2.37

6.1K 250 42
                                    


—Sabes que podemos hacer —comenté cambiando drásticamente de tema.

—Dime. Te escuchó —su cabeza se encontraba recostada sobre mi pecho.

—Deberíamos ir a comprarte ropa —levantó una ceja confundida—. Ropa interior, amor.

—Qué gracioso, Dylan —mi pulgar estaba sobre sus labios delineandolos con lentitud sintiendo su calidez y suavidad.

Soltó una mordida atrapando mi dedo con sus dientes.

—Lo digo en serio, amor —«Me encantaría comprarte ropa interior sexy y no dejarte usar nada más»—. Dijiste que siempre las rompo. Y ambos sabemos que no dejaré de hacerlo, así que es justo que pague por ello.

—Entonces vamos —se levantó dándome una hermosa vista de su redondo y pálido trasero.

No pude evitarlo, me levanté un poco dando una nalgada, levantó una pierna por inercia y rió avergonzada.

—Dylan, alto. O nunca podremos salir de aquí —sonrió colocándose las bragas.

—Pues una parte mi lo sigue dudando —tomé mi pene entre mi mano por encima de sábana

—¡Aaaaaamor! —sus ojos se abrieron en una expresión de reproche pero con una sonrisa juguetona.

—Sólo bromeó —sonreí de lado—, o quizás​ no.
—Vamos, vístete.

—Nada más digo comprar ropa y tienes prisa —coloqué unos bóxer.

—Sí crees que soy interesada, mejor no vamos a ningún lado —hizo puchero, cruzo sus brazos y se dejó caer en el colchón.

«Niña malcriada».

—¿Estás segura que vas a hacerme berrinche? —me incliné sobre ella para robarle un beso, pero partó su rostro.

«Parece que alguien quiere jugar». Suspiré ruidosamente dejándome caer a su lado sobre la cama y comencé a pellizcar levemente su muslo buscando su atención y molestarla un poco también, volvió a girar su cabeza al lado contrario.

—Sabes perfectamente que odio a las niñas berrinchudas —comenté seriamente.

—Ya no me importa. Dijiste que sólo te quiero por el dinero. Cómo si me hicieran falta —sacudió su cabello y se recorrió un puesto.

—Yo no dije eso, en ningún momento —reclamé mirándola de reojo con una sonrisa en mi rostro.

—¿Ahora me dices mentirosa? —escuché una pequeña risita, que estoy seguro, no quiso soltar.

—No voy a rogarte ni pedir perdón por algo ir no hice —sujeté sus caderas y la levanté sentándola en mi pierna.

—No me toques. Estoy molesta —sus manos seguían cruzadas sobre su pecho.

Lucía muy tierna, el seño fruncido mirando al horizonte pelando consigo misma por no sonreír.

—Sobre mis rodillas —comenté serio.

—Ya estoy sobre ellas, bobo —entrecerré los ojos mirándola de mala manera.

—Sobre mis rodillas, ahora.

No se movió, sé que temblaba de nervios, porqué sí, la tenía en mi regazo. Con un movimiento rápido la coloqué sobre mí. Intentó escapar, pero con mi otra pierna la atrapé.

—Te dije que no quería la niña pequeña y caprichosa. —«Eso lo sabes».

—Perdón, pero en serio quiero que me azotes —su mirada era peligrosa, me convencía de hacer cualquier cosas por ella—. Por favor.

—¿Desde cuándo eres una masoquista? —presioné sus trasero para después dar unas cuántas nalgadas dejándolo rojo.

—¡Más! —gritó en un gemido ahogado que por mi propio bien, decidí omitir. «¿En qué la he convertido?».

—Nada de eso. Vístete y nos vamos —se colocó de pie—. Hoy pasaremos juntos todo el día. Esta vez será afuera de la casa. Y ya no interesa si alguien nos ve. Quiero estar contigo.

—¿A dónde iremos? —me dió un corto beso con sus ojos azules brillando de emoción.

—A comprarte ropa interior, a qué te arreglen el cabello —lucía desteñido y descuidado, pero ella siempre era hermosa— y quizá después iremos a uno de mis bares preferidos.

—Me parece una agradable idea —volvió a besarme.


—Hola, Ele —saludé a la chica del mostrador en la tienda.

—Dylan, ¿qué te trae por aquí? —sonrió agradable. Siempre era servicial y amable, era muy hermosa además.

—Venimos a comprar ropa para mi novia —Amara sonrió un poco incómoda.

—Tranquila, nena —«¿Quizá no debí traerla a una SexShop?» Que no te intimiden los juguetes colgados, la mayoría dan más placer que dolor.

—Está bien —desaparecieron tras los estantes de ropa interior.

Había estado en ese lugar muchas veces antes, era cómodo, simple y discreto. Era una tienda grande, pero no tan concurrida.

—¿Crees qué éste es lindo? —extendió una conjunto.

—No es lindo —ví los ojos de Elena abrirse en reproche—. Está perfecto, amor.

—Ok, me lo llevo.

—Ven, yo te ayudaré —sujeté su mano y volvimos a los estantes—. ¿Qué te hace sentir más cómoda, preciosa?

—No lo sé, cualquier cosa. Menos las tangas y los corsés que aprietan mucho —reí negando con la cabeza ante su sutileza.

—¿Qué talla eres? —levantó una ceja—. Necesito buscarlo de tu talla, amor.

—Llevas mucho tiempo quitándome la ropa, ¿aún no lo sabes?

—Preciosa, yo sólo la quiero fuera de tu cuerpo. No me preocupa tu talla.

—36 —sus mejillas color carmesí aparecieron.

Extendí unos cuantos conjunto en sus manos, los que me parecía que lucirían mejor en su cuerpo. Ella dejaba algunos de nuevo en el estante y otros los dejaba sobre su brazo.

—Es demasiado —llevaba al menos 10 conjuntos sobre su brazo— creo que dejaré algunos.

—No dejarás nada. Ve a que lo registren, yo voy a buscar algo de por allá —apunté los pasillos de juguetes.

—Nada muy raro o que se introduzca en mi trasero —reímos.

—No prometo nada —levanté las manos.

—Podrías modelarme la ropa —le guiñé un ojo apuntándola.

—Pero sólo a ti —corrió al baño con las bolsas.

Se midió todos y cada uno de los conjuntos que yo le había comprado. Al terminar con eso mi pantalón apretaba demasiado. Su cuerpo en aquella ropa se veía incluso más sexy de lo que imaginé.

—Puedo ver claramente que alguien está despierto —sonrió perversa.

—Joder, ¿quién te manda a ser completamente sensual? —gruñí.

—No lo sé, no conozco a mis padres —río. Sus piernas se colocaron a cada lado de mí, sus brazos sobre mis hombros y su respiración sobre la mía.

—Me encantas, Amara. ¡Te amo! —grité haciéndola reír.

—Yo... —beso— ...te... —beso— ...amo... —beso— más —sonrió sobre mis labios.

—Mientes —sonreí sujetando sus piernas presionándola contra mí—. ¿Y sabes que les pasa a las niñas mentirosas?

—¿Se las follan duro? —dijo inocentemente, haciendo que mi erección comenzará a doler y presionar aún más mi pantalón.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Where stories live. Discover now