Camila: Te amo. -Le dijo mientras veía a la pintora llevarse un rollo de sushi a la boca. La pintora la miró con sus ojos verdes y sonrió dulcemente ante esto, así como un niño al que acaban de decirle que no tiene que ir a la escuela al día siguiente. Y esa fue la primera vez en el que la pintora no comió el sushi como si fuese lo más increíble del mundo... Lo más increíble del mundo estaba justo frente a ella.

Lauren: ¿A qué viene eso?

Camila: A que realmente te amo... -Contestó- Lauren, en los libros que leo, esos en los que las oraciones tienen sentido, las personas se enamoran unas de otras y terminan resolviendo sus problemas. Ya sabes, se salvan en situaciones de extremo peligro, dejan de ser asesinos seriales, mágicamente su cáncer se cura... A veces, me he preguntado si es realmente amor o una deuda... También me pregunté qué sucedía con esas personas que tenían buenas vidas. Me pregunte que sucedía con las tatuadoras como yo que lidian con 10 hermanos y una vida que no habría cambiado a pesar de no disponer de todos los lujos... -La tatuadora suspiró y unió sus manos- Era feliz antes de que llegaras, Lauren, y lo soy también ahora...

Lauren: ¿Eso quiere decir que no te he dado nada? -Y en sus ojos casi parecía haber tristeza.

Camila: Por supuesto que sí, Lauren... -Le dijo dulcemente mientras trazaba sus labios con sus dedos- Me has dado tantas cosas... Eres quien me abraza en los malos momentos, quien está a mi lado en los buenos momentos, esa que me besa solo porque quiere y a la que no le importa decirme lo que piensa. Me has enseñado tus secretos más oscuros, y también me has permitido apreciar tu parte más dulce. Me ayudaste a mirar la vida desde otro ángulo. Me enseñaste cosas nuevas. Me amas aunque no sea perfecta... No me salvaste de nada, ni me alejaste del mal camino, y mucho menos me curaste una de mis enfermedades milagrosamente, pero has hecho cosas mejores. Puede que sea difícil de explicar, pero son esas cosas pequeñas como las cortas miradas que me dedicas las que realmente valoro. Son esas cosas pequeñas las que realmente importan en las historias... Y son las que realmente importan porque son reales. -Y fueron las pequeñas lágrimas de felicidad y la hermosa sonrisa en el rostro de la pintora las que después de aquel discurso importaron.

***

El número 8-D en la puerta del departamento de Lauren estaba escrito en el mismo formato que el de las demás puertas, y Camila no habría podido adivinar nunca lo que había tras ella. Lo primero que vio al entrar fue... el mismo departamento desorganizado de siempre. No le extrañó, pues no esperaba nada más. Lauren y ella vieron un programa infantil sentadas en el sofá. Camila se había burlado al principio, pero luego había comprendió que la pintora no haría caso a lo que la sociedad decía. Ella era un alma libre.

Para Lauren, aquel no era un programa infantil... Era solo un programa, así como el jugo de la cajita era solo jugo. La pintora estaba recostada en las piernas de la tatuadora, riendo dulcemente por las tonterías hechas por los personajes. Camila no estaba mirando. Si le hubieses preguntado, ni siquiera te habría dicho el nombre del programa... Ella estaba demasiado concentrada en Lauren y en el movimiento que sus propias manos hacían al jugar con su pelo y trazar sus mejillas. Hubo un momento particularmente estúpido en el programa al que la pintora rió tan adorablemente que el sonido se asemejó a la primera carcajada de un niño.

Camila: Eres una bebé. -Murmuró mientras se reía de su novia y le pellizcaba la nariz suavemente. Y fue cuando Lauren volteó su cabeza, la miró fijamente y formó en sus labios la más hermosa de todas las sonrisas existentes en el mundo. Una sonrisa llena de amor.

Lauren: Soy tu bebé. -Y realmente lo creía.

***

Fue al final de 2 episodios de aquel programa cuando la tatuadora vio a Lauren levantarse y dirigirse a un lugar al que Camila nunca había entrado... Su cuarto.

La Tatuadora De Libélulas - Versión PeruanaWhere stories live. Discover now