Capítul⌖ 39

53.5K 4.1K 1.3K
                                    

EVIL

Mi mirada recorre todo el club, hasta llegar al reservado en el que Caimán me esperaba. Su hermana, la cual vestía un vestido entallado el cuerpo, caminaba a mi lado, a la par que meneaba sus caderas mientras me observaba de reojo.

En un intento inútil de llamar mi atención.

Aunque no era la única que me miraba, desde que entré en el reservado, había sido la atención de varias mujeres, e incluso hombres, que posiblemente me reconocían.

—Esto es lo que va a sacudir el país en cuanto lo pongas en venta.—Me senté observando a Caimán abrir el maletín plateado frente a mi.

Dentro de el, reposaban varías cajitas de plastico en los que residía un polvo grisaceo que brillaba bajo los focos del club.

Tome uno de los potes y vertí una pequeña cantidad en mis dedos tatuados. Probando la textura. La cuál era muy diferente a la de la cocaína, esta, por su textura, parecía ser azúcar de un distinto color.

—Se tiene que diluir.—Observé los ojos verdes de Caimán, me observaba orgulloso de lo que movían por aquí.

Y aunque su presentación dejaba mucho que desear. Sabía que el efecto de esta droga, compensaba aquello.
Pero que se tuviera que diluir con algo, no me gustó en absoluto.

Por lo tanto, una vez llegara a Londres, se lo daría a mis cocineros para que modificaran sus componentes.

—¿Cuanta tienes?—Uno de los tacones rojos de Alice se rozó contra mi pierna, gesto que la pelinegra quiso hacer parecer casual.

—Tengo lo suficiente para que sientas que hacer negocios conmigo, es mucho mejor que con Nash.—Se recostó en el respaldo del sofá aterciopelado.

Que a Caimán no le caía bien Nash no era ningún secreto. En el pasado tuvieron algunos conflictos, que a mi me importaban una mierda. Pero el hombre al que tenía delante, no le hacía gracia que hubiese preferido a su casi enemigo para ser socios.

Pero él estaba en la cárcel. Y Nash, era el que mas se acercaba en ser una posible amenaza en un futuro.

—Quiero que carges el barco.—Le hablé a Jack, que en todo momento estuvo conmigo. Este asintió.

Un precio mas que saldado por todo lo que he hecho por Caimán.

—Ahora por favor, disfrutar de mi hospitalidad.—Caimán hizo un gesto con la mano haciendo que un par de mujeres entraran en el reservado.

Dos de ellas, subieron a una de las barras y al son de la música, comenzaron a moverse. Otra, caminó rodeando el sofa aterciopelado hasta sentarse en el regazo de Caimán. Y la última, se acercó con las mismas intenciones hacia a mi, pero moví mi cabeza hacía Jack, indicándole en un gesto a la chica, que se sentara sobre él.

Si me dejaba tocar por alguna de estas mujeres era para tener sexo, y hoy, no me apetecía tocar a ninguna de las presentes.

Saqué mi telefono observando de reojo a Caimán entretenerse con la mujer que tenía sobre él. Y abrí la app que me llevaba directamente al sistema de camaras que instalé. Aquí eran las tres de la madrugada, por lo tanto en Londres debían ser las dos.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora