Capítul⌖ 14

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—Ha salido todo bien

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—Ha salido todo bien.—El suspiro de alivio de esa mujer una vez cruza la puerta, no pasa desapercibido por mi.

Los dejamos encerrados en la sala de quirófano para perros sin movil ni ninguna forma de comunicarse. Algunos lo llamaban secuestro, yo lo llamaba obligarlos a que ayudarán aquel perro.

Y sin dudarlo, me adentro en la sala sintiendo los pesados pasos de Duncan seguirme de cerca.

El hombre de mediana edad retiraba sus guantes impregnados en sangre a la basura. Habia sido él, quien lo habia operado.

Y no por voluntad propia.

¿Acaso se le podia llamar veterinario?

El perro se encontraba tendido en la mesa metalica, la herida de su torso se encontraba cosida y la zona del alrededor afeitada. Lo mismo pasaba con su cuello. Con la única diferencia de que la del cuello, se encontraba cubierta por un apósito.

—Ha necesitado una transfusión de sangre.—El hombre, el cual al ver que nuestras inetenciones simplemente eran que ese perro no perdiera la vida, se encontraba algo mas relajado con nuestra presencia.

Y mas aún, despues de haber apuntado a aquella chica con un arma. No ibamos en broma, y lo sabia.

Saco el fajo de billetes y lo dejo contra la mesa metalica. Delante del hombre y de la chica. No sabia cuanta cantidad de dinero habia en ese fajo. Pues no lo había contado, pero sabia que habia mas de mil Libras. Lo sabia por el grosor del fajo.

—Yo no queria nada gratis.—Murmuro arrastrando el sabor amargo que tuve en mi boca durante estas dos horas de espera.

El hombre abre levemente los ojos recorriendome con la mirada, a mi y al pelinegro que tenia a mi lado.

La chica, observa al hombre de su lado con una disimulada mueca.

Duncan pasa por mi lado y observa a esa misma chica de baja estatura que lo observaba tensa e intimidada por su altura. El hombre a su lado se tensa y da un paso al frente posicionandose al lado de la que podria ser su hija, en un intento fallido de intimidar a Duncan. Él cual ni siquiera se inmuta ante aquella acción.

—Ahora tu.—Apunta a la chica. La cual se estremece ante su voz ronca. Lo sabia por como lo observaba.—Vas a llevarme donde teneis las cintas de las grabaciones.—Alzo mi rostro y aprieto mis labios al ver el techo. Efectivamente habian camaras de seguridad.—Y me las darás.—La chica no lo duda cuando asiente.

Pero aquel hombre la detiene cuando ella hace el amago de dar un paso al frente. Obligandome a hacer lo siguiente.

—La proxima vez que tengamos que repetirlo.—Saco el arma de mi cintura.—Sera a una caja de pino.—Determino haciendo referencia a su ataúd.

Mucho había aguantando en no sacar mi arma.

El hombre tras torcer sus labios en una mueca, deja ir a la chica y centra su mirada en mi. Iban a dejar que ese perro muriera. Siendo ellos veterinarios, habiendo hecho un juramento hipocrático. Y eso no lo pasaria por alto.

EVILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora