Capítul⌖ 38

51.6K 4K 815
                                    

DUNCAN

Observo a Nash golpear al hombre de piel oscura. Era uno de los que nos habían asaltado aquella noche. Y aunque se encontraba a nuestros pies escupiendo su propia sangre al suelo, no significaba absolutamente nada. Seguíamos estando en desventaja, seguíamos perdiendo.
Y aquello, me crispaba. Por que sabía a la perfección, que uno de los culpables de esta desventaja, era mi propio jefe. Él cuál había ignorado que hubiesen asaltado a sus propios hombres por que estaba cegado con su propósito.  Pero aún así, obedecí sus ordenes de avisarlo si encontraba a alguno. Y así mismo lo hice, dos días después, di con este, el cual compraba munición en un puesto pirata a las fueras de la ciudad.

—¿Piensas que matándome evitaras que los liquidemos?—La carcajada del hombre me hizo apretar la mandíbula. Nash simplemente, volvío a golpearlo.

—Te aseguro que tu, desde luego que no liquidaras a nadie.—Sacó su arma.

Me tensé.

No porque sacara el arma. Si no por la sonrisa burlona del hombre arrodillado. Le daba igual morir, porque incluso muerto, sabía que sus compañeros cumplirían lo que hoy, él decía. Y aquello, me hizo mirar a Nash.

—Antes de matarlo, sácale información.—Su mirada marron se posó en mi con molestia.

No le gustaba que le hablara dandole ordenes. Pero al parecer, últimamente era necesario hacerlo, no reconocía esta incompetencia por su parte.

—Eso mismo, mátame, así agrandaras las ganas de mis compañeros por matar a este chico y a la morena.—La voz ronca del hombre me hizo observarlo de reojo.

Nash hizo lo mismo y lo miró, pero fueron pocos los segundos en los que su mirada se detuvieron en él. Después, me miró a mi.

—¿Piensas de verdad que este hombre va a delatar a sus compañeros?—Y sin titubear, apretó el gatillo, incrustando la bala del arma en el centro de su frente.

—Le podrías haber obligado...—Apreté la mandíbula cuando pasó por mi lado.

Se detuvo en seco antes de montar en su coche y me observó de reojo.

—Duncan, últimamente me irritas demasiado.—Alcé una ceja ante aquello.—Entiérralo bien.—Dictaminó entrando en el auto.

[...]

—En tres dias es la boda de Nash.—Me adentro en mi casa siendo seguido por el rubio, él cuál había dicho aquella frase.

—¿Y?

—Que después tendremos que ir a Rusia con él, para su "segunda boda" ya sabes.—Recreó las comillas con sus dedos una vez llegamos a mi salón.

Éramos conscientes de los nuevos planes. Nash nos puso al día tan solo acabar con la reunión que tuvo con Evil. Y aunque no me hacía gracia que le hiciera caso en algo, que solo Nash debía ocuparse. Tenía que admitir, que el muy cabron, era malditamente listo. Y a día de hoy, entendia a la perfección porque se encontraba el primero en la lista liderando toda la mafia del estado. Y aunque Nash tenía pensado arrebatarle el puesto, hoy, era consciente de que aquello, sería muy difícil.

A Evil, no podías robarle aquello por lo que fué específicamente criado para mantener y proteger. Por lo tanto, había que destronarlo de otra forma que no fuera por negocios. Como por ejemplo, sentimentalmente. Esto, era algo que solo yo había pensado, y que solo yo sabía. Y honestamente, no tenía intenciones de compartirlo con Nash, ni con nadie.
Evil, era un hombre que me generaba recelo, pero por la misma parte, intriga, por saber hasta que punto podía llegar a ser tan maquiavélico. ¿Como había llegado a la conclusión que su punto debil era emocional? Porque lo investigué por mucho tiempo. Incluso antes de que Nash me lo ordenara. Y si lo que yo pensaba no era cierto, ¿Como era posible que torturara y matara a su ex prometida y a su primo por la traición que ambos cometieron ante él?

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora