"UN REGRESO Y UNA PROMESA"

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Las tres personas delante de él arquearon las cejas ante su enorme sonrisa. Era increíble como mencionar el nombre del pelinegro podía hacer que el humor del moreno cambiara repentinamente. Era ahí cuando podían darse cuenta que Vic seguía enamorado de ese niño de ojos azules, y que, tal ve, nunca había dejado de estarlo.

-Quiero verlo. -dijo en un suspiro, haciendo reír más al castaño mayor.

-Bien, bien... Ahora le aviso que ya despertaste y que quieres verlo. -respondió, sonriendo a la vez.

-Entonces nosotros iremos a casa a descansar un poco ¿Esta bien? -dijó Vivian, dejando un dulce beso sobre la frente de su hijo menor. -Ahora que se que estas mejor, podré descansar bien.

Vic sonrió enternecido hacía su madre, nunca le gustó preocuparla, cada vez que lo hacía no podía evitar sentir culpa. -Tranquila mamá, descansa, estare bien.

-Llamaré al doctor para que te haga las revisiones que corresponden, regresaremos en un rato. -comentó Víctor, dedicándole una pequeña sonrisa a su hijo. Vic asintió.

Sus padres salieron de la habitación, dejando a Mike despedirse de su hermano. Vic frunció el ceño. Mike lo veía fijamente con una estúpida sonrisa en el rostro y un brillo extraño en sus ojos.

¿Qué? -preguntó incrédulo el menor.

-Nada. -respondió. -Le diré a Kellin que entre. -caminó hacía la puerta, y antes de salir, voltio el rostro hacía su hermano. -Ah, y otra cosa... Saliendo de aqui, te tengo una sorpresa. No sé si te vaya a gustar... Pero te va a sorprender. -y dicho esto, salió de la habitación, dejando a un Vic bastante confundido y emocionado.

¿Sorpresa?, Vic frunció el ceño de nuevo. Las sorpresas de Mike siempre terminaban siendo bromas, que de vez en cuando eran divertidas para ambos, pero que en ocasiones, eran tan pesadas que terminaban enojados por días. Sólo esperaba que esa tal "sorpresa" no fuera una de esas famosas bromas de Mike.

El sonido de la puerta siendo abierta sacó al moreno de sus cavilaciones. Su corazón comenzó a golpear fuerte contra su pecho de nuevo, al ver como cierta y conocida cabellera negra entraba por esta. Y de pronto, todo ese asunto de Mike y cualquier otro salió de su cabeza, al perderse de nuevo en esos hermosos y grandes mundos azules que lo miraban con cierto nerviosismo y una pisca de alegría en ellos.

Kellin lo miraba desde el centro de la habitación, su labio inferior atrapado entre sus dientes, jugando con el borde de su sueter gris, una manía muy conocida por el moreno; Kellin estaba nervioso. Su cabeza tratando de decidir entre acercarse o no a su castaño.

Un silencio un tanto incómodo hacía la habitación aún más sofocante para ambos chicos. ¿Cómo comenzar a hablar de algo que nunca acabó?.

-Hola. -fue el moreno quien terminó con aquel silencio, y Kellin lo agradeció mentalmente.

-Ho-Hola. -balbuceó en respuesta, sintiéndose algo estúpido por ello. -Que... Que bueno que ya estés bien.

Vic sonrió enternecido. -¿Te quedaste toda la noche aquí?... ¿Te preocupaste por mí? -cuestionó, de cierta forma esperanzado y deceando que la respuesta a la segunda pregunta fuera un rotundo si.

Kellin asintió y con la vista pérdida en algún punto del piso de la habitación dijó; -Si, me quedé toda la noche, y si... Me preocupe por ti.

Vic quiso preguntar un por qué, pero creyó que la respuesta ya se la sabía, así que sólo se dedicó a sonreír.

-Kellin, ¿Puedes acercarte? -preguntó el mayor sin dejar de sonreír.

El ojiazul no respondió y sólo lo hizo. Se acercó al castaño, esta vez, viéndolo a los ojos, y de nuevo, y como se supone debe ser por el resto de los siglos, el azul y el marrón se mezclaron. Creando así un color único e irreconosible para el universo entero. Pero ese era su color, el color de su amor, tan único como lo eran ellos.

¨Hero¨{Kellic Quentes}Where stories live. Discover now