Once (✔️)

11.1K 1.1K 136
                                    

¿Padres o dictadores?

Killian

Estaba al frente de la casa de los Ferrer.

Y vaya que me tarde en conseguir dicha dirección, chantajear a Miriam con una membresía de un año para asistir a uno de los spa's más costosos de la ciudad había valido la pena.

¿Quién diría que le gustarían tantos los masajes?

Pero a pesar de todo el esfuerzo para conseguir aquella información en estos momentos me encontraba absolutamente congelado observando la casa de dos pisos color beige que parecía sacada de una revista.

Debió de ser realmente interesante vivir toda tu niñez en un vecindario así de tranquilo y hermoso porque en toda la cuadra parecía que cada vecino se peleaba por ser el mejor.

Aunque sabía que no todo era color de rosa.

Al fin y al cabo, la realidad de las personas privilegiadas ya me había decepcionado lo suficiente como para mantener mis pies en la tierra.

Mi amigo Casper era la prueba viva de ello.

Nació en cuna de oro y su familia a pesar de tener aparentemente todo no puede encontrarse más rota.

Y lamentablemente uno no siempre tiene lo que desea por más que se lo merezcas.

Cerré los ojos y me animé a acercarme hasta la puerta.

Mi impaciencia jugó en mi contra y nublo mi buen juicio debido al simple hecho de que había pasado los últimos cuatro días pensando en la desaparición de Peyton.

La abuela también estaba preocupada y la extrañaba bastante, pero claramente no diría nada. Por mi lado, me sentía un completo estúpido y estaba seguro de que me estaba dando más importancia de la necesaria.

Pero a pesar de todo ello y teniendo mi curiosidad carcomiéndome el estómago, no me animaba a tocar el timbre de la fachada, ya había sufrido lo suficiente escondiendo mi rostro todo el camino hasta aquí para evitar que me reconocieran.

Y siento que mi abuela merece una explicación por todo lo que he tenido que pasar estos últimos días.

Pero aún así me era imposible reaccionar.

Además, era consciente de que no saldría nada bueno de esto por lo que sin muchas contemplaciones luego de pensármelo varias veces decidí a irme.

Pero precisamente en ese instante escuché la puerta abrirse y sentí mi corazón palpitar como loco.

Observé mi vestimenta y me golpeé mentalmente por no haber elegido algo más adecuado para conocer al señor y señora Ferrer.

En definitiva un par de pantalones negros rasgados junto con un suéter del mismo color,  una gorra con visera haría que lejos de quererme me odiaran al instante que cruzáramos miradas.

―Vas a permanecer al frente de mi casa todo el día, ¿o seré yo quién tendrá que vagar aquí contigo? ―escuché que decía Asher Ferrer en un tono burlón.

Giré para encararlo y me lo encontré sin camisa levemente sudado junto con una sonrisa divertida pintada en su rostro.

―Podrías haberme invitado a pasar hace quince minutos, ―respondí fastidiado mientras lo fulminaba con la mirada.

―Eso hubiera arruinado por completo toda la diversión, Sydney, ―comentó haciéndose a un lado para que pudiera entrar en su hogar. ―Aposté conmigo mismo que podía hacer cien abdominales antes de que si quiera te animarás a hacerte notar, y gané así me merezco un vaso de gaseosa con hielo, ¿gustas? ―cuestionó desapareciendo por un segundo y permitiéndome observar con detenimiento el lugar.

Diferencias AbrumadorasWhere stories live. Discover now