2.5

9.8K 339 104
                                    


«¿Cómo dejaste que esto volviera a suceder? Él sólo juega contigo. No siente nada por ti, sólo quiere sexo y cuando se lo niegan se pone como un machito idiota».

—Veamos que tanto le importo —encendí el automóvil y condujé muy a prisa hasta casa de Thomas, dando vueltas y derrapando por la calle. Me sorprendió que no me detuviera algún guardia.

Estaba sentado en la banqueta leyendo un libro, me estacioné frente a él.

—Hola, guapo. ¿Cuál es tu nombre? —hice voz ronca, no había levantado la cabeza así que no podía saber que era yo, supuse.

—No me molestes —levantó el rostro enojado y al verme rió.

—¿Sabías que era yo? —entrecerré los ojos.

—No, pero tengo a la mejor novia del mundo —di un trago amargo de saliva—. No necesito, ni quiero chicas coqueteando conmigo —pasó su mano suavemente por la puerta—. Vaya auto.

—Un pequeño regalo por mi buen desempeño —le guiñé un ojo—. Vamos, sube.

—¿Pequeño regalo? Eso es un ramo de rosas o hasta un cambio de ropa, no un deportivo de miles dólares —se quedó boquiabierto.

Entró en al asiento del copiloto y me besó los labios.

—¿A dónde iremos?

—Justo ahora vamos a casa de Vanessa y después a la fiesta.

—¿Fiesta? —me miró confundido.

—Hay una fiesta de despedida en el campo. Iremos a hacer bardo.

—Pero eso es para los de último año —dijo con una mirada triste hacia al suelo.

—¿Quién te dijo? Tú eres mi novio Thomas e iremos juntos. Si no te dejan entrar nos vamos a otro lado.

—Eres tan... —Sonrío mostrándome sus hermosos hoyuelos, sus ojos se achinaron y desaparecieron tras sus mejillas rosadas.

Me dieron unas ganas tremendas de presionarle las mejillas, pero sólo lo besé.

Me estacioné frente a la casa de Vanessa y hice sonar la bocina un par de veces, no hubo movimiento alguno, así que bajamos y toque la puerta, Vanessa abrió, con cara de que acabara de despertar.

—¿Estabas dormida?

—No, estaba llorando en el baño porque soy una perdedora —dijo sarcástica.

—¿Qué te paso, Vane? —dijo Thomas con tono ligeramente preocupado.

—Es que tú no conoces el sarcasmo, Thom —rodó los ojos

—A veces tu sarcasmo duele.

Entramos, Vanessa aún llevaba una venda en la cabeza por el golpe.

—Hablé con Jack y en definitiva, es un idiota —resopló por la nariz.

—Me encanta decir esto: Te lo dije —canturre dando vueltas a su alrededor.

—¡Amara! —reclamaron ambos.

—Ay, perdón. Ve a vestirte iremos a la fiesta de despedida.

—¿Otra fiesta? Ayer me fue muy mal y con las medicinas no puedo tomar alcohol. ¿Alguna vez te han hecho un lavado de estómago o te limpiaron sangre? Siento como si me hubieran atropellado —se dejó caer sobre el sofá.

—Sí, a ambas, más de una vez. —Y no era mentira—. ¿Me abandonaras? —llevé una mano a mi pecho de manera dramática.

—¿Tú me abandonas para ir a la fiesta? —Iniciamos una lucha de miradas, pero me rendí y parpadeé.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora