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—Creo que debemos tomar una ducha —su respiración estaba volviendo a la normalidad.

—Ve tú, yo iré en un momento —me puse de pie y caminé hacia la cocina.

Mi erección seguía presionando mis pantalones, pero no le tome mucha importancia al asunto.

Abrí la alacena y tomé una copa y me dirigí a la cava. Serví vino tinto y lo bebí de un trago. El teléfono comenzó a sonar, rodé los ojos y contesté.

—Dylan O'Brien —suspiré.

Hey, O'Brien, lo necesitan en la oficina ahora.

—¿Sabes para qué, Lilian?

No, sólo me dieron la orden de que lo llamara.

—Está bien, estaré ahí en media hora —cerré lo ojos sujetándome el tabique de la nariz, para dar un trago más al vino.

—¡Dylan! —la escuché gritar desde el segundo piso.

—Ya voy —no sonaba como una urgencia, más bien sólo como un llamado—. ¿Qué pasa, amor?

—Pasa y cierra la puerta. Entra el frío —su cabeza se asomó detrás de la puerta de cristal, su cabello goteaba y su sonrisa era grande.

—¿Necesitas algo?

—A ti —entrecerré los ojos—. Dijiste que vendrías en un momento y no volvías —dijo tierna.

—Me llamaron del bufete —rodó los ojos—. Me necesitan allá.

—Y yo te necesito aquí —salió de la ducha cerrando la llave y corriendo la puerta de cristal. Su cuerpo estaba desnudo, como tantas otras veces lo había visto, pero aún así me sentí nervioso

—Vuelve a la ducha, Amara —no podía concentrarme en algo más que no fueran sus senos. Veía como las gotas de agua caían acariciando sus rosados pezones, pasando por su abdomen hasta perderse entre sus piernas. Tragué saliva.

—Te pone nervioso mi desnudez —en ese momento me sentía como un crío asustado por la chica linda—. Vamos, lo has tocado tantas veces.

—Lo siento, amor —recobré la compostura aclarandome la garganta y mirándola a los ojos.

—Ven conmigo a la ducha —sus manos tomaron mis antebrazos jalándome con ella. Tan tentadora y provocativa, como sólo ella misma.

El agua tibia de la regadera cayó en mi cuerpo mientras sus labios me atrapaban dejándome a su merced.

Sus senos chocaban contra mi pecho y mis manos recorrían su espalda sin cuidado

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Sus senos chocaban contra mi pecho y mis manos recorrían su espalda sin cuidado.

—Dy...Dylan —comentó entre jadeos cuando mordí su cuello—, llevas puestos los pantalones aún.

Ni siquiera lo había notado, llevaba mi pantalón negro completamente mojado. Reí y ella conmigo.

Sus manos estaban tocando la "V" de mi pelvis para jalarme hacía ella mientras bajaba mi pantalón, sonriendo perversa.

Se inclinó dejando un camino de beso a través de mi abdomen hasta quedar de rodillas frente a mí.

—¿Qué haces, amor? —sus ojos me miraban intensamente con una gran sonrisa.

—Nada —el agua corría sobre nuestros cuerpo. Bajo mi bóxer haciendo que mi erección golpeara graciosa y eróticamente su rostro.

Ambos reímos, estaba seguro de lo que pensaba hacer. Tomó mi miembro entre sus suaves y delicadas manos dando movimientos de arriba a abajo provocando que una oleada de placer recorrerme mi cuerpo, mis músculos se tensaron. No estaba seguro si sujetar su cabello o sujetarme del azulejo para mantenerme de pie.

Su lengua y sus labios estaban matándome, de una manera simplemente placentera. Tenía esa mirada intensa que sólo ella poseía, sentía una corriente eléctrica recorrerme la columna vertebral, cerré los ojos dejando caer mi cabeza hacia atrás recargándome en la fría pared. Su cabello mojado se pegaba a los lados de su rostro.

Dió una ligera mordida en la punta de mi miembro provocando un gemido ronco saliendo del fondo de mi garganta. Generalmente se dice que no puedes usar los dientes para no lastimar a la otra persona, pero estoy seguro de que ella sabía lo que hacía, se alejó provocando un sonido morboso con el cual me corrí en su boca. No planeaba hacerlo, pero a ella no pareció disgustarle.

—Termina de ducharte, tienes que ir al bufete —susurró en mi oído para salir de la ducha y dejarme sólo.

—Termina de ducharte, tienes que ir al bufete —susurró en mi oído para salir de la ducha y dejarme sólo

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Estaba un poco confundido, me recargue en la pared dejando el agua fría recorrer mi cuerpo.



La reunió con los abogados se había prolongado demasiado, pasaban de las 3 de la mañana.

Mi cuerpo estaba tenso y mis músculos hechos trizas por el estrés. Pasé mi mano por mi cabello sobando mi cuello, me dolía la cabeza. Pero por fin estaba en casa de nuevo.

Entré en silencio, tomé una copa de vino de un trago. Amara debería estar durmiendo, o eso esperaba.

Subí las escaleras quitándome el traje a su paso y tronando mi cuello. La puerta de la habitación estaba entreabierta y la luz encendida. «¿Está despierta

Escuché un gemido femenino antes de abrir la puerta. «Qué no sea lo que estoy pensando, por el amor del cielo». Tragué saliva y abrí lentamente la puerta. Me sentía asustado y enojado. «Sí está con un hombre juro que lo mató a golpes».

—¿Qué estás haciendo?

—Dy...Dylan —dijo sorprendida.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Where stories live. Discover now