a penas reaccionó pues no le había dolido, pero hizo que desviara la mirada hacia su hyung, frunciendo el ceño. YoonGi le mando una mirada de advertencia que no supo identificar, pero a juzgar por cómo los ojos de SeokJin estaban clavados en él, NamJoon se imaginó qué debía ser.

Había estado mirando a JiMin con ojos de colegiala enamorada, debía haber sido tan obvio que si JiMin hubiera levantado la mirada hacia él, se habría dado cuenta perfectamente de sus sentimientos, y SeokJin estaba más que molesto por ello.


Notando sus orejas enrojecer, NamJoon tomó el vaso de coca-cola que estaba frente a él y empezó a darle pequeños sorbitos, tratando de disimular, usando el frío refresco para refrescarse las ideas, con la mirada baja clavada en la pizza.


— Eso te pasa por ir provocando — NamJoon notó cómo las risas se apagaban de repente con aquel desafortunado comentario que hizo que se le pusiera la piel de gallina. NamJoon clavó su mirada en TaeHyung, alarmado. No se le ocurriría... ¿Verdad? — Si no fueses por ahí intentando seducir a NamJoonie-hyung con tus Converse rojas no te tropezarías.


NamJoon escupió todo el refresco que tenía en la boca y comenzó a toser, atragantándose de la impresión al escuchar su nombre, dándose cuenta de cómo TaeHyung había puesto en evidencia a JiMin de la forma más humillante y horrorosa de la que podía haber sido capaz.


Todo sucedió demasiado deprisa, tan deprisa que NamJoon no fue capaz de reaccionar.

El silencio se apoderó de la habitación, una tensión aplastante los mantenía clavados a todos en su sitio y parecía que nadie movía un músculo salvo para hacer viajar sus miradas hacia TaeHyung, a JiMin, NamJoon, JiMin, JiMin...


Durante un segundo lo había visto venir. Tenía que haber hecho algo, como lanzarse encima de TaeHyung y meterle un trozo de pizza en la boca hasta la garganta, cualquier cosa para hacerlo callar antes de que hiciera un daño irreparable.

Pero ya era demasiado tarde.


Todos habían intentado ignorar el elefante en la habitación, pero en un momento y de la forma más tonta, TaeHyung lo había lanzado al centro de la mesa, haciendo que los aplastase a todos con brutalidad.


— ¡TAE! — Jin fue el primero en salir de su estupor, impidiendo que TaeHyung siguiera hablando con su regaño, pero haciendo la tensión aun más y más pesada.


— ¿Qué...? — la voz estrangulada de JiMin consiguió que NamJoon por fin tuviera el valor de levantar los ojos y mirarle por primera vez. JiMin estaba pálido, tan pálido que NamJoon temió que fuera a desmayarse en cualquier momento, sus ojos desorbitados, sus labios temblando mientras intentaba articular las palabras — ¿Qué dices, Tae...?

Burning slow | MinJoon |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora