Capítulo LXXII: Halloween picante.

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Era 31 de Octubre. Dos meses después del incidente, ocho semanas desde el inicio de clases.

California tuvo sus periódicos llenos del caso de Preston Fish por varios días, incluso después de su sentencia. Estaría tras los barrotes por un buen tiempo, con su absurdo uso de «inapropiado» y sus maneras excesivamente estrafalarias. La academia estaba tomando un respiro con la fiesta anual de Halloween, y sobre todo, los estudiantes de último año que estaban frenéticos con las actividades para recaudar dinero pues, el viaje a Holanda estaba al cruzar en la esquina.

—Ayúdame con el cabello. —Paz lo tocó con sus dedos y giró para observar a Sar.

El reglamento de la academia estaba modificado, nuevamente. Esta vez, con la presencia del Cuerpo Estudiantil de Melbourne. El decano Johnson eliminó el registro de suspensiones por el código de vestimenta —del 25 de Agosto— y aceptó instalar máquinas expendedoras de donas en el recinto, como una manifestación para promover la felicidad —y obesidad— entre los estudiantes. Está de más decir que las de chocolate eran las mejores.

—¿Estás lista? —Maggie entró a la habitación.

Volteé con una cara de «¿qué crees?» con las manos en el aire.

Teníamos que buscar a Gemma para terminar al grupo. Estábamos disfrazadas de las Spice Girls. Claramente había sido idea de Sarah. Yo estaba a punto de echar pintura azul encima de mi cuerpo y pretender que era Mística, entonces podría tener una radio en el hombro mientras sonaba «I'm blue, da ba dee, da ba die» durante toda la fiesta.

Mantendría la idea para el próximo año, si tan solo fuese voluntariamente a fiestas.

Sporty Spice rió, guiñando el ojo. —Te ves sensual, Pukie.

Negué con la cabeza, doblando a la derecha y saliendo del edificio de Northside. La gente estaba disfrazada de algo espeluznante o atrevido, y todo el lugar parecía vómito fantasmagórico. —¿De pelirroja? No, gracias. Estoy enloqueciendo ahora mismo con este vestido. Tienes suerte de tener tus piernas cubiertas.

—Venga, Ginger Spice, tienes el vestido bonito de Gran Bretaña. Es genial.

—Es antipatriótico. ¿Nos colonizaron y aún así voy a usar vestidos con su bandera? Y si no es poco, también nos invadieron con su música británica y sus The Beatles y Rolling Stones y The Moody Blues. ¡Es despreciable!

—¿En realidad te estás quejando por un vestido? —Rió sin poder creerlo, como si esto fuese una locura—. Te encantan esas bandas. Estados Unidos tiene un lazo estrecho con Reino Unido hoy en día. Literalmente no hay ningún motivo por el que te estés quejando de Gran Bretaña en Halloween.

«Vieron nacer a Harry Styles», pensé con amargura.

La puerta de la habitación de Gemma fue abierta lentamente. La susodicha apareció con un catsuit negro en su papel de Posh Spice, con la misma expresión vacilante que estaba plasmada en mi rostro. Si de algo me he enterado durante estos meses, es que la joven Styles también pertenecía al grupo de los inseguros. Era inadmisible pensarlo en ella, sin embargo, con su genética naturalmente perfecta y la sonrisa brillante que caracterizaba a su atractiva familia.

Imité la voz emocionada de una adolescente narcicista que pasaría gran parte de su día hablando con su mejor amiga narcicista acerca de los músculos de su narcicista novio. —¿Lista para festejar? Scary Spice y Baby Spice nos esperan.

—Por supuesto. Vamos. —Su lado sociable salió cuando lo dijo sin tinte de sarcasmo.

El aire comenzaba a ser más fresco durante las noches con el invierno frente a la puerta, por lo que apresuré mis pasos mientras me abrazaba a mi propio cuerpo. Desde el dormitorio se notaba el sobrecargo de luces estroboscópicas y la música estridente en el auditorio. El gimnasio estaba recientemente inhabitado por un ataque de bichos —que, para mi desgracia, no me salvaron de educación física ya que practicábamos en las canchas.

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