2.14

7.2K 326 167
                                    


—Amara, ya nos vamos a la oficina. El desayuno está en el microondas —dijo mi padre mientras se acomodaba la camisa.

—Sí, papá. Los veo más tarde —froté mis ojos.

—Dylan nos invitó cordialmente a una cena a las 8:00pm en su casa.

—Yo no quiero —me cubrí completamente con la sábana.

—Vamos a ir y te callas. No habrá objeciones en este caso —«¿Bromas de abogados? ¿En serio? Es demasiado temprano, para eso».

Salió de mi habitación, rodé los ojos y fui a la cocina a desayunar. Lasaña boloñesa.

—Estoy aburrida, joder —gruñí.

Terminé de limpiar mi casa a las 3:30pm aproximadamente, me tiré sobre la cama a leer. «Mierda, necesito pintar». No lo hice, sabía que estaba castigada.

Ya que no tenía nada mejor que hacer decidí simplemente tirarme sobre la cama a ver mi serie favorita en televisión, Pretty Little Liars, para ser exacta.

«Toda la tarde en maratón de películas y series, enrollada en las sábanas con galletas y café. ¿Existe algo mejor en la vida?».

(...)
—¡Amara! ¡Llegamos! —escuché los gritos de mi madre desde la planta de abajo. 

Me había quedado dormida y los gritos me hicieron despertar.

—Espero que ya estés... —ambos me miraron desde la puerta de mi habitación— lista.

—Amara, te dijimos que iríamos a cenar a casa de Dylan. Esta mañana nos presento a Julia y querían pasar la noche con nosotros —«Seguro Julia si les agradaría a mis padres porque ella no es ilegal».

—Yo les dije que no quería ir a ningún lado —me revoque en la cama.

—Lo buen es que no te estoy pidiendo tu opinión. Te dije que iríamos e iremos. Punto. Levántate de es cama, arréglate y sonríe

—Ya te estás tomando muy en serio lo de ser severo.

Rodé los ojos, me levanté y me dí una ducha rápida, simplemente me puse de lo que encontré primer en mi armario. Bajé y ellos ya estaban listos. Estaba muy molesta aún con lo que había pasado al día anterior. No quería ver al Sr. O'Brien y mucho menos a la castaña hermosa; Julia. 

Mi madre tocó al timbre, mientras arreglaba un poco las ondas de su cabello y mi padre su corbata. «Como si fuera tan importante esta cena». Rodé los ojos, de nuevo y presioné la mandíbula. 

—Hey, que bueno que si vinieron —dijo aquella castaña amablemente. «Agh, justamente ella». Pasen, por favor.

Entramos y mamá fue con ella a la cocina para terminar de servir la comida y platicar, supongo. Papá y el Sr. O'Brien charlaban animadamente en el pasillo que daba al patio trasero.

No podía odiarla, era una chica agradable y hermosa, no podía llamarla "zorra", era completamente incorrecto, pero el Sr. O'Brien me pertenece, es mío y de nadie más.

«Agh, ¿no odian cuando no puedes odiar a alguien?».

Tomé mi móvil y revise mis mensajes, podía hablar con Vanessa o Thomas pero no me apetecía. Ví a mi padre volver a la mesa, Julia y mi madre sirvieron los alimentos, pero el Sr. O'Brien no aparecía por ningún lado.

Sentí la necesidad de ir a buscarlo y hacerle saber mis sentimientos, pero justo en ese momento apareció.

—Disculpe la tardanza, tenía lavarme las manos —se sentó y todos comenzamos a cenar. Todos platicaban, podía ver como él y Julia se abrazaban, se sonreían y se agarraban la mano constantemente mientras se sonreían uno al otro.

El mundo a mi alrededor estaba ensordecido, no escuchaba lo que decían, sólo veía sus movimientos pasar casi en cámara lenta y desee estar drogada hasta el culo para no sentir este hueco en el pecho.

—¿Puedo pasar a su baño? —pregunté molesta, con aquel tono que era demasiado notorio.

—Claro. Primera puerta a la izquierda​ —dijo el Sr. O'Brien con tono confuso.

—Yo sé donde esta el baño. Su casa es igual a la mía, gracias —entré al baño enjuagué mi cara con el agua helada. «Deja los celos. Él ya no significa nada para nosotras».

Salí y me paré en la puerta del patio mirando el césped con respiraciones profundas, tratando de calmar el caos en mi cabeza.

—¿Qué diablos pasa contigo? —resonó a mi espalda.

—¿Qué? ¿Qué pasa conmigo? —dije sarcástica y él asintió—. Está bien que tenga a una nueva chica, pero no que me la esté restregando en la cara. No acaba de decirme hace unos días que le gusto y que quiere estar conmigo, es un bipolar.

—No hables tan alto nos van a escuchar, y la bipolar eres tú; aunque utilicemos de manera errónea el concepto —me miró y sentí que hurgaba en mi mente buscando respuestas—. Espera. ¿Estás celosa, de nuevo? —lo miré con desprecio, él sólo miró al suelo y rió—. Sí, eso pasa. En primera no tienes nada que discutirme, lo que había pasado entre nosotros tú lo terminaste. Además deberías pensar en que estás con Thomas, cosa que no te cansas de recordarme —gritó/susurró.

«Mierda. Tiene razón, tiene toda la maldita razón».

—Pero después de que esto terminó no estuve contoneándome con él frente a usted —me crucé de brazos.

—Mierda, Amara. Julia no es mi novia, es mi hermana mayor. Her-ma-na —remarcó en sílabas.

Metió la mano en su pantalón, sacó su billetera y de esta una foto, entregándomela.

Metió la mano en su pantalón, sacó su billetera y de esta una foto, entregándomela

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Mierda, mierda y más mierda. Sí que eres estúpida, Amara».

—Debí imaginarlo —me golpe la frente—. Ahora entiendo el sorprende parecido. Ojos y cabello castaño, piel pálida, lunares y pecas, era tan obvio —me sentía completamente avergonzada—. Mira esas mejillas regordetas —No pude evitar decirlo al observar con detenimiento la foto, pero en ese instante me arrebató de las manos.

—¿Es en serio que creíste que salía con alguien y te pudiste celosa? —comenzó a reír como si de un chiste se tratará.

—Cierra la boca, Dylan.

—¿Qué acabas de decir? —entrecerró los ojos y sujetó firmemente mi cadera.

—¿Dylan? ¿O es por qué te dije que cerraras la boca? —levanté una ceja.

—Estás en problemas, señorita. —No parecía una amenaza real por su tono burlón.

No pude soportarlo mucho tiempo y me lancé a sus brazos colgándome de su cuello y besándolo apasionadamente, me levanto en el aire y fue como si todo desapareciera.

Me separé y lo miré directamente a los ojos. Tenía aquella mirada llena de todo.

—Volvamos a la mesa —comencé a caminar.

—Espera —se acercó a mí oído, susurrándome—. Pórtate bien, no más berrinches ni celos ridículos —seguido de un azote en mi trasero.

Solté una risita, y aunque no lo vi, podría asegurar que tenía sonrisa perversa.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora