Todos respetan a Dios, pero tres veces más al Diablo. Solo aquello, era suficiente para imaginar, quién era Evil.
*Prohibida la copia o adaptación*
*Contiene escenas violentas, y no aconsejables si eres demasiado sensible.*
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Abro la puerta de casa sintiendo el frio colarse entre mis mechones húmedos, arrebatándome un escalofrío en el acto..
El perro me sigue, saliendo de casa conmigo sin necesidad de ninguna correa. Cierro la puerta con llave y me coloco de cuclillas delante del Rottweiler que ya se encontraba con las heridas cicatrizadas.
Llevo mi mano a su cabeza, sonriendo levemente al ver que no evita mi toque y lo suave que se encontraba su corto pelo.
—Se que no me entiendes.—Ladea su rostro.—Pero vuelves a ser libre.—Me pongo en pie viendo como meneaba su corta cola.
No estaba siendo fácil. Queria que se quedara conmigo, pero era un perro callejero y para el su casa, era la calle. Así que sin pensarlo mucho mas, le doy la espalda. Caminando hacia mi moto.
Y aunque me hubiese gustado escuchar algún ladrido de su parte, no escuché nada, solo los coches que pasaban por mi lado y el choque de la plataforma de mis militares negras contra el asfalto.
Mientras me duchaba lo terminé por decidir. Aceptaría el trabajo que me ofreció Evil. Serian dos meses sin trabajar y sin recibir ninguna fuente de ingreso y aunque tenía dinero ahorrado para estos dos meses, no queria gastarlos en eso. Estaba ahorrando para volver a comprar el Lamborghini que hace un mes perdí.
Aún seguía sin creer lo que me había hecho Nash. El sabía lo que significaba todo aquello para mi y aún así... Pero el error había sido mio, no por partirle la cara a Shopie, de aquello no me arrepentía y pretendía hacerle mucho mas. Mi error fue creer, que porqué Nash me había "sacado" de la calle, entendería el porqué le hice aquello.
[...]
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Christopher empuja la puerta del burdel, pero no cualquier burdel. El mejor de todo el pais, tanto que si no fuera por las escorts de lujo que esperaban detras de estas puertas, parecería un hotel de lujo.
