Say you won't let go

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Segunda parte de "No puedo evitarlo".


Lauren's POV

Las pequeñas luces de forma alargada se colaban por las persianas de mi ventana encontrando la perfecta pista de aterrizaje sobre la piel de su rostro, sobre su cuerpo únicamente cubierto por las finas sábanas y sobre su cabello que, despeinado, la hacía lucir incluso más bella. Encontrando el camino que yo misma había recorrido y perdiéndose tal como yo lo había hecho en el instante en que vi sus ojos.

La conocí en una de las tantas fiestas que llevaban a cabo los estudiantes de la Universidad, y recuerdo pensar en que cómo jamás la había cruzado, en cómo no apareció en mi vida desde el primer día con aquella luz que incluso antes de conocerla podías percibir y cuando llegabas a hacerlo te cegaba sólo dejándote ver lo bueno del mundo.

Habían pasado dos meses desde entonces.

Como había prometido esa noche, y tras miles de cavilaciones sobre ello, volví a llamarla al día siguiente. En el lapso de los primeros días de los dos meses pasados, nos habíamos visto tantas veces que pasar un día sin tenerla en frente mío se sentía tan ajeno a mi vida como lo era yo antes a su existencia, y los días en que aquello sucedía eran los que odiaba. En parte era porque en aquellos días no podía verla, no podía sentir su perfume ni podía tenerla en mis brazos, y era privada de su luz, pero por otro lado, y me atrevería a decir que uno incluso peor, en esos días pensaba.

Era en esos días cuando mi mente me preguntaba qué demonios pensaba que estaba haciendo. Mi propio ser me decía que era incorrecto, que Camila era siete años menor que yo, que ni siquiera había terminado el instituto mientras yo estaba cursando la mitad de mi carrera. Mil veces había pensado en terminar con aquello, para librarme de esas batallas conmigo misma y mis ideas de lo moralmente correcto. A veces pensaba que siete años no era tanta diferencia, otras pensaba que era abismal, pero era cuestión de verla a los ojos para saber que ninguna diferencia podía impedir que mi corazón latiera de la forma errática en que lo hace cuando su mirada penetrante vuelve a ofrecerme su brillo cegador, que en vez de dejarme en la oscuridad de la ceguera, me hacía ver cada cosa como si fuera la primera vez.

Volvimos a besarnos por primera vez desde aquella fiesta dos semanas después de encontrarnos una vez más. Después de haber ido a almorzar, después de haber conversado por horas sobre tantos tópicos que eran imposibles de recordar, después de haber presenciado los despliegues de su inteligencia descomunal, de haber ido al cine y después de habernos abrazado sintiendo siempre que aquel era nuestro lugar seguro. 
Estábamos en mi auto, en una escena tan cliché que dejaba de serlo para comenzar a ser mágica, frente a las vistas desde arriba de la ciudad iluminada provocando un contraste con la oscuridad de la noche, cuando no pude soportar más tenerla conmigo sin probar sus labios ahora sin el efecto del alcohol. No podía dejar de pensar en que debía volver a probar su suavidad y comprobar si eran tan dulces como recordaba.

Lo eran más, si cabía posibilidad.

Eran de un dulce embriagador, eran tan suaves como la seda, eran tan mágicos como sus ojos. Y es que no podía hallar nada que baje de ese nivel en ella, tanto interiormente como en el exterior. Supe que la amaba, y no me importaba si la conocía hace dos, tres o cuatro semanas porque la certeza estuvo en mí desde siempre, habiéndome preguntado siempre si aquello estaba bien en el contexto de una relación seria y no sólo de sexo.

La besé con ansias, con el amor que recién acababa de descubrir y con el anhelo de que no se termine nunca. Y me besó de igual forma, y qué correcto se sintió.

La noche sólo comenzaba, una fiesta estaba esperándonos en donde su amiga Dinah también lo hacía. Bastó entrar al lugar oscuro para que su persona lo ilumine por completo, para que los rostros se giren a verla, y para que sus dedos se entrelacen con los míos guiándome a la pista de baile. Volvimos a besarnos mientras bailábamos, y me permití tomar un par de tragos sin mucho alcohol mientras me perdía en sus movimientos que me provocaban acercarme más a cada segundo, desatando otra batalla interna.

OneShots CamrenWhere stories live. Discover now