—Tratándose de él, no creo que le incomode, cuando tenga algo espero me lo comunique.

—Por supuesto señor— dijo la chica tratando de ocultar su sonrisa y salió de ahí para ir directo a Baltimore.

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Mientras Hannibal esperaba en su consultorio el regreso de Will, escuchó un auto aparcar fuera de su casa, después, unos pasos por la puerta principal y luego, leves golpes en la puerta del consultorio. Debatía la presencia de un nuevo paciente sin cita, pero al abrir la puerta se encontró con la joven que estaba en el equipo de Jack cuando encontraron el regalo del esquizofrénico.

—Buen día doctor Lecter, mi nombre es Miriam Lass, soy parte del FBI, le mostraría mis credenciales, pero sólo soy una aprendiz.

—Nunca sólo una aprendiz. Un agente en formación— la corrigió con una sonrisa— pase por favor. Recuerdo haberla visto hace un par de días.

—Sí, durante la escena del crimen al norte de Baltimore. Esperaba hablar con usted acerca de un ex paciente, no necesariamente uno de los suyos, sino alguien con quien quizá haya tenido contacto cuando era médico practicante.

—No he practicado la medicina por algún tiempo, pero por fortuna para usted tengo buena memoria. Por favor— le indicó que tomara asiento mostrando la palma de la mano hacia la silla frente a su escritorio.

—Su nombre era Jeremy Olmstead.

—Quizás no tan buena memoria después de todo. No recuerdo ningún paciente con ese nombre. Pero me suena familiar.

—Lo encontraron muerto en su trabajo recientemente, es otra víctima del Destripador de Chesapeake.

—Es por eso que me suena familiar. Lo leí esta mañana.

—Supuse que tal vez Will Graham se lo mención, de cualquier forma, el motivo de mi vista es que el señor Olmstead tenía dos viejas cicatrices en el muslo, patología forense determinó que fue herido años atrás, el hospital de Chicago comprobó que fue atendido ahí por un accidente al caer de un árbol mientras estaba de cacería, se clavó su propia flecha. El médico registrado era un cirujano, sin embargo, usted estaba en emergencias esa noche.

—¿Lo estaba?

—Sí, su nombre figuraba en el registro de admisiones.

—Déjeme pensar— dijo Lecter, cotejando la profundidad en la investigación de la chica. Por supuesto que recordaba al hombre, un cazador grotesco a quien había visto en una tienda de artículos para cacería, sin duda era un cerdo vulgar, quien se regocijaba con el sufrimiento de las pobres criaturas a las que cazaba, por supuesto eso había cambiado cuando cada una de sus herramientas se habían vuelto contra él en el taller— Tendrá que disculparme. He visto demasiada gente en emergencias, pero no muchos cazadores.

—Ha pasado mucho tiempo desde el accidente es verdad, supuse que tal vez recordaría algo sospechoso sobre la herida de flecha.

—Si se trata del caballero que estoy pensando, vagamente recuerdo un compañero cazador trayéndolo y sólo eso.

—Supuse que sería una posibilidad remota. Pero deseaba hablar con usted.

—En aquellos días llevaba diarios detallados, si gusta podría buscarlos para usted. Quizá encuentre algo de ayuda en ellos. Después de todo es el caso en el que Will también está trabajando.

—Eso sería genial, si no le molesta.

—De ninguna manera, si espera aquí lo traeré para usted.

—Gracias doctor.

Miriam miró al doctor subir por las escaleras, su aura refinada y pacífica le proyectaban serenidad, dejó su abrigo sobre el asiento y sin poder contener las fuertes ganas de echar un vistazo a la decorada oficina, se deslizó silenciosamente hacia el librero y la mesa circular con bocetos en una esquina. Eran perfectos retratos a lápiz de fino y firme trazo. Ella se acercó, su curiosidad era elevada y deseaba realmente ver que había retratado un psiquiatra con tales gustos en la decoración, su mano se acercó para tomar la esquina de una hoja de papel cuando la perilla de la puerta se giró y Will Graham entró a la estancia clavando sus enormes ojos azules en su rostro.

EternidadWhere stories live. Discover now