Capitulo #54

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|| Narra Franco ||

Maldita sea, de nuevo mi cabeza gritándome que no, que está borracha. Pero mi instinto me dice que sí, que lo haga, lo necesita. Lo necesito. Estoy a mil por hora, ella a mil por segundo. He deseado esto, días, meses. Es mía. Es mi novia y me lo está pidiendo a gritos. Y no es que esté mal, de hecho, son cuatro meses a su lado ya y es hasta extraño que aún no me haya lanzado. 'No, no, no, no lo hagas' Y el otro lado: 'Sí, sí, sí, hazlo'.

Me lo repetía mi mente y mi corazón, como si fuera una canción. Mis emociones estaban en posición de alarma. Cualquier rozamiento de su cuerpo me excitaba, cualquier mirada, cualquier beso, cualquier cosa. «Tócalos». Tenía que hacerlo. «Libéralos».

-Quítamelo gatito. No tengas miedo. No dudes. - Un asomo de sonrisa juguetona se curvó en su boca. - Quítamelo todo. Todo, menos la sonrisa.

-Bien, entonces tengo que quitarte esto. – susurré con la voz algo ronca de deseo.
Yo no podía más. Estaba absorbiendo bocados de pasión que abundaba en el ambiente. Y yo quería hacerla disfrutar. Atrapando sus labios de nuevo volví a recorrer su espalda hasta llegar de nuevo al cierre. Con agilidad, logré desabrochar su brassier. Ella se alejó de mi boca lentamente y me miró a los ojos perforándome con la mirada unos segundos. Luego, me dedicó una sonrisa divertida y me prendí fuego. Se alejó de mí apenas unos centímetros y retiró el brassier, tirándolo al suelo. Volvió a mirarme de aquella forma sensual y me comió la boca. Literalmente. Se fundió a mi torso. Sus pechos me quemaban, ahora sí la estaba sintiendo. Ya casi era mía. Me quemaba todo, todo. Abandoné sus labios. Venga Franco. Ella suspiró en mi boca y me alejé, mordí su hombro, eché mi aliento. Ella se arqueó y finalmente, bajé mi mirada.

-Muero por probarte. – susurré.

-Pruébame.

Sin duda, iba a enloquecer. Besé su cuello y seguí bajando mientras mis manos recorrían su espalda. Mi mano izquierda abandonó su espalda y se posicionó en su estomago, subiendo lentamente. Estaba ardiendo. Seguí subiendo lentamente y le hice una marca en su cuello. Con besos mojados bajé, hasta que se me empezó a crear una curva. Seguí bajando. Ahora sí que había llegado. Besé su seno, aún no había llegado a su pezón y ya casi estaba muriéndome de placer. Clavé mis dientes un poco más arriba, pero sin hacerle daño. Ella volvió a arquearse y soltó un pequeño suspiró. Gimió cuando le cubrí el pezón con mi boca. Mordisqueé suavemente su pezón rosado hasta que varios estremecimientos sacudieron mi miembro. Ella gimió algo más fuerte esta vez. Con mi otra mano pellizqué un poco el otro seno y continué succionándole hasta que cambié al otro con decisión mordiéndolo con suavidad, lamiéndolo con mi lengua. Esto era la gloria. Al diablo todas las fantasías sexuales, al diablo todo. La gloria era esto.

-Sabes tan dulce. – solté un suspiro erótico, contra su piel. – Como el azúcar, como la miel. – subí hasta el lateral de su cuello mientras con el pulgar le rozaba el pezón húmedo por mi boca. – Tan dulce, que te deshaces.

  Ángela contuvo el aliento. El corazón le latía a toda velocidad, palpitando por todo su cuerpo y haciendo latir su sexo dolorosamente. La notaba sobre mí. Estaba caliente, muy caliente. Rosé de nuevo con mi lengua su pezón y me separé de ellos en busca de su boca. Me respondió y con decisión la cogí en mis brazos y me giré dejándola sobre la cama. La bola de fuego que llevaba en mí iba a explotar. Creo que me acababa de correr. Sin abandonar mis labios gimió algo que no pude lograr entender, pero que casi produce que toda la sangre de mi cuerpo colapsara. Me coloqué sobre ella y comencé a moverme sobre Ángela sin percatarme de que ya casi estaba sobre su cuerpo, aplastándola, pero a ella no parecía importarle. Aferre sus muñecas sobre su cabeza, para tener mejor accesos a la piel de su cuerpo. Mis manos acariciaron, mientras apretaba y besaba su pezón, demasiado extasiado en su aroma y sabor. Ángela tenía los pezones duros. Erizados. Irresistibles. Se inclinó con rapidez y atrapé con mi boca uno de ellos. Lo devoré. Ella se arqueó.

-Joder...

-¿Te gusta? – susurré con la voz demasiado ronca. Ella tenía los ojos cerrados. Volvió a arquearse, no recibí respuesta.

-¿Te gusta? – volví a preguntar algo más fuerte. Ella asintió con su cabeza extasiada.

-Sí...- se creó un silencio en el que jadeo mordiéndose el labio inferior. - Sí, me encanta. – susurró de nuevo con dificultad mientras yo seguía lamiéndola. El ardiente jugueteo de mi boca contra su piel, me estaba quemando. Y ella pidió más, me regaló un jadeo cuando yo a propósito la rocé con mi erección en el lugar adecuado mientras le succionaba el pezón con dura ferocidad.

|| Narrador ||

Con una fila de besos llegó hasta su boca de nuevo, enredando la lengua con la de ella. Franco aspiró su calidez y se tragó su gemido mientras con la mano sobrante la rozaba conscientemente. La estrechó con fuerza, y casi perdió el sentido. Luego ella amoldó su cuerpo al de él, se arqueó y apretó sus pechos contra su torso. Franco soltó un gemido en la boca de ella mientras Ángela le acariciaba. Y llevado por la pasión, sin darse cuenta, demasiado rápido, joder quizás demasiado, su mano se dirigió a las bragas de ella, tocándola repentinamente. Ángela volvió a arquearse, esta vez con mucha más fuerza soltando el jadeo más grande que había soltado hasta ahora. Franco confirmó sus sospechas.


-Maldición Ángela, estás mojada.


-Joder, y como quieres que esté. – susurró con dificultad con la respiración algo agitada.

-Así, estás perfecta. Totalmente perfecta. – mordió su labio con fuerza. Ella cerró los ojos y suspiró.

- ¿Sabes? siempre quise hacerte esto. – susurró él separándose lentamente de su boca para recuperar el aliento. Ella le miró expectante. Franco besó de nuevo uno de sus senos mientras bajaba en su tour por el cuerpo de Ángela. Bajó por su tripa y llegó al borde de su tatuaje.

-¿Qué haces? – jadeó ella.

-Dibujar con mi lengua el contorno de la piel de tu tatuaje. – dijo con voz ronca. Ella soltó una risita imprevista. - ¿Qué haces? - susurró él divertido.

-Me estás haciendo cosquillas. – volvió a reír. Franco carcajeó y continuó besando y deslizando su lengua cada vez más abajo.

-No me explicaste que significaba tu tatuaje. – susurró.

- Volar. – susurró ella algo agitada.

-¿Volar?

-Son dos alas. Y...

-¿Y qué? ¿Qué significan? ¿Quieres volar? – susurró de nuevo mordiéndola. Rosó el comienzo de la única tela que la separaba de él. Ángela se tensó.

-Gatito, estoy al borde del colapso. Recuérdame mañana esto y te explicó el por qué ese tatuaje, pero ahora estoy demasiado extasiada como para explicarte. – dijo demasiado rápido.

  Franco rió. Estaba logrando lo que quería. Le besó el vientre. Ángela contuvo el aliento. Franco se acercó más a su calidez y volvió a subir. Abandonó su tatuaje y subió más. Ángela sintió otra vez su erección sobre su sexo. Él estaba batallando por no lanzarse, arrancarle lo único que la separaba de él con los dientes y hundirse en ella. Esta noche, solo jugaba «El placer» Volvió a jugar con su pezón, lamiéndola y saboreándola. Le encantaba el sabor que desprendía, era suave, como un caramelo, pero muchísimo mejor. Él reclamó de nuevo su boca y la lengua de ella salió rápido al rescate. Franco bajó la mano por su vientre llegando al sexo de Ángela y descaradamente la acarició de nuevo, esta vez más. Estaba mojada, mucho. Maldijo dentro de la boca de ella, eso le ponía demasiado.

Desafió al Corazón [FRANGELA]Where stories live. Discover now