2.11

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Metí las manos a mi sudadera, sentí algo en la bolsa derecha. Lo saqué para ver de que se trataba. «¿Unos cigarrillos? Prometiste no volver a hacerlo. A la mierda las promesas». Lo tomé entre mis labios y le pedí a una extraña que me lo encendiera.

Caminaba por un parque, bastante lindo, con árboles al rededor, bancas blancas y bebederos. Después de media hora y 3 cigarrillos ya no estaba segura de en qué sitio me encontraba con exactitud. Estaba entre un camino repleto de arbustos en forma de laberinto lo bastante altos para cubrirme entera.

Sentí que alguien estaba siguiéndome, me giré y el par de mujeres pasaron a un lado de mí trotando. «Sólo son mujeres haciendo ejercicio». Era de madrugada, debían ser las 5 o algo por el estilo.

Seguí mi camino a tropezones, de la nada unos sujetos aparecieron frente a mí.

—¡Boo! —dijo uno de los dos para después cubrir mi boca con su mugrienta mano—. No debiste estar por aquí tú sola, princesita —su risa maniática resonó en mi cabeza, su otra mano recorrió mi cintura acercándome a él, presionó mi trasero.

Me queje por el dolor, tenía cardenales por todo el cuerpo.

—Ésta niñita está muy bien —susurró a mi oído mientras olía mi cabello.

—Creo que es la hija de esos abogados de la alta. Los... —chasqueo sus dedos un par de veces intentando recordar el nombre de mis padres.

Las personas en la calle me reconocían como la niña rica y problemática de la familia Gillies, mi rostro había aparecido en revistas y periódicos con calumnias sobre mis arrestos y lo que yo era, simplemente decepcionante.

—Gillies —susurré sacudiendo el cuerpo intentando recuperar mi libertad.

—Ellos metieron a la cárcel a varios de mis amigos y a mi hermanito —gruñó con odio con sus ojos desbordando locura.

—Ahora los puedes hacer pagar —expresó el que me sostenía— Podemos desgraciar a su princesita, J.D.

—Esta niña está más corrida que las prostitutas del barrio, Pulgas —su aliento contra mi cara era repulsivo.

“Pulgas” colocó un trozo de tela sobre mis labios y sujetó mis brazos por la parte trasera de mi cabeza. J.D. tomó mi cadera mientras frotaba mi entrepierna y presionar con brusquedad mis senos. Para ese momento lo único que podía hacer era llorar e intentar evitar que me violaran.

Entre el hecho de que eran 2 sujetos grandes y que yo estaba muy drogada no estaba segura de poder librarme de ellos, estaba perdida.

De la nada el hombre frente a mí frunció el ceño y el de atrás me soltó, me dí vuelta rápidamente encontrando al Sr. O'Brien teniendo una pelea con aquel hombre. De pronto, la energía volvió a mi cuerpo como una descarga de adrenalina, que quite la mordaza sujeté al otro hombre y lo golpeé, él no podía detenerme, y yo sólo lo seguí golpeando hasta que estaba noqueado en el piso.

El Sr. O'Brien me tomó entre sus brazos, haciendo que me sintiera muy segura y protegida. Como si nada ni nadie pudiera hacerme daño si él estaba cerca. «Puta codependencia».

—Tranquila, amor. Ellos no volverán a acercarse a ti —susurró presionando mi rostro contra su pecho.

Besó mi frente, me cargó como niña pequeña y caminó conmigo en sus brazos hasta su auto. Las lágrimas no quería seder. Odiaba parecer débil y más si era frente a él. Pero demonios, estuvieron a punto de violarme un par de hombres.

—Gracias, por salvarme —dije limpiando mis ojos y sorbiendo los mocos—  Pero esto no cambia lo que hizo —traté de sonar firme, pero todo me tembló.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Where stories live. Discover now