Capítulo 40

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La cama comienza a parecerme demasiado fría y decido levantarme de una vez por todas.
No he mirado el reloj pero podría apostar a que no son ni las diez de la mañana y llevo bastante con los ojos abiertos.
Respiro profundo y me meto en la ducha, dejo que el agua caiga en cascada  sobre mis hombros mientras pienso largo y tendido.

Desde que las cosas van mejor con mis padres, no he dejado de tener un pensamiento que ronda mi cabeza.
Quiero ir a la universidad.
Puede que no sea un buen momento pero no estoy hablando de ahora mismo.
No he dejado de pensar en el futuro desde que Tom murió.
Supongo que eso me hizo caer en cuenta de que la vida no deja de cambiar una y otra vez.

Nuestras vidas son como una ruleta, no para de girar y quedarse estancada en aquello que jamás imaginariamos.
Y precisamente porque el mundo no deja de girar, al igual que la vida, es que debemos tener algo que nos asegure el futuro.
Suspiro y cierro ambos grifos antes de envolver mi anatomía desnuda en una toalla y salir del baño.

Me siento frente a mi portátil y tecleo "universidad en la ciudad".
Veo una numérica que no incluye más de cinco y todas ellas poseen una extensa lista de cualidades que atraerían la atención de cualquiera.
Mientras observo que se puede y no, estudiar en cada una, otra pregunta se alza con autoridad en mi cerebro.

¿Qué es lo que deseo estudiar?
Bufo.
Sé que sería una buena opción pedir ayuda a alguien y un nombre acude a mi cabeza pero lo ignoro finamente y manejo el resto de opciones.
Rebecca tiene algunos compromisos pendientes que ha estado retrasando y Moira no ha dejado de buscar empleo.
Así que el primer nombre en el que pensé, vuelve a ser una opción y, ésta vez, mi única opción.

Bufo nuevamente, como si eso fuera a servirme de algo mientras cierro el portátil y me pongo de pie.
Me calzo las zapatillas y cojo la correa para llevar a Tobi a dar una vuelta.
—Eres el único ser vivo en el que confío justo ahora. Mis amigas me han abandonado y mi "amigo" es un capullo.
Así que... ¿qué harías tú?
El animal ni siquiera se molesta en mirarme, continúa su camino mientras olisquea todo lo que encuentra.

Muerdo mi labio inferior y chasqueo la lengua, mirando de un lugar a otro.
Saco mi teléfono del bolsillo y marco.
Buenos días, Jane. —Sonrío.
—Buenos días, Drew, ¿tienes planes para hoy?
Como cada día, soy todo tuyo. ¿Qué necesitas? —Suelto una pequeña risa.
Aclaro mi garganta y dubito levemente antes de soltar la pregunta.

—¿Vienes a ver universidades conmigo? —Seguidamente y en un rápido movimiento, alejo el teléfono y arrugo la cara.
Lo mantengo así durante algunos segundos y luego vuelvo a poner el aparato sobre mi oreja.
¿Jane? ¿estás ahí?
—Si, sigo aquí, ¿has terminado de gritar? —Ríe.
Sí. Pero ¡por dios! quieres estudiar, ya era hora. —Pongo los ojos en blanco.

—Te emocionas demasiado. —Le riño.
No me emociono demasiado pero mis gritos se han oído en lo alto de la Torre Eiffel —Dejo salir una carcajada y niego.
—¿Ves? eres demasiado exagerado. —Ríe.
Es sólo que vamos a ser la pareja más inteligente de toda la ciudad —Resoplo.
—Te espero en una hora en el parque, adiós. —Cuelgo el teléfono y me remito a regresar a casa.

El schnauzer y yo cruzamos la puerta y le doy libertad.
Sonrío y me muevo rápido para cambiar mi atuendo por alguno más formal y copiar las direcciones de las universidades.
El tiempo vuela y tecleo un corto mensaje para las chicas.
"Voy a ver universidades con Drew. Ya os contaré, xx".

Salgo de la casa y tomo una bocanada grande de aire antes de encaminarme.
Llego al parque y veo el coche del castaño aparcado unos metros lejos de mi.
Sonrío y paseo hasta el vehículo, me subo y le enfoco.
—¿Cuál es nuestro primer destino? —Sus ojos muestran brillo e ilusión.
—Aquí tienes. —Le entrego la lista y la desdobla.
Observa durante unos instantes y lo vuelve a doblar para comenzar a conducir.

Dulce venganzaWhere stories live. Discover now