Capítul⌖ 34

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ALEXADRA

Camino a lo largo del pasillo esperando encontrar a Nash sentado en su escritorio, pero dibujo una mueca en mi rostro cuando al llegar a su despacho, su silla, se encuentra vacía.

La mujer del servicio me dijo que pasara, que iría a avisarlo, pero yo esperaba a que estuviera ya sentado. Como normalmente hacia, pero quizás, las horas no acompañaban...

Tomo asiento frente al escritorio y recuesto mi espalda en la silla. Estaba cansada, después de dejar a los niños en su nueva casa y conocer la dirección, volví a casa e intente dormir. Pero apenas pude dormir una hora cuando desperté por una de mis tantas pesadillas. Pero esta a diferencia a las otras, consiguió arruinarme la noche entera. Así que tomé la correa de Fear y salimos de madrugada a pasear al rededor de mi casa. Era la bueno de tener perro, que si el se encontraba despierto, podia salir contigo a pasear y daba absolutamente igual la hora que fuera. Pero el no haber dormido nada en toda la noche, se reflejaba hoy en mis ojeras, las cuales no intenté disimular con maquillaje.

De reojo observo como una figura masculina se adentra en la habitación, era Nash.

—No tenías por que venir tan pronto.—Murmura observando de reojo aquel reloj de cristal que colgaba de una de las paredes del despacho.

09:11h de la mañana.

Y reparé en su aspecto, no traía puesta ninguna camiseta. Por lo tanto dejaba al descubierto su torso trabajado. Sus caderas eran adornados por unos pantalones largos de pijama negros.

—No me dijiste hora, creí que podía venir a la que quisiera.—Me encogí de hombros.

Y el silencio que se adueñó de la sala después, me incomodó. Mas aún cuando vi aparecer a Natasha entallada en una bata de seda.

—Os he traído un poco de café.—Su pelo rubio se encontraba algo alborotado y sus ojos ligeramente hinchados revelaban que acababa de despertar.

Habían pasado la noche juntos. Aunque claro, se iban a convertir en marido y mujer, lo raro, era que no lo hicieran. Pero lo que me molestaba, era que Nash, se creyera con el derecho de prohibirme cualquier acercamiento con un hombre como si yo, fuera de su propiedad. Podía prohibírmelo con Evil, porque era su socio, ¿pero con todos los hombres?

—Gracias.—Agradecí cuando dejó la taza humeante frente a mi.

Entonces, me fije en lo que descansaba sobre el escritorio. Catalogos de decoración para banquetes de boda.

—Tu castigo sera...—Elevé mi rostro del escritorio para fijarlo en los ojos de Nash. Los cuáles habían estado observandome desde que entró por la puerta.—Entrenar a tiro, al nuevo pelotón que se incorpora esta tarde.—Fruncí el ceño.

—¿Quieres que me ponga a entrenar a novatos cuando los hombres de Blanco siguen dandonos caza a mi y a Duncan?—Solté sin poder evitarlo.

Natasha la cuál había estado parada al lado de Nash, asintió con disimulo ante mis palabras.

—Es cierto Na...—Las palabras de Natasha se quedaron en el aire cuando mi jefe la interrumpió, ignorando su presencia.

—No estan por la zona. Han sido vistos por las afueras. No volverán en un tiempo, saben que los estamos buscando. Así que no tienes porque tener miedo.—Su voz salió tensa.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora