Capítulo #79:

64 2 0
                                    

Sábado por la mañana. Sería un sábado normal si no le pesara tanto la cabeza como le pesa desde ayer. Ella, con los sentimientos presionándole el pecho se gira en su cama y abre su ojo izquierdo con pereza. La profunda luz de este día le cae de lleno y los cierra rápidamente. Gruñe por lo bajo y vuelve a pensar. No ha dormido casi en toda la noche. Poco a poco se va estirando como puede, los huesos parecen que en cualquier momento se le van a romper. Pone los pies en el suelo y se acerca a su cuarto de baño. Se lava la cara dos, tres y hasta cuatro veces. Haciendo una piscina en las palmas de sus manos y estallándola contra su cara como una bomba explosiva. Explosiva. Como la vida misma. Abre las cortinas de su habitación y se gira, no antes sin echar un vistazo a esa casa que tiene al lado. Vuelve a girarse y mira por la ventana. Parece que hoy todo está tranquilo. El sonido del microondas le anuncia que el desayuno ya está puesto.

-¡Buenos días! – grita intentado parecer un poquito más feliz. Se acerca a su madre y deposita un tierno beso en su mejilla y luego corre hasta Luciano, cariñosa besa también su mejilla mientras él la abraza con ternura.

-Que cariñosa estás hoy. – dice él regalándole una carcajada.

-Siempre lo soy. – responde ella curvando sus labios. Él le sonríe y sigue leyendo su periódico.

Me acerco a la cocina y tomo mi desayuno. Luego subo las escaleras y me tiro en mi cama. Suspiro. Miro al techo. Cierro los ojos y vuelvo a suspirar.
En estos momentos, me siento extraña, impotente. ¿Esos días en los que dan ganas de mandarlo todo a la mierda? Pues de eso tengo ganas ahora mismo. De decirle adiós a todo el puto mundo, de pasar de todo, de hacer lo que me da la gana sin que nada ni nadie me diga lo que tengo que hacer, de comerme el mundo de una manera impresionante, sólo pensar en mí, en nadie más sólo en mí, de irme con quien me salga de ahí, sin preocuparme lo que me digan los demás. Maldito el momento en el que le vi a las afueras de la universidad con sus amigos. Maldito el momento tal vez porque pensé que a partir de aquel momento todo había cambiado y porque tuve una razón, porque lo comprendí en el momento en que te vi y me puse a sonreír como una idiota en el asiento trasero de ese coche. Porque supe justo en ese instante, antes de acabar de sonreír, que ya no había marcha atrás. Que te habías colado hasta en mi respiración y que poco a poco ibas formando cada vez más centímetros de mis huesos, que juraría que ya tienen tu nombre grabado a fuego. Pero no te preocupes, que tengo un tipex especial para los dolores. Lo llevo utilizando durante años y al principio duele, pero luego la herida se va a sanando poco a poco y todo se queda en ese sitio llamado olvido. Que a veces te hace sonreír pero otras muchas veces te hace sentir débil. Y ahora, responderme. ¿Quién no se ha tumbado nunca en la cama un rato a perder el tiempo cuando tienes mucho que hacer? simplemente para pensar, llorar...esperar una llamada, poner en orden todos los pensamientos que acechan tu mente a mil por hora. Mirar a un punto fijo en silencio y visualizar ahí todas tus esperanzas y todos tus sueños. Le has dicho a todo el mundo que quieres estar sola, que no quieres ver a nadie, pero tú sabes que es mentira. Nadie quiere estar sólo. El problema viene cuando sólo quieres estar con una persona y él no está a tu lado. Cuando pienso en él, a menudo las palabras juegan en mi mente y después nada...me quedo en blanco. No sé qué decir, ni cómo actuar. De hecho, si me encontrara con él, no sabría cómo mirarle a los ojos. Porque si por un momento todo hubiera salido bien, estoy segura de que las cosas hoy serían distintas. Ni haría tanto frío, ni tendría tanto miedo, ni estaría tan perdida. Ojalá a veces todo fuera tan fácil como apretar un botón para volver un tiempo atrás, jurándote a ti misma que ésta vez las cosas las vas a hacer bien. Me acuerdo cuando era pequeña y mi abuela me daba esos consejos que yo no entendía. Esos consejos sabios que a veces apuntaba en mi diario. Por cierto, ¿Dónde estará mi diario? Vuelvo a mirar al techo y suspiro una vez más. El aire se me desliza de los labios y se hace pesado. Abuelita... te echo de menos. Mucho. Y sé que estás conmigo, eres parte de mí...pero no puedo evitar llorar como una tonta cuando pienso que no podré llamarte ni hablar contigo. Ni abrazarte, ni entrar a escondidas en tu cuarto, mirarte mientras te maquillas y decirte 'estás tan guapa...' Todo el mundo lo decía... eras preciosa. Esos ojos azules marcaban como eras: la persona más dulce y buena del mundo. Cuando miro al cielo siempre, siempre pienso en ti y en el abuelo... pienso que en alguna de esas estrellas que brillan estás tú junto a él. Vigilándonos, cuidándonos, preparada para enviarnos fe si es que nos falta. Oye abu, ¿Y si me envías ahora un poquito? Te juro que sólo me hace falta un poquito. Es que se me está acabando la mía y no quiero volver a sentirme débil como aquel día en el que entré al baño e hice aquella locura. ¡No! Agite mi cabeza y me puse en pie. Ese último pensamiento no. Ese puto ultimo pensamiento, no.
.........
Dos, tres, cuatro...

Desafió al Corazón [FRANGELA]Where stories live. Discover now