Capítul⌖ 40

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EVIL

Sumerjo mi cuerpo en el jacuzzi que se esmeraron en preparar a mi gusto para mi llegada. Era una de las tradiciones entre mis empleadas del hogar, prepararme un baño caliente después de todos mis viajes. Uno de los destinos donde mi dinero iba a buen recaudo, era en mis trabajadores. Inútiles, no solían trabajar para mi. Y si había alguno, yo mismo me encargaba de él.

Dejo caer mi mirada azulada por mi cuerpo. Completamente tatuado, de pies a cabeza. A día de hoy, cuando alguien me veía, me temía por lo que era. Si mis tatuajes no estuvieran en mi piel, me temerían tambien por lo que sus ojos captarían.
Mulultiples cicatrices residían debajo de cada trazo de tinta que tenía. Eran tantas, que apenas recordaba el numero de estas, pero recordaba a la perfección, el dolor que cada una de ellas me causó. Y sobre todo, el por qué de ellas.
Hoy tenía todo lo que poseía, porque fuí entrenado.
Mi familia llevaba generaciones en la mafia, mi apellido, James, pesaba como si de kilates se tratara. Aquello, era heredado. Mi nombre Cedrik, o como me apodaron por mi bestialidad, Evil, me encargué personalmente yo de que pesara aún mas. Pero nada de esto, fue gratis. Ni siquiera el apellido.

Para llegar a ser lo que hoy era, tuve que renunciar a muchas cosas, como a mi cordura. Tan solo yo, sabía lo que había sufrido, tan solo yo, sabía hasta donde era capaz de llegar.
Así que por mucho que la gente supusiera cosas de mi, e intentara difamar aún mas mi maldad, estaban muy lejos de acercarse a lo que realmente sucedia en mi cabeza. Mucho menos, en mi corazón.
Era peor, mucho peor de lo que pensaban que era. Mi mente estaba rota y mi corazón podrido. Pero aquello, no cegaba mi astucia.

—La maldad, te hará inteligente. Alguien inteligente, jamás será bueno Cedrik.

Fue una de las frases que mi tío Newman, se encargó de tatuarme en la mente. Él fue el encargado de entrenarme. De pequeño lo odié, tanto, que resistía cada entreno por que juraba matarlo cuando acabara todo. Lo que nunca esperé, esque la historia, diera un giro inesperado.

Pero que razón tenía, cuanto más conocimiento mas maldad te rodeaba. Alguien que conocia la historia en su totalidad, no podia ser moral ante la injusticia.

Solté una risa amarga recordando mi infancia. Si esque así se lo podía llamar a ese infierno.

Pero gracias a eso, hoy, el apellido de mi familia, se encontraba en la cuspide de la piramide.

Y así continuaría, durante mas generaciones.

Y para aquello, continuaría haciando lo que mejor se me daba. Proteger mi negocio, y arrasar con la competencia. Y yo eliminando a la competencia, era huracán. Los destrozaba a mi antojo, porque aquello, me saciaba.

Aún recordaba a la perfección, el rostro de mi tio al descubrir el cadaver irreconocible de mi primo. Con quién mi ex prometida, tuvo el valor de engañarme.

—¡¿Que tipo de mounstro eres?!—Su llanto tomando el cadaver de su hijo me removió el estomago en euforia.

Me había encargado personalmente de desfigurarlo. En su estado, ni siquiera sus huellas servían para identificarlo.

—¡Te voy a matar, te mataré diablo!—Dejó caer el cadaver para ponerse en piende forma brusca.

Mis hombres, alzaron las armas en advertencia, y aquello, pareció retenerlo en su lugar. Pero su rostro rojizo y sus venas marcadas en su cuello, me confirmaban, que aquello, era una promesa a largo plazo.

Y yo, lo esperaría con ansias.

Sonreí, aumentando su ira. Porque la vi a ella junto a su hijo. Otro cadaver mas, irreconocible.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora