Capítul⌖ 37

56.1K 4.2K 565
                                    

ALEXANDRA

—¿Pensáis que es fácil verdad?—Nash nos observaba molesto.—Pensáis que buscar a cuatro hombres que se esconden en los lugares más recónditos del país es algo que se puede hacer en dos días. ¡Y peor aún, hombres que no sabemos ni como son sus malditos rostros, porque iban encapuchados!—Su tono se fue elevando hasta la última frase, la cual dijo casi gritando.

—¿Por qué no hablas con Blanco? Eran sus hombres, que él te los describa.—Arrastró Duncan con desdén.

La mirada de Nash sé posó en él de manera recelosa.

—¿Sabes cuantos hombres tiene Blanco? ¿Realmente piensas que me sabrá decir como eran sus caras?—Sus puños se encontraban cerrados.—¡Ni siquiera yo recuerdo las caras de mis hombres a cargo, y tengo menos personal que él!—Su puño se estampó contra la comoda donde anteriormente, se encontraba Duncan apoyado.

Duncan iba a contestarle cuando una de las enpleadas del hogar de Nash, apareció por la puerta algo avergonzada.

Seguramente, escuchó los gritos de su jefe.

—Esta aquí su socio, señor.—Nash se llevo sus manos a la cara tallandola y asintiendo.

¿Su socio?

Pocos segundos después, apareció Evil tras la mujer, recorriendo el salón con su mirada azulada. Detras de él, le seguía su hermano Christopher y su mano derecha, Jack.

—¿Interrumpimos algo?—Su voz ronca volvió a captar mi atención, obligándome a llevar mis ojos hacia él.

Iba vestido de traje, con un abrigo largo negro. Bastante elegante venía a visitar a Nash.

Su mirada se posó en mi, y sentí aquel escalofrío recorriéndome de pies a cabeza. Observando su imponente figura masculina, que hacía horas atrás, tuve sobre mi, demandando que gimiera su nombre.

Mordí mis labios en un intento fallido de ignorar a aquel matojo de nervios que sé posó en la parte baja de mi estomago. Acción que no pasó desapercibida por sus orbes azules, que me recorrieron de arriba abajo sin ningun pudor e importandole cero el resto de hombres que se encontraban en la sala. Él cual, uno, era mi jefe. Quién también se percató de aquella mirada.

—Mis hombres estan algo nerviosos por los perros traidores de Blanco.—Nash carraspeó tras decir aquella frase.

¿Nerviosos? Para nada. Simplemente impacientes por querer matarlos antes de que ellos lo hicieran con nosotros.

Evil alzó una ceja con indeferencia ante aquello.

—¿Todavía no los tienes?—Quien pregunto esta vez, fue Jack. Con algo de sorpresa en su tono.

Y con razón, le sorprendía que no pudiera atrapar a cuatro hombres...

—Uno de ellos lo vieron en la frontera, lo reconocieron por la marca del coche, fue la misma que los abordó. Pero al parecer el resto continúa aquí. Es difícil cazar a alguien que no sabes quién es.—Habló Nash.

Yo continúe observando al hombre de tatuajes, que parecía, que poco le importaban las justificaciones de Nash.

—Quizás si tu me dejaras observar tus camaras de los alrededores...—Christopher cortó a Nash.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora