Profundos y Bellos ojos azules

☆ ◦☆ ◦☆ ◦ 09 ◦ ☆◦ ☆◦ ☆

–Ya veo.

–Andy, quiero que te sientas tranquilo respecto a mí, no busco dañar a tus hermanos, mucho menos a ti. No tengo ningún tipo de sentimiento romántico por ninguno, sino todo lo contrario, siento que al igual que tú quiero cuidar de ellos, serles de apoyo como su amiga. Hay muchas cosas que no sé sobre la amistad, pero espero descubrirlas con ustedes, quiero llevarme bien con los tres y así como ustedes me ayudaron y me apoyaron en mis peores momentos sin siquiera conocerme también quiero estar para ustedes. Además, aun que llegara a sentir algo por Jeremy, sé que serían sentimientos no correspondidos.

–¿Por qué?

–Él me contó sobre sus preferencias.

–Ya veo. Me tranquiliza pensar que encontró en ti a una amiga incondicional con quien puede hablar. Le incomoda hablar conmigo de esas cosas y tampoco lo puedo aconsejar. Nunca he salido con nadie, pero se perfectamente que me gustan las mujeres, así que no puedo ayudarlo mucho con eso, aunque me gustaría.

–Solo estando ahí para él, haciéndole saber que lo aceptas tal cual es. Créeme que para él va a ser suficiente. Yo soy mujer y tampoco se mucho de esas cosas, pero los sentimientos son los mismos sin importar el género y si puedo estar ahí para escucharlo voy a ayudarlo siempre.

–Me alegra saber que pueda confiar en ti.

–A mí también me alegró que confiara en mí.

–¿Te dijo quién era la persona que quería?

–Más que decirme. Me di cuenta sola.

–¿Y qué piensas de eso?

–¿Qué piensas tú?

–Bueno, al principio pensé que estaba mal, porque ambos son hermanos de sangre y no solo eso. Ambos son mellizos, comparten un laso fraterno aún más profundo que el que comparten conmigo. Pensé que solo estaba confundido por la evidente ternura que emana Scott, pero luego, cuando me di cuenta de que sus sentimientos eran sinceros comencé a pensar que estaba bien si ambos sentían lo mismo. En este punto no sé si esté bien o mal, pero no quiero que ninguno de los dos resulte lastimado y luego terminen siendo incapaces de verse a la cara.

–Ese es uno de los riesgos que corren.

–¿Qué?

–Ayer se lo dije. Que lo sentimientos que tiene por Scott como hombre pueden ser correspondidos, pero que repentinamente pueden desaparecer de una de ambas partes, pero los sentimientos que los unen como hermanos siempre van a estar ahí. Cual camino escogerán solo depende de ellos, si se lastiman y luego son incapaces de verse a la cara, nosotros solo podemos ayudarlos a seguir adelante.

–Entiendo.

–¿Y qué hay de ti?

–¿De mí? ¿de qué estás hablando?

–Jeremy me contó. Que no tienes amigos y prácticamente has sido un adulto desde los cinco años... ¿No quieres ser joven ahora?

–¿De qué hablas?

–Tus hermanos, tanto Jeremy como Scott ya tienen 14 años, ambos tienen un trabajo y son capaces de hacer las cosas por ellos mismos... ¿No crees que ya es tiempo de que tú también lo hagas?

–Ellos aun necesitan de mí.

–¿Ellos te han dicho eso?

–No, pero...

–Entonces no lo asumas como tal. Estoy segura de que lo que ellos más quieren es que ya dejes de verlos como esos niños de cuatro años que has cuidado todos estos años y que tu hagas tu propia vida. Ellos ya te han visto sacrificar muchas cosas para que ellos sean felices, ellos quieren que ahora tú seas feliz.

–¿Jeremy te dijo eso?

–Ya es tiempo que los dejes seguir. Sé cómo te sientes.

–¿Cómo?

–Como un padre que no puede dejar ir a sus hijos. Y justamente ahí está el problema.

–¿Cuál?

–Tú no eres su padre, eres su hermano, y al igual que ellos, quieren que sigas adelante y dejes de ponerlos como prioridad a ellos y comiences a pensar en ti.

–Eres una mujer muy persuasiva.

–Y tú un estúpido sobreprotector.

–Jajaja, sabes, me gustaría enamorarme de alguien como tú.

–¡¡¿Qué?!!

–Yo...

Antes de que el siguiera hablando sentí como me tiraba del hombro hacia atrás, caímos de la banca al césped, el golpe no fue fuerte, pero sentí que mi cuerpo era ligeramente aplastado. Cuando abrí los ojos pude ver el cielo y las nubes dispersas en él, las hojas de aquel árbol se movían debido a la ligera briza otoñal y sobre mí, al mirar más atentamente, se encontraba Andy cubriendo mi cuerpo con el suyo y su cara entre mis pechos. No grité ni lo empujé bruscamente como solía hacer con otras personas, él me abrazaba por la cintura y al ver hacia los lados vi una pelota de futbol. Fue entonces cuando entendí, que me había cubierto del golpe de aquel balón. Al levantar la vista me miró a los ojos completamente sonrojado, sabía que estaba avergonzado, yo también lo estaba. Nos mirábamos fijamente con la cara sonrojada sin que ninguno dijera nada y sin que nos diéramos cuenta, ambos aproximamos nuestros rostros inconscientemente y nuestros labios se juntaron en un beso. Un beso suave, tierno, lleno de delicadeza. Continuamos aquel beso, ninguno fue capaz de apartar al otro y cuando este finalizó, simplemente seguimos mirándonos como presos de algún sueño o alucinación. Solo volvimos a la realidad cuando escuchamos el sonido del timbre que indica el término del receso y la voz del chico que nos había golpeado casualmente con el balón preguntándonos si estábamos bien. Mientras aquel chico se acercó a disculparse y Andy le tomó atención, caminé casi inconscientemente de regreso al salón mientras tocaba mis labios. En ese momento no sabía porque había hecho eso, pero aquel suave toque no me desagradó e incluso, fue cálido y placentero, se sintió como un primer beso, tierno y lleno de cariño. Cuando llegué al salón me senté en mi lugar y minutos después llegó Andy, comenzó a buscarme con la mirada y en cuanto nuestros ojos se encontraron ambos nos sonrojamos y apartamos la mirada. No volvimos a hablar durante todo el transcurso de las clases, pero de vez en cuando nuestras miradas se encontraban, pero la apartábamos de inmediato. Si ahora me preguntaran, cuando fue el momento exacto en que me enamoré de él, seguramente respondería que fue ese día.