Capítulo LXXI: Pescado a la Carrie.

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Maggs estaba a punto de tener un colapso nervioso, riendo cual trastornada luego de un largo y estresante día. —Aún podríamos abrir una investigación con la información de la esterilidad, ¿no es así?

Me aferré a los documentos con deseos de sollozar, cerrando los ojos un instante cuando contemplé cómo mis manos —y prácticamente todo mi cuerpo— estaban temblando de impotencia. Eché un vistazo a los dos papeles en los que tantas esperanzas albergué, detallando cada fragmento y repasándolos una y otra vez con las escasas ilusiones que se mantenían en mi emprendedor espíritu. Solo necesitaba un mísero fallo, el error que aclare la veracidad de todas las teorías que flotaban sin respuesta.

Y lo encontré.

—¡Chicos!

Todos saltaron alarmados.

—¡Chicos! —Una sonrisa iluminó mi rostro como una estrella fugaz en medio de la penumbra, levantándome del suelo vertiginosamente. No podía despegar la vista de las dos firmas; idénticas a simple vista, pero desacertadas en puntos específicos. Me entraban ganas de canturrear como una niña atiborrada en júbilo—. No hay manera de que esto haya sido firmado por John Melbourne. ¡Fíjense! —Señalé la primera hoja—, aquí la «J» y la «o» tienen más grosor que en esta hoja. John trazó una línea encima de la «J», pero en la firma del acta de nacimiento no está. Además, en la firma del acta colocó «Melborne» mientras que en la izquierda está escrito correctamente como Melbourne.

Louis arqueó las cejas, corriendo a comprobarlo cuanto antes. —Es una firma falsificada —dijo como si no lo creyera, examinando ambas signaturas.

—¿Qué? —Esta vez fue Lisa la que balbució un chirrido.

Nadie pestañeó por cinco segundos, hasta que partimos en risotadas y comenzamos a danzar como un montón de críos saltando en charcos de lodo por primera vez. Pero multiplicado por cincuenta, o quizás cien, incluso me atrevería a decir que por mil. El medidor de felicidad explotaba con la buena nueva de que el trasero de Preston Fish sería pateado fuera de esta academia dentro de pocos minutos.

Maggie peinó su cabello hacia atrás con los dedos, fascinada y al mismo tiempo entontecida. —¿Cómo es que el decano no se percató?

—Es posible que solo le echara una mirada para corroborar que el nombre de John Melbourne estaba en el papel. —Zayn ladeó la cabeza con una mueca, doblando los brazos—. Aparte de que tengo la impresión de que Johnson le tiene miedo a Fish. Sudaba como un caballo cuando estaba con él ayer.

Desvié la atención para sacar mi teléfono del bolsillo. Vibró con un mensaje de texto de mi prima: «Todo está listo. Nos vemos en la entrada.»

«En camino. Hay buenas noticias, cariño ;)», tecleé apresuradamente.

—Paz dice que vayamos a la entrada.

Debíamos estar en la posición que nos correspondía antes de que los medios arribaran a la academia. Mi segundo deber era cerciorarme de que las imágenes de los documentos se mostraran al momento en que Sarah llegara al punto culminante.

Cuando llegamos todo lucía particularmente normal, pero al chequear la hora en el teléfono me di cuenta de que no sería de esa forma por mucho tiempo.

Lo emocionante estaba a punto de empezar.

—¡Señor Fish! —Los ojos atemorizados de America Stone se acercaron al charlatán de Preston Fish, atrapando su brazo apenas salió del coche—. ¡El decano no está en la academia y unos chicos están peleándose! ¡Necesita separarlos antes de que se maten! —El hombre corrió detrás de la aspirante a actriz, completamente ignorante de que con esa simple acción estaba finalizando la fase número uno del plan: llamar su atención.

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