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–Ya te dije que amigos no tengo. No me importa hacerme amiga de personas que se me acercan por interés.

–¿Y en el amor?

–En el amor..., creo que la única manera de que me case es que me lo impongan, aunque tampoco quisiera terminar así. Acabaría de la misma manera que mis padres.

–¿Por qué?

–Yo no creo ser capaz de enamorarme de nadie. Una persona que ha sentido el rechazo y que ha sido lastimada tanto tiempo como yo, se siente incapaz de sentir algo por alguien.

–¿Es solo miedo?

–Solo te estoy dando escusas, la verdad es que tengo miedo de enamorarme y que todo resulte como resultó con mis padres.

–Pero que les haya pasado a ellos no significa que te vaya a pasar a ti.

–Aun así... creo que es mejor si sigo estando sola, no quiero querer a nadie, mucho menos lastimar o ser lastimada. Además... no sé cómo querer a alguien.

–Eso se aprende inconscientemente. Que hayas sufrido antes no significa que debas seguir sufriendo y si te lastimaron no todas las personas que te rodeen van a hacerlo. Entre ellas va a haber personas que de verdad te quieran y aprecien y a quien no les gustará verte sufrir.

–Me tranquiliza hablar contigo. Aquella vez también me dejaste desahogar cuando me preguntaste de mi padre.

–Bueno. En mi puedes encontrar un amigo incondicional que está dispuesto a escucharte y dejarte desahogar.

–¿De verdad quieres ser mi amigo?

–Claro... mis hermanos y yo queremos llevarnos bien contigo.

–¿Y cómo sabes que yo no quiero acercarme a ti con las intenciones de todas las demás chicas?

–Porque aquel día que Andy te habló en el rodaje... escuché muy bien como le hablaste. No tenías ni idea de quien era él o nosotros.

–¿Ese día fui desagradable?

–Para mi gusto... no. Me reí mucho con la cara que hizo Andy.

–Ya veo. Leyla me va a matar cuando mamá la dejé venir a casa.

–¿Por qué?

–Mi hermana ama a Andy. No debe haberle gustado nada que él me haya ayudado ese día y me haya tocado con tanta confianza. Ella sabe que no me dejo tocar por nadie tan fácilmente.

–¿Te llevas mal con ella?

–No, pero ella a pesar de no compartir pensamientos con mi padre, es igual a él. Ambiciosa, perfeccionista, egocéntrica, clasista, calculadora, egoísta, le gusta tener todo bajo su control y tener la atención de todos, no le importa que las personas salgan dañadas o lastimadas por su culpa. Aun así, nunca ha sido una mala hermana, siempre nos hemos llevado bien, solo que ella ni yo somos capaces de ir en contra de mi padre para defender a la otra. Aunque en este caso es ella a la que siempre le hubiese tocado defenderme aun a pesar de que yo soy la mayor. Ella es buena, pero su voz es demasiado aguda para mi gusto y grita demasiado. Para alguien como yo, que le gusta el silencio, es una persona irritante, pero no la odio. Nunca me ha hecho nada para querer odiarla, aun a pesar de que ella tiene el cariño de mi padre. Ese cariño que yo nunca he sentido ni voy a poder sentir.

–Es bueno que te lleves bien con ella a pesar de todo.

–Lo sé, tengo muchos motivos como para querer odiarla. Tiene el cariño de mi padre y siempre ha sido amada por él. De cierta manera desde que ella llegó a casa siempre he tenido que vivir bajo su sombra, "Leyla es perfecta", "¿Por qué no puedes ser como Leyla?", "Deberías aprender de tu hermana, no haces más que avergonzarme", "Deberías esforzarte tanto como Leyla", "Leyla es más hermosa". Mi padre ha llegado a lastimarme hasta esos extremos. Pero, aun así, no puedo odiarla, Leyla no tiene la culpa de que nuestro padre sea así. Ella no ha hecho más que cumplir con las expectativas de perfección que mi padre nos imponía y a las que yo me oponía, si hay alguien por quien debería sentir rencor, ese es mi padre. Él, como padre de ambas, debería ser el primero en entender que somos diferentes y no caer en el juego de la comparación. Pero para él eso es imposible, el orgullo lo tiene por el cielo.

–Yo diría que lo tiene por el infierno. Tal y como dijiste, como padre, el debería conocer las virtudes y debilidades de cada una y aun así aceptarlas tal cual son.

Al toque del timbre acordamos que esa tarde después de clases iría a mi casa para continuar con la conversación. Al llegar al salón Andy aún se encontraba rodeado de chicas, pero al verme se alejó mágicamente de ellas y se sentó a mi lado sonriéndome. Las clases pasaron entre miradas asesinas de parte de las chicas del salón ante la evidente cercanía que había entre ambos.

Profundos y Bellos ojos azulesWhere stories live. Discover now