Veintisiete (✔️)

7.5K 826 186
                                    

Una visita inesperada

Killian

Sin siquiera esforzarse Lewis Káiser se convirtió de la noche a la mañana en mi nuevo dolor de cabeza, y ante tanto hostigamiento decidí esconderme en el único lugar en dónde estaba seguro que no podría encontrarme.

El comedor de la casa de los Ferrer's.

A pesar de que lo amo a muerte en esta ocasión Luther Lewis Káiser Smith.... Y sí, aunque no lo crean su primer nombre es efectivamente Luther, pero como nunca le ha gustado simplemente no lo usa.

Di una respiración honda intentando relajarme, ese hombre me ha estado siguiendo cual ninja durante todo el día para hablar del inesperado incidente. Cuando por mi parte, quería y necesitaba olvidarme de aquella conversación.

Después de todo, siempre había escuchado el refrán de "la curiosidad mató al gato" y luego de esta penosa vivencia realmente no puedo estar más de acuerdo.

― ¿Qué pasó? ¿Te encuentras bien? ¿Es la señora Rose? ―preguntó de repente mi malhumorada favorita apareciendo en mi campo de visión descalza y con su pijama puesto.

Jamás imaginé que le gustara Snoopy.

―Se podría decir que tuve una pequeña discusión con mi mejor amigo, y antes que te alarmes realmente no es nada grave pero aún así no quiero lidiar con él ahora, ―comenté al tiempo me paraba rumbo a lavar los platos.

Peyton asintió con su cabeza y camino hacia las escaleras.

―Sigue siendo temprano así que volveré a la cama... Puedes acompañarme mientras no hagas mucho ruido, ―aseguró sin ningún indicio de malicia o perversión de por medio.

Ella auténticamente solo me estaba invitando a dormir.

Sonreí, me paré a su costado y tome su mano entre la mía.

― ¿Te han dicho que eres adorable? ―pregunté generando un silencio incómodo.

¿Por qué nunca pienso antes de hablar?

Ya me estoy pareciendo al idiota de Casper.

―Ash me lo dijo un par de veces, ―la escuché responder de repente.

Sonreí.

―Ash está en todas, ―murmuré rodando los ojos. ―Me sorprende que no tengas pretendientes, ―agregue negando con la cabeza.

― ¿Y quién dijo que no los tengo? ―cuestionó causando una inmensa curiosidad e impotencia en mí.

Me mantuve en silencio.

Era obvio que mi querida malhumorada tendría muchos chicos orbitando a su alrededor. Y a pesar de los millones de pensamientos que se avecinaron en mi mente decidí mantenerme sereno e intentar alejarlos de mi mente.

Ambos aún nos estábamos conociendo, algo así como extrañas primeras citas que poco a poco podrían conducir... ¿a algo?

―Le estás dando vueltas a lo que acabo de decir, ¿no?

―Supongo que sí.

― ¿Supones o lo sabes?

―Lo sé.

Ella rió, mientras sin siquiera pensárselo dos veces se acercó y me abrazó.

―Jamás mencioné que estuviera en algo con esos pretendientes, payaso, ―reconoció haciéndome rodar los ojos.

Diferencias AbrumadorasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt