Capítulo bonus VIII.

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Capítulo bonus VIII: Mouis.

Punto de vista de Maggie.

Estaba furiosa.

Me encontraba en las canchas de la universidad pateando balones contra la malla y aunque conseguía meter todos los tiros a la portería, no me hacía sentir ni un ápice mejor. El chute comenzaba a tornarse más agresivo conforme repetía las palabras de Louis Tomlinson en mi mente, sintiendo el enojo recorrer mi cuerpo al recordar su rostro como un objetivo frente a un dardo entre tanto pateaba y buscaba la pelota.

—Te he estado buscando por toda la universidad. —Escuché su voz, intentando recuperar el aliento entre tanto me miraba.

Devolví la mirada a la pelota. —Es un campus bastante grande.

—Lo siento mucho, MagPie. —Me alegré que estuviese de espaldas a él porque el apodo consiguió que mis ojos se aguaran un poco por las posibles lágrimas a punto de caer. Entre mis amigas siempre fui la más dura con mis acciones, pero por algún motivo también era la que tenía el corazón más sensible y escuchar decirlo me magulló la ira—. Estoy consciente de que hice mal en no avisarte, pero soy nuevo en esta cosa del noviazgo, MagPie. No estoy buscando justificarme, o tal vez sí lo estoy, pero estoy intentando dar lo mejor de mí para hacer que lo nuestro funcione y eso a veces no va significar que no la cague como lo hice anoche. Lo siento.

—Teníamos una cita, Louis. —Dejé de patear balones para verlo y estoy segura de que vio el dolor en mis ojos porque miró a sus pies con arrepentimiento—. Estuve esperando por ti hasta la noche y nunca llegaste. Es más, llamé a tu teléfono para ver si había sucedido algo y nunca lo atendiste.

—Estaba practicando con el equipo y dejé el teléfono en el bolso —dijo.

—Entonces te veo esta mañana y ni siquiera tienes la decencia de disculparte en persona. Me acerco a ti para preguntar qué sucedió anoche, con lo que me respondes que te fuiste a jugar con los muchachos del equipo y se te olvidó. Se te olvidó. Olvidaste la cita y también olvidaste avisarle a tu novia.

Él no contestó nada en esta ocasión y lo agradecí porque me hubiese enojado mucho más que me hubiese interrumpido.

»Necesito que seas honesto conmigo, Louis. ¿Quieres esto?

—¿A qué te refieres? —preguntó.

—Esto —Nos señalé a los dos y el espacio que nos dividía—, tú y yo como una pareja. ¿Quieres que sigamos siendo novios?

Él me miró como si hubiese perdido la cabeza y por un momento pareció asustado del rumbo por el que iba la conversación. —¿Qué clase de pregunta es esa, Maggie?

—¡Solo responde! —Lo miré con enfado.

—¡Por supuesto que quiero seguir siendo tu novio! —Exclamó y sus ojos tomaron cierto brillo que me indicó que era de los que se aguantaban las lágrimas y pretendían ser fuertes en frente de los ojos públicos—. Eres lo mejor que tengo en este lugar, Margaret, eres lo que más me importa aquí. No disfrutaría de ningún partido que juegue con el equipo si no sé que estás desde las gradas vitoreando por mí. Te amo.

No pude evitar que las lágrimas salieran. Era una llorona como Aileen.

—Entonces demuéstralo mejor, Louis. Necesito que lo hagas.

Sentí el contacto de su pulgar con mis mejillas cuando enjuagó las lágrimas que se deslizaban por mi rostro, entonces sus ojos subieron hasta mis ojos y se quedó en silencio por un segundo. Era una faceta tímida que solo yo había tenido el placer de presenciar, algo que ni siquiera sus amigos habían visto en la forma de ser de Louis. Era el Louis que estaba tocando las aguas de una relación mucho más lejana que lo superficial.

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