—Oye —era Cedric—, tu padre está esperando.

—Claro, vamos —tomé su mano y fuimos a donde estaban todos.

Había un lugar en la cabecera del salón. Parecía un escenario y ahí estaban mi familia y los Hathaway.
Lena si que se había lucido. Cedric y yo subimos, todos estaban en pleno silencio y Adrián sonrió al vernos. Me quedé a lado de Daniela y mi madre, Damon estaba detrás de Adrián, mientras que los Hathaway estaban del otro lado con Cedric. Lena estaba con ellos. ¿Ya no era Vasilith?

—Buenas noches a todos —empezó Adrián—, nos da un enorme placer tenerlos aquí reunidos, celebrando el compromiso de mi hermosa hija Alexia, y Cedric Hathaway —Cedric estiró su mano hacia mí y fuimos a lado de Adrian—. Sabemos que además de este espléndido festejo, nos aguarda una maravillosa boda, en donde por fin, una vez más fuego y agua se unen formando una alianza poderosa que beneficiará no solo a nuestras familias, sino a todos aquellos que pertenecen a nuestros reinos. Los Dioses se complacen al ver como sus hijos, dignos descendientes, continúan con la preservación de esta magia, esta magia de la vida, y la cual estoy seguro perdurará por muchos años más. Así que, propongo un brindis, por Alexia y Ced...

—¡Su Majestad!

Alguien gritó desde la puerta. Era uno de los guardias. Roger, lo reconocí por su brillante cabello naranja. Venía corriendo y parecía que no podía más. Pasó empujando a todos sin importarle las quejas de aquellos que se ofendieron. Cuando por fin llegó, cayó de rodillas ante nosotros y trataba de recuperar el aire.

—¿Roger qué ocurre?

Me solté de Cedric y bajé para ayudar a Roger los demás me siguieron. Alzó la mirada, estaba rojo por completo, como si hubiera hecho un gran esfuerzo.

—Carl, necesito a Carl —dijo casi sin aliento.

—Trata de calmarte —Cedric le pidió en un tono lo más tranquilo posible— ¿Qué es lo que pasa?

—¡Roger! —gritó Carl— ¿Qué te pasó?, estás manchado de sangre.

No lo había notado. Tenía las manos pintadas de rojo. Tomé una de ellas y efectivamente, era sangre.

—Alexia, no lo toques —Adrián ya estaba ahí también y me hizo a un lado.

—Es Jillian.

Me levanté de golpe al oir su nombre. Otro guardia más venía entrando y traía en brazos a alguien. Dios mio.
Corrimos hacia él y mis ojos no podían creer lo que veían.

—Saca a toda la gente de aquí —ordenó Adrián.

—¡No, Jillian!

El guardia la dejó en el suelo. Estaba vestida con su uniforme, jamás regresó de la misión.

—¡Traigan algo para su cabeza rápido! —ordenó Lena; se quitó el antifaz y tocó a Jillian con cuidado.

Parecía una hoja de papel, e incluso en el rostro, sus venas parecían moradas y se marcaban mucho. ¿Qué le habían hecho?

—Jill, hermanita escúchame, estarás bien —Carl estaba desesperado.

—Abran su ropa —Dashia estaba detrás de mí —. Háganlo, creo saber lo que tiene.

Al ver que nadie hizo caso, Daniela se agachó para tomar la chaqueta y blusa de Jill, y las rasgó por completo, dejando su pecho al descubierto.

—Qué demonios... —Lena miró horrorizada.

Esto era algo que jamás habíamos visto. O al menos yo no.

—Está podrida —dijeron Lena y Dashia al mismo tiempo. Ellas sí sabían lo qué era.

—¿Podrida? —Carl las miró confuso—,  ¿qué rayos es eso?

—Carl —Daniela lo llamó —, no hay nada que hacer, alguien la envenenó. Es mejor dejar que la consuma...

—No, no puedo —interrumpió Carl—, es lo único que me queda en este mundo, prometí que cuidaría de ella, se lo prometí a mi madre.

—Lo sé —era como si Daniela hablara con un niño pequeño—, y lo has hecho muy bien, pero si tratamos de hacer algo, sólo alargaremos su dolor, y nadie asegura que podamos salvarla.

—Denle vuelta —todos miraron a Dashia— ¡Háganlo!

Carl le dio la vuelta con cuidado y al parecer esta chica tenía razón. Un pequeño pico, como una espina, sobresalía de la espalda de Jill, parecía roja, quizá si la sacábamos...

Estiré la mano para sacarla y me maldije a mi misma por haberlo hecho. Fue como si me quemaran con un hierro candente. Las viejas cicatrices de mis manos se pusieron rojas, como si estuvieran frescas. Adrián me miró sorprendido.

—No seas idiota —Dashia me apartó—, es magia podrida, pero muy poderosa, sólo gente con protección puede manipularlo. Lo siento, no hay nada que hacer.

Carl se aferró a Jill. No quería dejarla ir.

—Tranquilo —susurró Jill—. Estarás bien.

Tomó un gran respiro y después, fue como si se apagara. Su piel volvió a la normalidad y las venas desaparecieron.

—El veneno ya terminó su trabajo—Dashia se levantó de ahi y fue con Ivan. No lo había visto en toda la velada.

—¿Quién la trajo Roger? —pregunté—, ¡cómo demonios llegó hasta aquí!

Roger se puso de pie. Parecía más calmado, pero el temblor de sus manos me decían otra cosa.

—Yo... Alteza, unos chicos la trajeron.

—¡Y por qué carajos no has hecho que vengan! —Robert lo tomó por la solapa de la chaqueta.

—Que se presenten ante mí, ¡ahora! —ordené.

Roger salió corriendo hacia la entrada. Jamás me había comportado de ese modo, dando órdenes y gritándole a la gente. Me parecía a Adrián.

—Cálmate Alex ya verás...

—No me pidas que me calme Lena, este no es el momento.

—No puede ser...

Lena ya no me veía a mí. Estaba mirando a las tres personas que venian con Roger.

—Están vivos —no sabía si Cedric lo había dicho para si mismo o con intención de que escuchara. Optaba por la primera.

Los tres llegaron ante nosotros y se arrodillaron.

—Exigo saber sus nombres, ahora —ordenó Adrián.

Tres pares de ojos totalmente conocidos se clavaron en mí, dejándome sin defensas.

—Soy James Weber, y ellas son mis hermanas, Dëni y Vanessa, estamos a sus órdenes Majestad.

"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora