2.15

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Le dirigí una mirada a todos en la mesa, deteniéndome en Julia. No pude soltar una risita. «¿Cómo pusiste pensar en que ella y él tenían algo que ver? No lo digo porque ella no sea hermosa, ni mucho menos, pero son jodidamente idénticos». 

—¿De dónde salió esa gran sonrisa? —dijo mi padre mirándome.

—¿Qué le has dado, Dylan? —comentó mi madre.

—Nada. Sólo le dije que si sonreía le daría un regalo, pero solo si se comportaba como niña grande —todos rieron.

Sorprendentemente no había ironía o metáfora alguna en sus palabras.

Una sonrisa tonta se escapó de mis labios roborizándome a su paso, incliné mi cabeza escondiéndome.

Una sonrisa tonta se escapó de mis labios roborizándome a su paso, incliné mi cabeza escondiéndome

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—¿Qué clase de regalo? —preguntó Julia levantando una ceja.

—Uno muy especial. Quizá chocolates de la caja roja.

—Ahora entiendo. Esos chocolates son realmente especiales —soltó una risotada—. Dylan los protege con su alma, Eres afortunada, Amara. Ni siquiera a mí me da chocolates

Continuamos la cena tranquilamente, entre las platicas del trabajo y cosa que no me importan, él me regalaba miradas, sonrisas y guiños. Parecíamos como dos adolescentes locos enamorados.

Terminamos y mis padres se pusieron de pie, yo junto a ellos.

—Julia, Dylan. Gracias por la cena, fue realmente deliciosa.

—Y pudimos pasar un momento muy agradable. Fue un gusto conocerte, Julia —agregó mi madre.

Tomé mi chaqueta del sofá dispuesta a irme, pero la mano de Julia sujetó mi brazo seguida de un guiñó y una sonrisa cómplice.

—Andrew, Lauren. ¿Permitirían a Amara quedarse conmigo? Quiero platicar con ella y ya saben, pasar un rato de chicas.

Por mi mente vago la idea de que ella tenía casi 30 años, ¿para qué quiere hablar con alguien como yo?  

—Claro. Si no es ninguna molestia para ti o Dylan —dijo mamá. 

—Cla...claro que no. No, en los más mínimo —dijo el Sr. O'Brien inmediatamente. 

—Te vemos después —mi padre beso mi frente y se retiraron. 

Cuando la puerta se cerró Julia me miró y sonrió ampliamente. 

—¿Entonces que quieres que hagamos? —dije un tanto confundida haciendo que ella comenzara a reír como desquiciada, pero su risa era contagiosa.

—Eso a mí no me importa en lo absoluto —levantó las manos—. Yo me voy.

—Pe...pero acabas de deci... —entonces entendí y me sentí una tonta—. Mierda, ¿lo sabes? 

—No es necesario que Dylan me dijera nada, (que sí lo hizo). Puedo notar la tensión desde 2 kilómetros de distancia —no pude evitar sonrojarme—. Me iré con unas amigas cercanas. Puedes quedarte y hacer lo que quieras con Dylan, yo seré tu cuartada, pero no hagan mucho ruido —levantó una ceja—. ¿A menos que quieras que me quede a ver películas contigo?

—No lo creo —comentó él presionando sus manos en mis hombros. Ella se despidió de ambos y se fue caminando por la parte de atrás—. Cuidado con emborracharse, señorita O'Brien​.

—No prometo nada.

—¿Y ahora que hacemos?  

—Estuve esperando toda la noche para hacer esto —sujetó fuertemente mis mejillas besándome salvajemente para después bajar sus manos y presionar fuertemente mi trasero.

—¿Entonces de los chocolates ni hablamos? —comenté intentando ser lo más sería posible. «Si eran especiales para él, yo los quería».

—Amara —alargó sujetando mi manos entrelazando nuestros dedos, caminamos juntos a la cocina.

Abrió la alacena y quitó todo lo que había en ella dejando hasta el final una caja rojiza llena de polvo.

—Disculpe que lo diga, pero ¿por qué son están importantes? Los veo exactamente iguales a todos los demás.

—Son especiales porque estos chocolates comía cuando era pequeño, mi abuela siempre que nos comportabamos nos daba de estos, los que ella preparaba, estos fueron los últimos que hizo antes de morir. Me dió la receta sólo a mí, cuando me gradué de la escuela de derecho. Son excepcionalmente delicioso —dijo mientras abría la caja y me ofrecía uno.

Lo mordí lentamente intentando sentir el sabor. Él me miraba atentamente, de la nada comenzó a deshacerse en mi boca y pude sentir el mejor sabor del mundo.

—Joder, esto es delicioso. Los más deliciosos que he comido en mi vida —comencé a gritar y a brincar como niña pequeña.

El Sr. O'Brien primero comenzó a reír, después me miró fijamente y mordió sus labios sensualmente.

—¿Qué? —dije chupando mis dedos.

—Lucias tan tierna saltando —sonreí tímidamente—, pero después me perdí en tu escote. Me declaro culpable —levantó la mano.

—Se refiere a esto —bajé el cuello de mi blusa y deje ver el comienzo de mis senos—. Oh vamos, Sr. O'Brien. Creo que quiero mostrarle algo en su habitación —reí mordiendo mis labios.

Subimos y al entrar besé ferozmente sus labios, mientras acariciaba su espalda.

—Hoy quiero que sea diferente a otras veces, Amara.

—¿Diferente cómo? —sus manos estaban en mi cintura y las mías en su cuello.

—Quiero hacer el amor contigo. Sin castigos, sin vendas, sin cadenas. Sólo tú y yo, juntos.

—Eso suena perfecto para mí —comenzó a besar mi cuello mientras lentamente me depositaba en la suave cama con él encima.

Sus besos y sus caricias eran diferentes a las de siempre, más lentas, más profundas y suaves. «Cuando dijo que sería diferente no creí que tanto». Sus manos se deshicieron de mi ropa, tirándola en el suelo, yo le dí la vuelta dejándolo debajo de mí.

Su sonrisa perversa apareció, quite su corbata lentamente, y desabotoné su camisa aún con más lentitud, sin apartar mi mirada de sus ojos.

Podía sentir claramente su erección debajo de mí, esperando ser liberada.

Me incliné sobre él y besé sus labios, cuello, clavículas, pecho y abdomen pasando mi lengua y dejando pequeñas marcas.

Tire su pantalón y su bóxer al suelo, dejando su miembro al aire.

—Ven aquí, amor —me recosté a un lado de el en su gran cama, me miró fijamente y deslizó suavemente sus manos por mis hombros bajando los tirantes de mi sosten, llevo su mano a mi espalda y con un movimiento rápido este cayó.

Presionó delicadamente mis senos para después sujetar mis mejillas y besarme lentamente.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ