Capítulo 20.

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Todo estaba oscuro, como si estuviera dentro de un agujero negro, no había nada de luz, lo que me llevó a pensar que tal vez ni si quiera estaba despierta, no sabía hasta que punto quería estarlo.

Solo sentía frío y un intenso dolor en la cabeza, me llevé la mano al punto en el que el dolor se intensificaba y sentí un líquido más o menos espeso, sagre.

Lentamente fui recobrando la vista pero la diferencia era minima, todo estaba oscuro, pude distinguir árboles. Estaba en el bosque, cosa que tenía sentido teniendo en cuenta las agujas de pino que se enredaban entre mis dedos.

Intenté reicorporarme, tuve que ayudarme de un árbol para poder hacerlo y me apoyé en él para poder sostenerme de pie, no sabía que me habían hecho pero el mundo giraba a mi alrededor, intenté dar un paso para alejarme de allí pero me vi obligada a agarrarme de nuevo al árbol.

-No te molestes. El sedante no ha dejado de hacer efecto, no vas a ir muy lejos.

-¿Quienes sois? -Pregunté-. ¿Qué quereis?

Pude distinguir a la chica que había en la cocina de Karen, tendría unos veinte años e iba acompañada por un chico tal vez algo mayor que ella.

-Queremos ayudarte Iris... A entender. -Su voz tenía un toque siniestro y al igual que lo que fuera que estuviera pensando chica, todo en ella era un sombra de misterio y sus intenciones no eran buenas.

-No puedes quejarte. -El chico se rio-. No todos los súcubos te podrian las zapatillas. Leilah es así de detallista.

-Que detalle. -Dije sarcástica-. ¿Que le habeis hecho a Karen?

-¿A la mujer? Digamos que va a estar dormida unas cuantas horas más, así nos dará más tiempo para hablar.

-Yo no tengo nada que hablar con vosotros.

La chica se acercó a mi, me empujó contra el árbol y presionó su mano contra mi cuello haciendo fuerza, casi no podía respirar, más cuando decidió que había llegado el momento de levantarme unos centimetros del suelo. Llevé mis manos a las suyas intentando apartarlas sin éxito.

-Mira niña no he venido aquí para perder el tiempo con tus tonterías. Así que te vas a callar, o si no...

El chico la cortó en mitad de la frase.

-Leilah...

La chica rodó los ojos y aflojó su mano de golpe haciendome caer al suelo, yo inmediatamente tomé una bocanada de aire.

-La necesitamos con vida ¿Recuerdas? -El chico sonaba algo molesto-. La necesitais más bien.

Podría usar eso como salvavidas.

-¿Vais a soltarme algún rollo de que soy la elegida, de que soy la única esperanza de la especie y de que sin mi estais perdidos? Porque sinceramente no me interesa.

La chica agarró mi muñeca fuertemente y la zarandeó, retorciendola.

-No te creas Dios niña. Solo te necesitaremos durante unos segundos y luego volverás a ser tan irrelevante como lo eres ahora.

-Por mi podeis iros todos al infierno-Dije desafiante, no les tenía miedo, por alguna razón me sentía increiblemente fuerte, aunque probablemente en esta situación fuera un suicidio y lo que tendría que hacer era mantener la boca cerrada.

Y estaba en lo cierto, la tal Leilah era increiblemente ágil y no lo vi venir, al segundo estaba en el suelo intentando reincorporarme, con un intenso dolor en el estomago, me puse de pie y la miré media sonrisa de lado estaba dibujada en su rostro.

Sinners. 《Isaac Lahey》[1]Where stories live. Discover now