JungKook tampoco habría sido un buen profesor para él.

JungKook era tenaz e inflexible, orgulloso, impaciente... La tarea de enseñar a bailar a NamJoon le habría sobrepasado desde el mismo instante en que los hubieran emparejado juntos.


— En serio, hyung ¿por qué eres tan torpe?


— Lo estoy haciendo igual que tu.


— ¡No, no lo haces!


Lo más seguro hubiera sido que terminasen discutiendo y con el ánimo de NamJoon por los suelos. A veces JungKook tendía a abusar de ese cariño que sus hyungs sentían por él y no los trataba como a sus mayores, sino como iguales, y sus comentarios juguetones a veces escondían una malicia no intencionada que en el pasado, hicieron sentir mal a NamJoon.


JiMin, sin embargo, era el profesor de baile que mejor se ajustaba a sus necesidades de entre todos sus compañeros.

JiMin era paciente, tranquilo y conciso. Le explicaba los movimientos paso a paso, despacio, con calma, sin alterarse cuando NamJoon lo hacía tan mal que hasta hacía daño a la vista. JiMin era cálido y sonreía cuando NamJoon se veía incapaz de hacerlo, lo animaba cuando estaba a punto de rendirse, y le daba fuerzas cuando se sentía tan cansado que no podía dar ni un paso más.


JiMin era el perfecto profesor que NamJoon necesitaba, pero las condiciones a las que estaban expuestos no eran las ideales.

Sólo tenían veinticuatro horas para realizar la coreografía de una canción de tres minutos, memorizarla y ensayarla. El tiempo jugaba en su contra y NamJoon era un aprendiz lento cuando se trataba de baile.

No tenían un lugar donde practicar, de modo que se vieron obligados a bailar en medio de la calle. Los transeúntes suponían una distracción constante y sus miradas no hacían más que aumentar la presión y la vergüenza que NamJoon sentían.

Calor. Hacía calor. Y NamJoon sudaba mucho.

Y todo ello hacía que NamJoon fuera más torpe, más descoordinado que de costumbre. Su cuerpo no respondía adecuadamente, sus movimientos de baile eran rígidos y sin elegancia. Al lado de JiMin parecía un espantapájaros sin gracia, tratando de aparentar ser una golondrina.


NamJoon estaba frustrado por su propia ineptitud, pero aun así, intentaba dar lo mejor de sí mismo, no rendirse. No podía dejar que JiMin cayera con él.

Y aún con lo paciente y entregado que JiMin era, hasta él podía llegar a perder la esperanza en NamJoon. Y no podría culparlo, NamJoon tampoco tendría fe en sí mismo. Pero ver cómo JiMin perdía la paciencia con él fue un duro golpe que casi acabó con su determinación.


JiMin estaba mal.

A él también le estaba afectando la presión y el calor, y ver que NamJoon no avanzaba suponía un gran golpe a la moral de ambos.


— Vamos a hacer una pausa, hyung. Necesito escuchar de nuevo la canción.


El tono plano y un poco seco que utilizó JiMin fue el más claro indicio de lo molesto frustrado que estaba.


Burning slow | MinJoon |Where stories live. Discover now