—Gracias, muchacho. Adiós preciosa, mucho cuidado —le guiñe un ojo.

Tomé la caja de cartón con cuidado y la lleve al estudio; era enorme, pero liviana. Finalmente coloqué sobre ella un moño rojo del tamaño de mi rostro. Acomodé el ramo de flores que había comprado.

Fui a la cocina y llevé el desayuno hasta la habitación.

—Despierta, amor —susurré a su oído.

—5 minutos más, papi. La escuela puede esperar —movió su mano ahuyentandome.

—No me llames Papi, ya te dije que me calienta —comenzó a reír cubriendo su rostro con las sábanas y las almohadas.

—Lo siento, Dyl —murmuró asomando sólo sus ojos.

—Está bien —sonreí—. No sigas tentándome o te follaré muy duro —me senté a su lado viéndola comer—. Te traje el desayuno.

—¿Ya comiste tú?

—No, pero no quiero comida. Quiero comerte a ti —sonrió inocente.

—Bueno, pero ten comida —su boca estaba llena con los panqueques.

«Tan tierna».

—No hables con la boca llena o terminaré castigándote —levantó una ceja sonriente.

Volvió a acercarme el panqueque a la boca, le dí una mordida.

—Cómetelo o no dejaré que me castigues —reí comiéndolo.

Terminó de comer y me acerqué dándole un corto beso.

—Feliz cumpleaños 19, amor —la abracé con fuerza.

Temía que en cualquier momento fuera arrebatada de mi lado. Que alguien la alejará de mí era mi peor pesadilla. Desde que me había despertado tenía esa sensación tan desagradable.

—Gracias —sonrió mostrándome sus dientes.

—Tengo una sorpresa para ti, pero no puedes ver —tomé de mi cajón una venda de seda que usaba para algunos juegos y cubrí sus ojos.

—Esto es como el comienzo de una película porno francesa que ví —dijo haciéndome reí.

—Pues no es eso, pero quizá después lo sea —carcajeo al igual que yo.

—¿Esto es una escena de "50 Sombras de  Grey"? Eso sería interesante —la guíe hacia el estudio, la dejé parada a un metro de distancia de su regalo.

Deslicé mis manos por su nuca y le quité la venda dejándola caer en el suelo.

—¡Oh por Dios! —gritó viendo la gran caja frente a ella.

—Ábrela, cariño —señalé.

Abrió rompiendo la caja de cartón, como niña pequeña en Navidad.

—No es verdad —soltó un chillido.

Abrazo el gran oso blanco de peluche con un ramo de tulipanes rosados, y se quedó recostada en él.

—¿Cómo sabes que me gustan los tulipanes? —levantó una ceja con el ramo entre sus delicados brazos.

—Yo sé muchas cosas de ti, amor.

Corrió hacia mí y me besó saltando a mis brazos. Lo único que deseaba era poder hacer esto toda la vida.

—¿Tienes idea de lo que sería de mí sin ti? —murmuró.

—No, amor. Pero sé que mi vida estaría vacía sin ti —me abrazó.

Su rostro se escondió en mi cuello, podía sentir su respiración. Yo me incliné, oliendo su cabello, siempre con ese olor a vainilla que la caracterizaba

La presioné a mi cuerpo, una vez más temía no poder volver a hacerlo. Que las leyes, sus padres o cualquier adolescente tonto la separara de mis brazos.

Temía con todo mi ser no poder volver a besarla, abrazarla y sentir su piel bajo la mía.

El móvil de Amara comenzó a sonar en la otra habitación, me separé y corrió contestando.

—Mamá, Papá —sonrió ampliamente—. Gracias, los extraño mucho. ¿Está semana?, ¿es en serio? Entonces me llevarán a la universidad. Genial —se dejó caer en la cama—. Sí, está aquí conmigo, bueno en la cocina. Ya saben yo duermo en la sala —«Mentirosa». Sí, ya se los paso.

Se puso de pie y trotó en su lugar un poco haciéndome reír. Me recargue en el marco de la puerta riendo mientras negué con la cabeza.

 Me recargue en el marco de la puerta riendo mientras negué con la cabeza

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—Son mis padres, Sr. O'Brien. —Había pasado tiempo desde que la última vez que me llamaba así que hasta me fue extraño volver a escucharlo.

—Hola, Lauren​, Andrew. ¿cómo han estado? —la miré volver a recostarse.

Excelente, pero un poco tristes de no poder estar con nuestra hija comentó Lauren.

¿Se comporta bien?

—Muy bien, no hace travesuras —reí internamente.

Gracias, por estar con ella. Es una pena no poder abrazarla en su cumpleaños —la voz de Lauren sonaba melancólica.

—Lo sé, pero no parece muy triste. Esta ayudándome mucho y la he puesto a revisar la Constitución. —Sabía que para ellos eso era como leer la Biblia.

¿En serio? dijo Andrew—. Amara nunca había presentado interés alguno en las leyes, me alegro de que te sirva de ayuda.

—Dijo que tenía que repasar las leyes por todas esas infracciones que ha cometido últimamente, así que la puse a leer y me ha estado ayudando con la limpieza.

Amara estaba sobre la cama jugando con el dobladillo de su camiseta dejándome ver sus bragas.

—No creerían lo mucho que me ayuda.

Nos tenemos que irnos​. Ha sido un gusto saludarle nuevamente.

—Cuidado, espero vuelvan pronto. Y que todo salga bien con Dilaurentis —colgaron.

Fuck me, Mr. O'Brien (+18)Where stories live. Discover now