Un día normal.

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-Laur, arriba.- Llamaba Camila parada al lado de la cama donde yacía la ojiverde, la misma que tomó el edredón que la cubría y tapó todo su cuerpo, enterrando su rostro en la almohada.

La morena, vestida solo con una camiseta larga, rió volviendo a destapar a la chica que intentaba seguir durmiendo.

-Laur, en serio, son más de las dos de la tarde.

Lauren abrió lentamente los ojos, enfocando su vista en la belleza de la menor.

-¿Qué pretendes? Anoche lo que hicimos no fue dormir precisamente.

-¡Lauren!- chilló, golpeando levemente el cuerpo de la mayor sobre las sábanas.

-¿Qué? No puede seguir dándote vergüenza.- sonrió viendo la timidez de Camila.

-Bueno, ya. Levántate.- Lauren se destapó, quedando a la vista de la menor sólo vistiendo su ropa interior.

-Mmh, mejor no. Ven tú.- Tomó su mano, haciéndola caer justo sobre ella, su pelo cayendo a los lados de su rostro, Lauren ocupándose de despejarlo con sus dedos.- ¿Por qué eres tan preciosa?

-Tú lo eres.- respondió Camila, con una amplia sonrisa decorando sus facciones.- Tú lo eres muchísimo.- Sus labios se unieron a los de la chica debajo suyo, chocándose con la dulzura que sólo el verdadero amor proporciona.

-Te amo.

-Y yo te amo a ti, Lern Jergi.- Lauren rió, besando luego la mejilla de su novia.

-Debo ducharme.

-Pues ve.- Respondió, agachándose para dejar otro beso sobre sus suaves labios.

-Y debo cepillar mis dientes.

-Hazlo.- Besó sus labios otra vez, sonriendo.

-Y todo eso se hace en el baño.

-Mhm, ¿Y?

-Y no puedo ir contigo arriba mío, Camz.

-Hace mucho no me decías así.- sonrió, bajándose del cuerpo de la mayor.

-¿Camz?

-Sí.

-Siempre serás mi Camz. Solo que así te llamaba a los dieciséis años, amor.

-Me gusta ese apodo también. Amor.

-Te llamo amor porque te amo.- respondió, besando los labios de una sonriente Camila para luego entrar al cuarto de baño.

Unos minutos después de que Lauren haya entrado a la ducha, Camila entró al mismo baño dispuesta a cepillar sus dientes.

Abrió la llave de agua fría del lavabo, ocasionando el grito instantáneo de la chica en la ducha al aumentarle repentinamente la temperatura del agua.

Camila abrió los ojos en sorpresa, al recordar que su novia estaba duchándose, y se acercó a la ducha, abriendo la puerta de vidrio.

-Cariño, ¿estás bien? Lo siento mucho, no recordaba que te estabas..- Lauren interrumpió el rápido discurso de la chica, tomando su brazo e ingresándola junto a ella bajo el agua.

-Ahora estamos a mano.

Camila no tuvo tiempo de responder, porque los labios de Lauren sellaron los suyos en un beso acalorado, y pronto su ropa empapada hubo abandonado su cuerpo y éste último se hubo unido al de la ojiverde.

Una vez ambas estuvieron secas y vestidas, decidieron almorzar.

-¿Qué cocinaremos?- preguntó Camila tan emocionada como una niña que hornea galletas.

-¡Pasta!- respondió Lauren incluso más entusiasmada que ella.

-De acuerdo. ¿En qué ayudo?

-Pues... Puedes poner el agua a hervir. No hay mucho que hacer, solo la salsa, y este aparatito nos ayudará.- palmeó la tapa de la procesadora con una sonrisa.

Una vez hubieron terminado de almorzar los fideos algo duros que Camila sacó del agua antes de tiempo y Lauren halagó sin importarle realmente, decidieron ver una película.

-¿Podemos ver The Notebook?- preguntó la menor.

-¿Otra vez, amor?

-Por favoooor.- Lauren intentó no caer ante su mirada suplicante, pero su voluntad no duró mucho.

-Está bien, veámosla.- Camila rió y la besó, tomando luego la película y colocándola en el reproductor.

Lauren se acomodó en el sofá frente a la televisión, y una vez Camila se hubo ubicado a su lado y sus brazos hubieron rodeado su pequeño cuerpo -su pequeño mundo-, nada más tuvo importancia.

Camila veía atenta a la pantalla, sin embargo Lauren tenía su rostro en el cuello de la menor, besándolo dulcemente.

-¿Eres feliz?- preguntó la voz rasposa de la pelinegra.

-Inmensamente.- respondió sin pensarlo un segundo, con una gran seguridad.- ¿Tú lo eres?

-Sí. Soy muy feliz, solo me haces falta tú para serlo.

-Entonces siempre lo serás, porque no me separaré de ti jamás.

-¿Quieres cenar fuera esta noche? Te tengo una sorpresa.

-Está bien.- respondió besando su mejilla.

Aquella noche Lauren le propuso matrimonio.

Camila aceptó.

Y siempre fueron felices, porque a Camila nunca le gustó romper sus promesas.


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Se está haciendo costumbre que sólo narre situaciones normales, pero es que veo fotos y pienso: tengo que escribirlo.

Espero que les guste.

Ivi.

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