Treinta y ocho (✔️)

6.8K 783 220
                                    

27 de Diciembre del 2016

Parte II

Peyton

Sentir el peso de Asher en toda mi columna vertebral fue lo que logró despertarme esa mañana, y aunque no tuviera ni idea de qué hora era, pelear contra el cuerpo casi por completo desnudo de mi hermano era suficiente cómo para no poder esconderme tras las sábanas de mi cama.

―Feliz cumpleaños a mi dormilona favorita, ―me saludó dándome un sonoro beso en la frente. ―Te informo que ya son las once de la mañana, y papá ya preparado un súper desayuno en honor a mi hermanota de diecisiete años, ―comentó dándome un abrazo, e inevitablemente rodé los ojos ante sus exagerada formas de comunicar algo tan simple.

Ash era todo un personaje, y a pesar de que lo quería a muerte, su amor me daba calor.

Mucho pero mucho calor.

―Eso suena genial bajaré en unos minutos, ―comenté dándole una sonrisa algo falsa.

Y él obviamente se percató de ello.

Bufé.

No sé ni para que lo intento es inútil intentar esconderle cosas a Asher.

― ¿Y cómo amaneció ese corazoncito hoy? ―preguntó dejando de lado su manera caricaturesca de ver la vida y entonando una voz llena de seriedad

Lo miré a los ojos y negué con la cabeza sin muchos ánimos de hablar al respecto, ya que la vida sin conocer sobre su existencia habría sido más fácil, pero ahora lamentablemente sabía quién era él.

Lo cuál era difícil de ignorar.

Honestamente a veces siento que podría perdonarle todo si tan solo volviéramos a cruzar miradas, mientras que en otras ocasiones quiero romperle el cuello por haber logrado engañarme tan fácil y por tanto tiempo.

―No quiero caras largas hoy, por favor, ―me advirtió jalándome los cachetes. ―Así que solo sonríe, relajate y ponte algo lindo para celebrar mi retirada oficial del deporte, ―aseguró con una enorme sonrisa. ―Y aunque te niegue, sabes que vendrás conmigo.

Mire al techo en búsqueda de un descanso, y cuando volví a colocar mi mirada en dónde se suponía que lo encontraría a él para mi desgracia le vi el trasero.

Y no me refiero a verlo tras los bóxers.

Sino a contemplarlo tal cuál vino al mundo.

― ¡¿Dónde quedó el pudor y la vergüenza, Ash?! ―exclamé llevando de inmediato mis manos a mi cara.

―No lo sé, de seguro se quedó en la cama del primer chico con el que me acosté.

Rodé los ojos.

Él nunca iba a cambiar.

Nunca.

* * * * *

Mi teléfono sonó.

Extraño.

Diferencias AbrumadorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora