Capitulo #44:

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Pasaron unos dos meses. O quizás más. La verdad que habían perdido la cuenta. Cuando eres feliz, dejas de contar los días. Simplemente los vives. Intensamente. Y es que ellos, ahora eran felices. Se habían conocido los unos a los otros, habían compartido millones de cosas. Ya habían pasado cuatro meses desde que se habían conocido y dos que llevaban juntos. Dos. ¿Quién lo iba a decir? La velocidad y la inversa. Juntos. Felices. Las clases iban bien. Ángela seguía siendo la alumna ejemplar de siempre y Franco había subido todas sus calificaciones con ayuda de ella. Las cosas estaban saliendo bien. Muy bien. Aunque bueno, como todas las parejas tienen discusiones. Ángela es muy celosa. Y Franco también. Y precisamente esto, los celos, son los que les juegan malas pasadas. Ahora mismo, se encontraban haciendo la tarea. La directora Macer, encargada de la asignatura de Filosofía, les marcó unos ejercicios. Franco, le pidió a Ángela que si podía ayudarle y como días atrás, ella aceptó. Ahora se encontraban en la habitación de él, resolviendo las actividades. O bueno, intentándolo. 

-Entonces, ¿Qué es? Explícamelo. -le dijo ella señalando el cuaderno. Franco se acercó a ella intentando robarle un beso pero ella lo apartó.
-Anda, explícame. -volvió a repetir.
-¿Por qué no nos tomamos un descanso gatita? -preguntó él en su oído.
-Venga anda, que solo nos queda uno. -contestó ella intentando resistirse.
-Por eso, venga, un descanso. -le susurró.
Ella negó riendo y se puso de pié. Franco la siguió y la rodeó por la cintura.
-Venga tonto, luego hacemos lo que quieras.
-¿Lo que yo quiera? -preguntó girándola sutilmente.
-No te pases de listo. -contestó ella con una sonrisa. Franco se aprovecho de la situación y camino hacía atrás con ella. Ángela consiguió liberarse.
-Eres mala conmigo. -susurró él caminando de nuevo hasta ella. Deseaba besarla, acariciarla, añoraba tanto el calor de una chica, demonios. Extrañaba muchísimo el calor de una mujer sobre él. Pero con Ángela era diferente, con ella a él le gustaba ir despacio.
-No, no lo soy. -se defendió ella tirándose de nuevo en la cama. Se llevó un lápiz a la boca y apuntó el cuaderno. Bajó un poco su falda y acomodó su blusa. Franco, no dejaba de observarla. Se sentó a su lado, resignado. Intentó robar algún beso. Intentó robarle alguna caricia. Pero Ángela se resistía. Diablos. Ninguna chica antes le había rechazado ni un beso y mucho menos una caricia.
Terminaron la tarea y Franco la miró con una ceja elevada.

-Me merezco un premio. -dijo él levantándose, trazando la cama y acercándose a ella. Ángela lo miró riendo mientras negaba.
-No, te portaste muy mal.
-No, no es cierto. -negó.
-Si, eres un pesado para hacer la tarea. -Franco le ofreció su mano y ella la aceptó, tirando de Ángela y poniéndola de pié. La rodeó por la cintura. Ángela le sonrió y deslizo sus manos hasta su camiseta atrayéndolo a ella. Franco soltó un pequeño suspiro que les hizo reír y luego, se soltó de su agarre. Dejándola con lasa ganas. Pero él no era tonto, volvió a tirar de ella, en la otra dirección. Con leves pasos, llegaron hasta una de las paredes. Pegándola más a su cuerpo mientras depositaba besos mojados sobre el cuello de Ángela. Ella lo apartó y jugó con lo mismo. Trazó una fila de besos desde su cuello y cuando parecía que iba finalizar en sus labios vaciló y volvió a besar su mandíbula. Franco soltó un leve quejido y dirigió la mirada hacía abajo, luego volvió a mirarla a los ojos. 

-¿Alguna vez te han dicho que es uniforme esta hecho para el pecado? -Ángela lo miro coqueta.
-No, nunca me lo habían dicho. Aunque un día me lo insinuaste. -ella mordió su labio inferior. -Pero en ese entonces, me odiabas.
-No me digas. -torció la boca en una sonrisa sesgada.
Ángela volvió a vacilar y se soltó de su agarre. No dio dos pasos cuando él, la sujeto del brazo, regodeándose de su pequeña victoria. La mejor forma de manejar a un chico como él, era empujándolo al límite y echarle en cara sus debilidades. Eso les entaba mal como el demonio. Lástima que él era una de sus grandes debilidades.
¿Estás jugando conmigo? -susurró de nuevo.
-¿Yo? -ella elevó una ceja insinuante.
Ángela se colocó de puntillas y enredó sus brazos en el cuello de él con firmeza, pegando también su cuerpo, incluso más, consiguiendo que él soltara un pequeño gemido que le hizo sonreír y salir victoriosa por segunda vez. Deslizó sus labios por el cuello de Franco.
-¿Que haces? -preguntó él con la voz ronca. Con deseo.

Desafió al Corazón [FRANGELA]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz