Capítulo 32 » (Parte I)

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Sentí el peso del agua sobre mi como algo aplastante, estaba rodeada de ella, era un océano, y cuando me di cuenta de mi situación me lleve rápidamente las manos a la cara, en un intento desesperado de que el agua no entrara a mis pulmones, pero todo ese rato había estado respirando normalmente, no podía creérmelo, estaba respirando, como si fuera aire, no pude evitar reírme.

Avancé unos metros buceando, no sabía muy bien en que dirección ir así que opté por seguir la luz del sol, eso me llevaría a la superficie. Llegar se hizo eterno y cuando al fin conseguí sacar la cabeza me di cuenta de que efectivamente estaba en el mar, en el horizonte pude distinguir la silueta de una isla a varios kilómetros de distancia, era imposible llegar allí nadando, estaba en mitad de la nada, tuve la necesidad de volver a estar bajo el agua, así que me sumergí, me vi envuelta en una ola y de pronto estaba atrapada en la espuma del mar en un playa de arena blanca, me puse en pie y miré a mi alrededor, era la isla que había visto a lo lejos, simplemente no podía encontrar una explicación, sabía que seguía estando en la sala de la cabaña, solamente había dejado espacio para mi mente, y supongo que en mi mente aquello era posible.

—¡Iris! —La voz de Isaac me llamaba desde algún punto en la isla.

Comencé a correr en la dirección en la que la había oído.

—¡Isaac! —Grité.

—¡Iris! —Cada vez sonaba más cerca, era como si estuviera a tan solo unos metros, pero no podía verle.

—¿Dónde estás? —Pregunté

—Al lado de unas rocas.—Me indicó.

Me giré, estaba mirando a su alrededor, buscándome. Le llamé y comenzó a venir hacia mi.

—Look playero, lo has pensado tú. —Dijo refiriéndose a nuestra vestimenta, ni si quiera me había fijado, el ya no llevaba el traje, llevaba unos vaqueros y una camisa blanca, yo tampoco iba igual, los preciosos tacones de terciopelo habían desaparecido iba descalza, el vestido tampoco era el mismo, ahora era muy veraniego, blanco inmaculado, ni si quiera tenía el pelo mojado por el agua, todo era un sinsentido.

—Bueno no es que al venir haya estado pensando el ambiente más romántico. —Comenté.

—¿Segura? —Isaac enarcó las cejas burlón, yo respondí poniendo los ojos en blanco divertida—. Pues si esta es tu mente de normal... podría pasar aquí una temporada. No se está nada mal, podrías imaginarme una casa allí en primera línea bajo las palmeras.

Yo me reí, cruzándome de brazos junto a él.

—¿Y qué más?

Isaac se encogió de hombros y sonrió.

—Un velero.

—Por supuesto. —Dije irónicamente.

—Y como es que no nos hemos cruzado antes, si tu venias de aquí y yo de ese lado tendríamos que habernos visto.

—Tal vez es que no quería verte y lo he imaginado así, no se, inconscientemente...

—Te mueres por verme.

Yo negué con la cabeza.

—No, de hecho, estoy deseando perderte de vista.

Empecé a correr hacia una zona boscosa,  y Isaac comenzó a correr detrás de mi, persiguiéndome, no podía parar de reir, avancé entre los árboles lo más rápido que pude, Isaac me seguía de cerca, el era más rápido pero yo era mejor esquivando, corrimos unos cien metros más o menos cuando me paré en seco.

Isaac no tardó en alcanzarme.

—Te pillé. —Se rió—. Vas a ir al agua guapa.

Yo no me moví. Me quedé mirando el suelo.

Sinners. 《Isaac Lahey》[1]Where stories live. Discover now