Tetsuya. Kagami soltó un suspiro y rodó los ojos, Kuroko y sus hormonas eran algo insoportables, pero nunca lo diría, no quería morir tan joven y además no era su culpa, era culpa del embarazo.

—Bueno, tu gana, lo insinué. —Kuroko sonrió triunfante.

—Lo sabía, quiero que su nombre tenga un significado especial. —dijo Tetsuya con los ojos brillantes.

—¿Aki?

—No, muy usado

—Hiro

—No, muy común

—¿Kai?

—No, muy corto.

—¿Rin?

—Ese nombre es Chino.

—¿Taki?

—No me gusta.

—Yuki.

—No, suena a nombre de mujer.

—Ashh, mmhh ¿Seika?

—No, muy Akashi-kun.

— Haruko.

—Suena a apellido.

—Min.

—Es coreano.

—¡No te gusta nada! —gritó Taiga.

—¡Claro que sí! —respondió Tetsuya.

—Ajá, ¿Qué nombre te gusta?

—mmmh, no lo sé.

—mmh.

—...

—¡Ya se! —gritó Kagami repentinamente. Kuroko lo miró con en sonrisa.

—¿Qué? —inquirió el peli azul.

—Nuestro bebé es una pequeñita luz. La luz más especial y merece un nombre especial.

—¿Como?

—Akira.

—Me encanta.

°°°°°°°

Las cosas estaban bien, de hecho, estaban excelentes, solo faltaba unos días para el parto de Tetsuya. Ese día Tetsuya había despertado con dolores en su vientre bajo. Pero con una urgente llamada a su obstetra se enteró que era completamente normal. Tres o cuatro días antes del parto el bebé se acomodaba.

Esa mañana estuvieron los dos acostados en la sala. Taiga había dejado la empresa en manos de su vicepresidente Sakurai, por un mes para cuidar de su novio y su hijo.

—Kise-kun me llamó, dice que en unos días después del nacimiento de Akira desea venir a visitarnos, para que su nena conozca a su primo. — Afirmó Tetsuya mientras con una mano acariciaba su vientre.

Hace tres meses Kise había dado a luz a su pequeña, la niña era preciosa, rasgos finos, piel pálida, suave y delgado cabello rubio y unos hermosos ojos color azul eléctrico, definitivamente una niña preciosa.

—Ahora vuelvo. — ijo Kagami levantándose del cómodo sofá—. Tengo que acomodar las últimas cosas del cuarto de Akira, quiero que ya esté todo listo.

Kuroko asintió con una sonrisa al ver la sincera emoción de Kagami cada vez que mencionaba algo sobre el pequeño.

—Suerte. —susurro antes de que el pelirrojo abandonará la habitación.

El peli azul recordaba perfectamente como fue el proceso de crear la habitación perfecta para su nene, aunque lo que más la gustaba recordar fue el día en el que decidieron pintar las paredes de un tono grisáceo claro.

De bodas a pañales (CORREGIDO)Onde histórias criam vida. Descubra agora