Capítulo 13.

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Mi padre no se fue a la madrugada como tenía previsto, prefirió pasar toda la noche conmigo porque estaba tan asustado como yo, cada uno por sus motivos. Y el suyo era dejarme sola en casa después de un asesinato.

En el instituto a la mañana siguiente había un silencio espectral, todos sabían lo que había pasado y estabamos conmocionados. Fue la vez que las clases se me hicieron más largas desde que llegué, después me fui directa a mi casa sin detenerme. La maleta de mi padre estaba en la puerta, ya que su vuelo sería dentro de cuatro horas, pero él solía ir antes para aclararse un poco en el aeropuerto.

Yo le abracé al verle.

-¿Qué tal el día? -Me preguntó. Negué con la cabeza, que por cierto me dolía bastante esa tarde, el día no había sido bueno, y ayer tampoco-. Si te sientes sola o tienes miedo ve a casa de Rachel... Y si te da vergüenza he avisado a una compañera de trabajo y me ha dicho que estaría encantada de que fueras a quedarte con ella. Te he dejado la dirección en la nevera. Cielo...

-¿Sí? -Pregunté.

-Sabes que no iría si no fuera importante.

-Claro, lo entiendo. -Asentí.

-Bueno, creo que eso es todo, te llamaré a diario ¿vale? -Me dio un beso en la frente y cogío la maleta. Salío al porche y se despidió con un gesto de mano para ir al coche. Yo sonreí y me dirigí al interior de la casa. Cerré la puerta, eché los dos cerrojos y caminé por la casa apagando todos los relojes analógicos, era una manía que tenía desde pequeña cada vez que me quedaba sola, oir el continuo tic tac tic tac tic tac me ponía nerviosa, así que solo dejé los digitales puestos, no era la primera vez que me quedaba sola en casa, pero sí después de un asesinato, bueno dos, contando el de la tarde anterior y mentiría si dijera que no tenía nada de miedo.

Me subí a mi habitación a hacer deberes y quitarmelos ya para el puente y a estudiar. Tardé dos horas pero por suerte estaba totalmente libre. Me bajé al salón y me puse la tele un rato, al igual que a Rachel me encantaba ver Plain Jane, así que estuve viendo un episodio y luego me puse a ver unos documentales del Discovery Channel sobre tiburones, porque sinceramente no había nada que ver y me encantaban esos bichos. Serían sobre las nueve de la noche, teniendo en cuenta la falta de luz, cuando decidí ir a la cocina a prepararme algo, asi que abrí un armario y saque un paquete de chocolate caliente, y nubes. Iba a meter la taza en el microondas cuando divisé un coche parado en frente de mi casa, había alguien dentro, sentado en el asiento del conductor. Me acerqué a la ventana para verlo mejor. Era un coche negro, pero me animó saber que ya lo había visto antes, era el coche de Isaac, o del padre de Isaac tal vez, lo habían reparado rápido y ya habían arreglado lo que habían podido de la abolladura, mirándolo bien, el del interior también parecía Isaac.

Me dirigí a la puerta y abrí para acercarme al coche, tal vez era una decisión un tanto estúpida, sumada a otra que era la de ir a la calle a unos diez grados con mi ropa de estar por casa, que era un pantalon corto negro de pijama, una camiseta de tirantes blanca y una chaqueta de lana gris. Pero aun así fui. Di dos toques a la ventanilla con el puño y Isaac la bajó y me miró.

-¿Vas a quedarte ahí toda la noche? -Pregunte. Él ladeó la cabeza pensativo.

-Supongo que sí.

-Entonces pasa.

Isaac abrió la puerta del coche y me acompañó hasta el interior de la casa.

-¿Quieres algo? -Le ofrecí-. Estaba a punto de preparar chocolate caliente.

-No es necesario.

Ese no es necesario me sonó casi más a un sí, así que me dirigí la cocina y calenté dos tazas, eché unas cuantas nubes y las llevé al salón, Isaac se había quitado el abrigo y sentado en el sofá. Yo me senté a su lado girada para mirarle, le tendí la taza y di un sorbo a la mia antes de hablar.

Sinners. 《Isaac Lahey》[1]Where stories live. Discover now