2.18

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—Thomas, yo... —dije acercándome.

Entre más cerca estuve de él más podía ver en sus ojos como se rompía algo dentro y me sentí asqueada de ser yo quién lo provocaba.

Parpadeó como recobrado el sentido, se dio la vuelta y abrió mi armario buscando entre mis cosas por lo que había venido. Actuando como si no hubiera visto nada, como si no acabará de verme besar al Sr. O'Brien.

—Sólo venía por una sudadera —tomó su sudadera de mi armario, la levantó en sus manos con una sonrisa casual impregnada de tristeza y salió caminando a prisa por la puerta.

—Thomas, espera. ¡Déjame explicarte! —corrí tras él por las escaleras hasta llegar al piso inferior.

No decía nada, sólo actuaba con tranquilidad. Él tenía ese don, siempre podía mantenerse inexpresivo cuando se estaba derrumbando. Cómo cuando murió su abuela, que amaba tanto o más que a su madre, él sólo la miró en el ataúd y salió sin decir nada, con la mente hecha un caos, pero no derramó ni una lágrima.

Thomas era capaz de ordenar el caos o simplemente de pasar por encima sin chistar.

—Gracias, señores Gillies, me tengo que retirar. Muchas felicidades —sonrió genuinamente.

Sujeté su hombro para tratar de hablar con él, pero no me salieron las palabras, simplemente miró mi mano con desdén y siguió caminando hacia la puerta desapareciendo por esta junto a sus padres

La frialdad en su mirada fue asombrosa, heló mi anatomía por completo.

—¿Todo está bien, nena? —preguntó mi madre, hasta ella lo había notado.

—Sí, claro —«No. Todo está jodidamente mal. Mierda»—. Discúlpeme, no me siento muy bien, iré a caminar un rato.

—Te acompaño. —Vanessa me siguió, pero la detuve en seco.

—¡No! Está bien. Puedo ir sola —me estaba temblando todo el cuerpo.

Comencé a caminar de manera inconsciente hacia la casa de Thomas. Golpeé en repetidas ocasiones y Bonnie me abrió.

—Hola, hija. Thomas no está —sonrió cálidamente.

—Creí que vendría a casa.

—No te preocupes, hija. Las peleas entre novios siempre se arregla —sonrió nuevamente—. Debe estar en el parque pensando, como siempre.

—Gracias, Bonnie.

Caminé hacia el parque y bien dicho, ahí estaba él. Sentado en una banca mirando a los niños de los columpios.

—Tho...Thomas —mi voz vario en tono, sujeté su hombro.

—¿Sabes? Siempre me gustaba imaginarte cuidando a nuestros hijos —sonrió, pero no su típica sonrisa tierna y feliz, era más apagada y llena de tristeza—, pero ahora todo eso está jodido.

—Lo siento, cariño. —Me senté a su lado e intente continuar.

—Amara, ya no me llames "cariño" —su voz fue seca.

—Fue un error, tienes que disculparme —traté de sonar lo más sincera posible, pero sabía que eso no iba a arreglar lo que había hecho.

—¿Por qué? ¿Por engañarme con un hombre mucho mayor? ¿o por mentirme desde siempre? No te preocupes. Te perdono, puedes dormir tranquila está noche —miraba a la nada, lo conocía tan bien que sabía que estaba ordenando sus pensamientos antes de colapsar en silencio.

—Sé que eres una persona inteligente y madura. Mucho más de lo de yo soy o seré en la vida. Pero dime algo. Gritame que soy una zorra o algo. —Quería que si esto era un adiós fuera uno apropiado, uno que no me hiciera extrañarlo cada segundo.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Where stories live. Discover now